+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
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Un comentarista de Televisa, que parece muy sesudo con su luenga barba, arremetió contra el Papa Benedicto XVI por haber autorizado un uso más amplio de la Misa en latín. Sin tomarse la molestia de investigar los motivos y las condiciones en que se permite, afirma que esto es obsoleto y que alejará más a los fieles de la Iglesia. Si leyera sin prejuicios el documento papal, quizá modificaría su opinión.
Algunos fieles me han preguntado si, como parcialmente difundieron algunos medios, se volverá a usar el latín en todas las Misas. Es obvio que nadie de ellos entiende este idioma; además, son muy pocos los nuevos sacerdotes que lo dominan, pues hace mucho se dejó de enseñar en los Seminarios. En mis tiempos, no sólo lo estudiábamos durante cuatro o cinco años, sino que las clases de filosofía y teología se impartían en latín; por tanto, debíamos dominarlo. Hoy, lamentablemente, ya no es así. Con el fin de profundizar más los textos bíblicos escritos en griego, se da más importancia este idioma, lo cual también es correcto.
No han faltado quienes ven en esta autorización del uso del latín y del Misal romano como una concesión a los seguidores del obispo cismático Marcel Lefebvre, ya difunto, y como si esto fuera un reconocimiento de que estaba en lo justo. Hay que conocer con precisión el documento papal, para no dejarnos sorprender por opiniones poco eclesiales.
JUZGAR
El 7 de julio pasado, el Papa Benedicto XVI nos escribió una carta a los obispos de todo el mundo, para explicarnos las razones y las condiciones de esta determinación. Empezaba diciendo: “Noticias y juicios hechos sin información suficiente han creado no poca confusión. Se han dado reacciones muy divergentes, que van desde una aceptación con alegría a una oposición dura, a un proyecto cuyo contenido en realidad no se conocía.
A este documento se contraponían más directamente dos temores… En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales – la reforma litúrgica – se ponga en duda. Este temor es infundado. Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarística. La última redacción del Misal Romano, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. Non es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran "dos Ritos". Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito”.
Por tanto, no es una vuelta atrás; no es desautorizar lo que decretó el Concilio (realizado en los años 1962-1965), pues éste ordenaba en la Constitución sobre Sagrada Liturgia: “Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular” (SC 31). Allí mismo, sin embargo, se recomendaba “dar mayor cabida” a los idiomas vernáculos propios de los fieles. El Papa, por tanto, no quiere imponer el latín en todas las celebraciones, sino sólo tener en cuenta la situación concreta de unos fieles, que encuentran en la forma de celebrar la Misa como se hacía antes del Concilio, en latín y con algunas variantes en los ritos, una forma de alimentar su espiritualidad.
Sigue el Papa: “En segundo lugar, se expresó el temor de que una más amplia posibilidad de uso del Misal de 1962 podría llevar a desórdenes e incluso a divisiones en las comunidades parroquiales. Tampoco este temor me parece realmente fundado. El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo”. Es decir, sólo los fieles que tengan formación litúrgica y manejen el latín, podrán pedir que el sacerdote les celebre la Misa en ese idioma y con el misal anterior al Vaticano II. Esto no sucede entre nosotros, sino sólo en algunos grupos muy limitados de Europa. Por eso, dice el Papa: “Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles”.
¿Cuál es la razón que movió al Papa para permitir, en los casos mencionados, el uso del misal antiguo en latín? No es por nostalgia del pasado, ni por una concesión sin sentido. Es con la intención de construir un puente que una a los católicos que han usado ese misal, con el resto de la comunidad eclesial. Dice el Papa: “Se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia. Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse. Esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo... Abramos generosamente nuestro corazón y dejemos entrar todo a lo que la fe misma ofrece espacio”.
No es, pues, un retroceso, ni una concesión arbitraria, sino un esfuerzo de buscar la unidad de los propios católicos, entre los cuales hay quienes han alimentado su espíritu en otras formas de espiritualidad litúrgica. Es lo mismo que se ha hecho con los que siguen el “Camino Neocatecumenal”: se han aprobado algunos de sus ritos, sin romper la unidad eclesial en lo fundamental.
ACTUAR
Entre nosotros, no habrá celebraciones en latín, pues no se cumplen las condiciones de esta concesión. Por lo contrario, compartimos con gozo el reciente Decreto emitido por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en que aprueba el uso de nuestros idiomas indígenas tseltal y tsotsil en las celebraciones litúrgicas. Ahora sólo falta que revisen los diversos textos de la Misa, que ya les remitimos para su reconocimiento. El deseo del Papa es buscar la unidad, dentro de la legítima pluralidad. Es el camino que hemos de seguir nosotros, al interior de nuestras comunidades.
miércoles, agosto 08, 2007
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