sábado, octubre 08, 2011

Violencia en 4 actos


F. Darinel
Comitán, Chiapas; 6 de Octubre.- Desde hace tres años, militantes de la OCEZ-DI-UNOPII, decidieron apoderarse de un predio con una superficie de unas aproximadamente 300 hectáreas, este predio pertenece a áreas naturales protegidas, además de que se encuentran dentro del estatuto de terrenos nacionales.

Tiempo después otro grupo denominado Frente de Asociaciones Barrios y Comunidades (FABC), que agrupa a integrantes de la OCEZ-CNPA, la Organización Campesina Comitán (OCC), la Alianza Mexicana de Organizaciones de Transportistas AC (AMOTAC), y otras asociaciones civiles, las cuales están bajo la dirigencia de Humberto Morales, decidieron reinvadir los terrenos ya ocupados por la OCEZ.
Esta situación hizo que el día de ayer, ambos liderazgos decidieran quejarse jurídicamente, ante la representación social regional, a donde acudieron por la mañana.
Primer enfrentamiento
Cercano a la 10 de la mañana de ayer jueves, Humberto Morales se apersonó a las oficinas de la Fiscalía regional, para elevar su querella, en lo que él considera un despojo de lo que ahora tiene en su poder.
Este mismo punto de vista, tuvo también la dirigencia de la OCEZ-DI-UNOPII, quienes también decidieron elevar su queja ante este ministerio procurador de justicia.
Ya había llegado a las oficinas de la Fiscalía de Región, Humberto Morales, cuando fue encontrado en este mismo lugar por los integrantes de la OCEZ, quienes al verlo decidieron impedir la salida del líder e inmediatamente a través de los teléfonos móviles y de radios portátiles, solicitaron la presencia de sus correligionarios en las afueras de la Fiscalía.
Al verse sitiado e impedido para salir, el líder de la FABC, también hizo lo propio, llamó a sus compañeros y militantes de su organización para que llegaran en su rescate.
Cuando los agremiados de Humberto Morales iban casi llegando al edificio de la Fiscalía, la caravana de carros en la que venían y que llegaban del poniente sobre la 2ª calle sur poniente, fue distinguida a lo lejos por algunos de los militantes de la OCEZ, quienes al grito de: “ahí vienen, vamos a detenerlos”, la caravana detuvo su marcha y los militantes de la FABC descendieron de los automóviles y en la esquina que hace la 2ª Calle Sur Poniente con la prolongación de la 7ª Avenida Poniente Norte, dio inicio el enfrentamiento, el cual se puede catalogar como el primero, que se distribuyó a lo largo de esta pequeña prolongación hasta alcanzar la esquina de la 1ª Calle Sur Poniente, así como la 7ª Avenida poniente sur.
Una vez terminada ésta primera gresca, que dejó como saldo casas dañadas, vehículos volcados e incluso un Volkswagen Sedan destrozado, los militantes de la OCEZ-DI-UNOPI se replegaron y distribuyeron frente a toda la cuadra del edificio de la Fiscalía; sobre la 7ª Avenida Poniente Sur, en tanto los militantes de la FABC, que apenas rebasaban los 200, se pertrecharon entre la 2ª y 3ª Calles Sur Poniente; también sobre la 7ª Avenida, es decir estaban frente a frente.
También como parte del saldo del primer enfrentamiento, los militantes de la OCEZ capturaron a uno de sus contrarios, a quien maniatado y golpeado aventaron dentro de la góndola de una pequeña Pick-Up azul celeste. A este mismo vehículo fue llevado un hombre de edad avanzada, quien también fue detenido porque inocentemente se acercó a preguntar: “¿dónde está la gente que está vendiendo terrenos, me dijeron que los estaban dando a tres mil”, no había terminado de decir esto, cuando como abejas se le lanzo un puñado de militantes de la OCEZ, quienes también lo obligaron a subirse a la misma camioneta.
En tanto, los ánimos de ambos bandos se iban tranquilizando y bajando un poco de intensidad, integrantes de ambas organizaciones empezaron a buscar sobre la calle y en los terrenos cercanos: piedras y garrotes, e incluso algunos militantes de la OCEZ-DI-UNOPII con machete en mano, empezaron a cortar ramas de unos árboles dentro de un predio que se encuentra frente a la Fiscalía, para hacerse de más palos con qué golpear.
Después de aproximadamente dos horas de tensa calma, y en tanto Fidel Espinosa, líder de la OCEZ-DI-UNOPI,  daba a conocer las razones, los puntos de vista y las posibles soluciones al conflicto con reporteros de diversos medios de comunicación locales, de entre la multitud apareció la Fiscal de Distrito, quien de forma solicita se dirigió al líder para invitarlo a que entrara al edificio de la Fiscalía, en donde se iniciaría una primera negociación y fin de a las hostilidades.
Al término de la reunión, entre el líder y la Procuradora Regional de Justicia, Fidel Espinosa apareció en el umbral de las oficinas del Ministerio Púbico de guardia, demostrando por las líneas de su rostro, los rasgos inequívocos de la molestia, mezclado con un dejo de contrariedad.
Seguidamente caminó hacia la calle, y en mitad de esta se reunió con sus correligionarios, quienes impacientes aguardaban su regreso. Ya frente a ellos, sin dar más tregua a sus palabras expresó fervientemente: “vámonos con todo, contra esos hijos de la chingada, de a cómo nos toque, agarren lo que puedan”.
En tanto gritaba estas órdenes, sus seguidores uno a uno iban tomando los garrotes que habían dispuesto y apilado en mitad de la calle, mientras que Fidel Espinosa reindicaba: “bueno que no vayan todos, vos compa –señalando a uno de ellos le dijo, -lleváte nada más unos 20 y que los demás se queden aquí”;  así un grupo pequeño de hombres y mujeres, entre quienes destacaba una joven mujer de voz áspera, con el rostro cubierto con un paliacate rojo, vestida con una blusa informal, pantalón de mezclilla y zapatos de tacón, también se unía a los gritos y farfullaba: “vamos compas, sin miedo, somos más que esos cabrones”.
El pequeño grupo partió, de estar frente al edificio de la Fiscalía, para dirigirse con dirección hacia el sur y alcanzar las esquinas que hacen la 7ª Avenida Poniente Sur y la 2ª Calle Sur Poniente, en donde en el crucero de estas vías, se encontraban dispuestas cuatro Pick ups, propiedad de integrantes de la FABC. Eran unas camionetas de modelo atrasado, de colores rojo, blanco, marrón y verde, las cuales obstruían y hacían las veces de parapeto y barricada, en contra de los militantes de la OCEZ-DI-UNOPII.
Segundo enfrentamiento
Apostados cada uno de los grupos, en lo que se podría llamar su respectiva mitad de calle, las caras de ellos no dejaban de denotar miedo, pero a la vez también denotaban odio, decisión y unas inmensas ganas por iniciar el combate.
De pronto dos jóvenes hombres de ambos bandos cruzaron sus miradas llenas de odio y uno de ellos espetó con violencia: “vos que me mirás, hijue’ tu puta madre”, y habiendo terminado de decir esto, lanzó una pequeña piedra con su mano, acción que le fue respondida inmediatamente con otra piedra casi del mismo tamaño. Sin embargo, tras estos dos proyectiles siguió una andanada de rocas cada vez mayores,  así como no dejaron de estar presentes las pequeñas piedras que surcaban el aire con velocidad asombrosa, pues partían de resorteras que portaban ambos bandos.
En medio de esta lluvia cruzada de rocas y garrotes, volaron también por los aires, por lo menos unos cinco machetes, los cuales girando como asesino y peligroso “boomerang”, rasgaban el aire en círculos, amenazando y buscando un cuerpo que cortar y en donde encajarse.
La supremacía numérica  de los de la OCEZ, logró que los militantes de la FABC emprendieran la huida hacia el sur, dejando abandonados los vehículos que le servían de trinchera.
Estos mismos vehículos inmediatamente fueron volcados por la multitud enardecida de “unopistas”, quienes mientras efectuaban estas acciones, iniciaron con una voraz rapiña, sustrayendo objetos y cosas de valor que se encontraban dentro de las Pick-ups, así como inmediatamente iniciaron a desvalijar los vehículos.
Como “hormigas cortadoras”, a los militantes de la OCEZ-DI-UNOPII, se les veía acarreando desde las baterías de los carros, bocinas, elementos del sistema de combustión y mecánico, e incluso un par de jóvenes se les vio cargando los tubos de escape de estos carros.
Tercer enfrentamiento
Los ánimos no se calmaban aún entre los militantes de la OCEZ, por lo que una vez más arremetieron en contra de los desperdigados, semipertrechados y bastante disminuidos militantes de la FABC, quienes ya se encontraban una cuadra más al sur.
Con los ánimos a tope, la sangre hirviendo y recorriendo agitadamente las venas y las arterias de los ocecistas, quienes ya nublados por la ira buscaban la manera de desfogar aún más su pasión insana, por lo que presurosos se dirigieron a unos de los vehículos que recién habían volcado, y en un acto sorprendente, incendiaron este mismo.
No tardó mucho para se presentaran elementos del cuerpo municipal de bomberos, quienes rápidamente sofocaron las llamas del vehículos que ardía, en tanto una patrulla alardeando de que llegaría a imponer la paz, fue seriamente averiada por las pedradas y garrotazos que recibió.
Así, finalmente la pasión fue disminuyendo en grados, en tanto la calle, a lo largo y  lo ancho, tenía diseminada una gran cantidad de piedras, garrotes y hojarasca, como testigos presenciales y activos de una reyerta llena de odio.
Dentro de la multitud de ocecistas, solo se alcanzaba a ver la cara de un hombre joven con el pómulo ensangrentado, el cual había sido herido por una piedra, pero de ahí no se apreciaba a ninguno más.
En el otro grupo, si alguno había sido herido o golpeado con ferocidad, no se alcanzaba a ver, solo se les veía jadeantes, iracundos y con la impotencia marcada en su mirada.
Ultimo episodio  
Transcurridas casi nueve horas de tensión, tres enfrentamientos; uno de ellos menor, y el incendio de vehículos, finalmente las fuerzas del orden llegaron a disolver los grupos que aún quedaban, principalmente el grupo de la OCEZ-DI-UNOPII, que se encontraba bastante más compacto frente al edificio de la Fiscalía Regional.
Seguramente las fuerzas policiales, quienes llegaron con equipo antimotín, hicieron acto de presencia y en un operativo, que se notaba había sido planeado hacia poco rato, iniciaron a resguardar la integridad del edificio de la Fiscalía y de quienes ahí se encontraban en su interior, pues terminada la tercera escaramuza, los unopistas ya daban muestras y señales de querer introducirse al edificio, para sacar por la fuerza a Humberto Morales y quienes lo acompañaban.
Esto se pudo constatar así, porque de nueva cuenta la voz ronca de la mujer de zapatos altos, misma que hacía unas horas incitaba a sus compañeros a la violencia, en esta nueva ocasión enfurecida gritaba: “orale compa’s, sin miedo, vamos a meternos a esta puta fiscalía…saquemos al cabrón del Humberto, le partamos su madre”.
Sin embargo, la presencia de los policías municipales, estatales preventivos y fronterizos, hizo que el grupo de ocecistas, al ver que llegaban los policías, rápidamente; como si se tratase de un enjambre, se aglutinaran en torno a Fidel Espinoza, como que si este fuera la “abeja reina”, y así cubierto y escoltado por los suyos, este fue retirado y puesto a salvo de la manos de los policías.
Al final, la calle llena de curiosos que se asomaban a observar el interior de los vehículos volcados, un pequeño arroyuelo de aceite que nacía de estos mismos, las piedras, los comentarios asustados de los curiosos, los garrotes, la obscuridad que ya se cernía sobre la tarde, la humilde comida que se encontraba esparcida y regada de unos pequeños trastos de plástico, comida que por su humildad se notaba sería la comida de la tarde de los rijosos y que estaba muy cercana a las góndolas de las Pick-ups volcadas, así como un pequeño oso de peluche, que después del incendio y con los ojos deformados por el fuego, parecían que todo esto, junto a los ojos del muñeco daban cuenta de cerca de nueve horas de ira y sed de venganza.

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