sábado, septiembre 04, 2010

Las extranjeras clamaba ayuda

Comitán, Chis; 3 de septiembre. “¡Auxilio!”, “¡Ayúdenme!”, clamaba Anahí, una joven indocumentada de Centroamérica, que con la cabeza abierta y el ojo derecho del tamaño de un limón, permanecía estoica en espera de auxilio de los paramédicos.

Minutos antes, la mujer salió disparada de la góndola de la camioneta que tripulaba un “pollero” a toda velocidad, sobre el Bulevar de Las Federaciones, cuando se cruzó en su camino otro vehículo, con el que chocaron.

Dos de las tres jóvenes indocumentadas prácticamente volaron al momento del encontronazo, para caer sobre la cinta asfáltica con múltiples fracturas en el cuerpo y lesiones graves.

A Anahí, la sangre le brotaba de la parte frontal del cráneo. Su cuero cabelludo caía sobre su ojo izquierdo que parecía una manzana roja. La sangre le cegaba la visión.

Minutos antes, la joven permanecía recostada sobre el asfalto, a pocos metros de la camioneta que la transportó desde un punto de la frontera, hasta que ocurrió el percance en Comitán.

En su instinto de sobrevivencia, Anahí se incorporó a tiendas, como si buscara que alguien le tendiera una mano en la oscuridad: “¡Ayúdenme!”.

Con la blusa rota, casi a la cintura, la joven con un embarazo de más de ocho meses, esperó ayuda de los paramédicos casi en la penumbra, porque sus ojos prácticamente se salían de sus orbitas, como consecuencia del golpe que recibió en el rostro, al caer del vehículo.

Cecilia, la otra joven inmigrante que viajaba en la góndola de la camioneta, suplicaba atención. Sentada sobre cientos de trozos diminutos de vidrio y plástico, la joven dijo: “Ayúdenme. Tengo fracturado el pie. Ayúdenme por favor levántenme. Hagan algo”.

La gravedad del percance obligó a los socorristas de Protección Civil a llamar a sus colegas de la Cruz Roja para atender la crisis que se generó en la madrugada.

El “pollero”, un campesino originario de La Trinitaria, había salido de la camioneta que tripulaba y sin pronunciar ningún dejo de angustia, permanecía en posición decúbito ventral, con las manos en el vientre y los ojos cerrados.

Minutos después el chofer de la camioneta que se atravesó en el camino de la carretera, huyó despavorido por un camino que conduce a La Trinitaria.



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