viernes, junio 18, 2010

El legado de una mujer de San Cristóbal

Amalia Avendaño

San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 17 de junio.- De las 33 mujeres inscritas en la contienda para la diputaciones por mayoría en los 24 distritos de los distintos partidos políticos que participaran en las elecciones del próximo 4 de julio, sobresale en el distrito 5 que comprende los municipios de San Cristóbal de Las Casas y Teopisca, Clementina Marta Dekker Gómez, hija de un singular matrimonio entre un noble migrante holandés y una tseltal afectada por el tracoma quienes marcaron un capítulo muy interesante en la vida de la ciudad coleta.

A finales de los años 60’s Christopher Dekker, tenía 48 años cuando el médico en Holanda le recomendó alejarse de los malos recuerdos de la segunda guerra mundial y llegó a San Cristóbal en busca de su amigo el maestro alemán Jose Weber.

Los ojos de Marta Gómez, se arruinaron al nacer cuando su madre la contagio de tracoma en el canal de parto en el marginado paraje de Tolbiljá, Oxchuc, a partir de ese momento y hasta los 18 años de su vida sólo eran capítulos tristes de maltrato, abandono, sufrimiento, la única luz era una fe inquebrantable en un sueño recurrente de una voz divina que le decía “tengo un tesoro para ti, búscalo” y así decidió viajar a “la ciudad” a buscar –pensaba ella- quién le diera la vista.

Sóla, ciega, mujer, indígena, con apenas 18 años de edad y sin hablar español, llegó a San Cristóbal donde sobrevivió unos días pidiendo limosna y trabajando como empleada doméstica en casa de gente buena que la ayudó.

“A los pocos días de haber llegado aquí mi papá se la encontró: había una banqueta muy alta y palpando la pared trataba de subir, él se dio cuenta que no veía, se le acercó, nos contó que cuando sintió el aura de ella, dijo ‘de esta mujer no me despego jamás’, fue como magia:

“Ella sólo hablaba tseltal, él muchos idiomas, menos español así que en italiano le preguntó a la indígena que necesitaba, después de varias palabras y gestos, entendió que quería un doctor, la tomó de la mano y la llevó al hospital, desde entonces estuvieron juntos”, relata con mucho entusiasmo Marta Dekker, una de los 4 frutos del amor de esa especial pareja que muchos coletos recordamos en los años 70’s y 80’s recorriendo las calles de nuestra mágica ciudad.

Chris Dekker, además de sobreviviente de la guerra, tenía estudios en diversas ciencias como filología, teología, medicina y arquitectura, conocimientos que puso en práctica siempre en una labor altruista en beneficio de las comunidades por donde pasó y donde se le recuerda con cariño.

Fundó en Tolbiljá una clínica médica “a donde ningún doctor mestizo queria ir”, recuerda con tristeza Marta al contar que su papá era también concertista en Europa, “él tocaba la ‘viola de amores’ una especie de violín con sonido dulce.

La pareja compró un terreno en el Ojo de Agua, al oriente del periférico del valle coleto, ahí nacieron Julio Cristóbal, Marta Clementina, Laura Janet y Beatriz Flor, quienes con sus respectivas familias aún permanecen ahí cuidando de su mamá quién a sus 59 años disfruta una vida campestre similar a la del paraje donde nació, hoy disfruto –a pesar de carecer del sentido de la vista- disfrutando del tesoro que la vida de preparó.

A la distancia su hija que está en campaña política, revive los episodios de racismo y discriminación, “envida pura”, que sufrieron de muchos que trataron de separar a la familia y nos veían “raro”, al extremo que en una ocasión una turba del barrio se juntó para exigirles que se marcharan por ser “diferentes”, rodearon la casa, amenazaron con prenderle fuego para quemar al altruista holandes a quién mantenían encerrado.

“Mi hermano Julio logró correr para buscar al entonces presidente municipal Daniel Sarmiento Rojas, que era muy amigo de mi papá para que nos rescataran”, Marta, la esposa, madre, indígena, mujer y “discapacitada” pero con mucho carácter enfrentó a los agresores defendiendo su derecho a permanecer en el sitio que habían adquirido legalmente y donde deseaban pasar el resto de su vida.

“Yo sólo lloraba, no recuerdo más pero finalmente llegó gente a ayudarnos y ahí nos quedamos...”, unos más años más tarde, cuando tenía 17 años, el barrio la eligió como representante para el certamen de la reina de la Feria de la Primavera y de la Paz de San Cristóbal y posteriormente fue la representante al concurso Miss Chiapas en 1990.

“Con toda la inocencia de niños, crecimos, sabíamos que como todas las familias normales teníamos una mamá que se encargaba de la casa, la comida, de nuestro aseo, ella con sus costumbres indígenas, entre los dos nos educaron. Nuestro papá, muy grandote nos contaba muchas cosas para que aprendiéramos, nos dejó un gran ejemplo de vida y nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo por seguirlo”, agrega.

“Una lección que nos dió mi mamá -añade- es cuando nos contó que sufría de niña preguntando ‘¿Por qué Dios mio me hiciste esto? y luego de encontrar a su destino agradece: ‘tú me tenías preparado algo mejor en el camino’. La vida al interior del hogar era de mucho amor”.

En 1990 la familia completa viajó a Bélgica, ahí falleció Chris y “decidimos regresarnos todos, por mi mamá, porque nos gusta estar aquí, haya si se vive mejor, pero aquí hay mucho por hacer”, resalta la mayor de la familia Dekker Gómez quién insiste que de la historia de sus padres el amor que mantuvieron contra viento y marea, que defendieron contra todos, “y nos enseñaron, es lo más importante en todas las actividades que emprendamos”, concluye.



1 comentario:

pancho alvarez quetzalcoatl dijo...

Hay personas cuya vida extraordinaria es mucho más intensa e interesante que la que se puede narrar en una extensa novela: así fue la vida de mi amigo holandés Christopher Dekker, polímata y políglota, poeta, arquitecto vern{aculo minimalista alumno de Neuffert, constructor y navegante de barcos de vela, radicado en Chiapas por azares del destino cuando vino en búsqueda del croata- alemán Joan Pomgrad, quien vivió en Chiapas como mentor privado de la cafetalera familia Setzer, quienes por entonces se habían hecho propietarios de vastas plantaciones en territorios tzeltales, incluyendo el rancho llamado Na-Balam en el actual municipio de Altamirano, Chiapas. Joan Pomgrad, a su vez, había llegado a Chiapas huyendo del Nazismo. Christopher Dekker le sigui{o la pista buscando a un pintor español que se tornó campesino de cultura tzeltal al llegar a los Altos, habiéndose unido a una mujer Maya. El escritor también croata B. Traven vino siguiendo las huellas de Pomgrad: halló una colección de cuentos y leyendas tzeltales transcritas y traducidas al perfecto alemán por Pomgrad, varias de las cuales fueron publicadas por Traven sin revelar su origen, según lo que narraba Dekker... La historia es bastante larga y llena de incógnitas que habrían de confirmarse si se quiere hacer fidedigna historia o nueva novela coherente. http://www.codigodiez.mx/Textos%20ht/btravenmisterios.html