Los editores de los diversos medios en los que trabajó como reportero dieron testimonio de su valiosa calidad humana, y de su significativa aportación al periodismo cultural.
De Jorge Luis Espinosa el periodista, el amante de los libros y el compañero de rutas informativas a las que agregó brillantes pasajes, se decían muchas cosas, pero ante todo, su tenaz empeño por dignificar el periodismo cultural desde la trinchera de la investigación y la construcción del párrafo honesto, con fondo, pasión y forma.
Amigos, familiares y colegas de los avatares periodísticos, recordaron a Jorge Luis, al Giorgi boy, al George, al Puch, al niño, al chiapaneco, durante el homenaje realizado ayer en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, donde fue presentado el libro En memoria del fuego, de la Colección Periodismo Cultural de Conaculta.
En el auditorio, donde incluso los pasillos fueron abarrotados por quienes en vida lo conocieron y compartieron anécdotas en la trinchera reporteril, Alegría Martínez moderó la mesa integrada por os compañeros que como ella fueron editores de las secciones de cultura en las Jorge Luis Espinosa colaboró: María Elena Matadamas, José Luis Martínez, Jorge Cisneros, Víctor Manuel Torres y Héctor de Mauleón.
Alegría Martínez recordó cuando en la redacción del periódico unomásuno, a principios de los años ochenta, miraba a Jorge Luis correr por los pasillos de la redacción para revisar cada detalle de la edición del día y así evitar la furia de su jefe, en ese entonces Roberto Vallarino.
“Creo que en la vida y en la profesión sí hay personas indispensables. Leer, estudiar, preparar la entrevista, hacer bien la tarea, perseverar y disfrutar su trabajo, fue parte de su método periodístico de Jorge Luis, expresó Alegría Martínez.
José Luis Martínez, quien fue editor de cultura de la revista Milenio Semanal y actualmente director del suplemento Laberinto de Milenio Diario, dijo que en una época donde los espacios para el periodismo cultural se estrechan y desaparecen en la mayoría de los medios, resulta imposible leer este libro y no pensar en tiempos mejores para esta profesión.
“De los reporteros fanáticos de su oficio, el mejor del mundo según Gabriel García Márquez, quedan pocos como Jorge Luis, quien se avocaba a dar voz a algún autor olvidado, a algún nuevo poeta o describía acontecimientos culturales con gran precisión”, refirió José Luis Martínez.
Para el director de Laberinto el periodismo cultural que se escribe actualmente pocas veces responde a su tradición y a su herencia, haciendo del texto lo menos importante ante el diseño, las fotos, los entresacados, los sumarios y las numeralias.
“Al leer cada vez más textos reducidos a su mínima expresión, celebro leer los reportajes de Jorge Luis Espinosa quien daba rienda suelta a su pasión por la escritura. Como dice Kapuścińskieste oficio no espara cínicos y Jorge Luis fue siempre honesto con su quehacer, sus textos, todos ellos ejemplo de profesionalismo y testimonio de una época que se acaba”, expuso José Luis Martínez.
Jorge Cisneros, quien fue editor de Jorge Luis en la sección de cultura de Milenio Diario, dijo que este libro muestra el gran amor por la literatura que tenía el reportero, quien dejó plasmada en cada uno de los textos que conforman el volumen, la esencia misma de una etapa luminosa del periodismo cultural en nuestro país.
“Jorge Luis –recordó Cisneros– tenía la aguda capacidad de distinguir lo banal de lo importante en términos periodísticos, sabía cuando una información debía difundirse o un entrevistado debía ser cuestionado. Contrario a los que afirman que la entrevista es una especie de rivalidad intelectual entre el periodista y el personaje, Jorge logró en este género verdaderos clásicos que ya son legendarios en la prensa nacional”.
Héctor de Mauleón afirmó que las secciones culturales han navegado en los últimos años entre el desdén y la condescendencia con la nota cultural junto al crucigrama, los horóscopos y la noticia de sociales que informa que la señorita Rosa, tierno capullo, eleva sus 15 primaveras al padre sol.
“Los fuertes condicionamientos comerciales han provocado el cierre de innumerables espacios culturales. Jorge Luis Espinosa vivió en el frente de batalla cada una de esas guerras”, afirmó De Mauleón quien fue editor de Jorge Luis en la sección de Cultura de El Independiente.
De Mauleón destacó que Jorge Luis Espinosa fue uno de los opositores del periodismo fast food y se sumó a la lucha silenciosa que se ha emprendido contra esa forma de barbarie que intenta desterrar la inteligencia de las planas de los diarios.
“Jorge Luis fue el mejor entrevistador del diarismo cultural --refirió el conductor del programa de televisión El Foco-- se había forjado en la vieja escuela. Nunca lo vi presentarse a una entrevista sin haber leído y subrayado la obra del entrevistado, era un periodista de los de entonces, que valoraba el saber en un medio donde suele ser visto como un estorbo y el estilo esta subordinado a la rapidez de la información”.
Víctor Manuel Torres afirmó que Jorge Luis Espinosa es uno de los más grandes reporteros culturales que han surgido en México en las últimas décadas.
“Esa parte de su carácter franca, honesta y solidaria la llevaba siempre consigo y la mostraba a la menor provocación. Las distracciones sólo se le quitaban de dos maneras. Cuando estaba inmerso en la fragua periodística y cuando hablaba de su hija Alba”.
María Elena Matadamas, recordó las épocas como editora de la sección de Cultura de El Universal, donde Jorge Luis consultaba en línea el Diario de Comitán y escuchaba a su compañero Miguel Ángel Ceballos preguntarle: ¿cuál fue la principal de hoy? ¿A don Gregorio se le murió su vaquita?
“Jorge Luis decía –recordó María Elena Matadamas– que a diario las noticias nacen y mueren, sin que quede de ellas más constancia que las páginas amarillas de los diarios de la hemeroteca, son llamaradas de un solo día. Una colección como la de Periodismo Cultural, permite que crónicas reportajes y entrevistas que crepitaron en el ayer vuelvan a avivarse en nuevas páginas”.
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