sábado, marzo 08, 2008

Mujer guatemalteca la despiden por tener cáncer cervicouterino

Fredy Martín Pérez.

Comitán, Chis.- Su nombre es Cruz, tiene 43 años de edad, una década en México, seis niños a su cargo, gana 40 pesos al día y padece cáncer cervicouterino, enfermedad que le provocó su despedido de un hotel donde laboraba.
En la vivienda donde vive doña Cruz Díaz Aguilar, nativa de La Democracia, Guatemala, un poblado a unos 20 kilómetros de la frontera, pero radicada hace diez años en México, la pobreza se ha arraigado en los cuartos de madera, de la casa que renta en 500 pesos mensuales, en el barrio Linda Vista, de esta localidad.
A los 14 años Cruz, contrajo matrimonio en La Democracia, del departamento de Huehuetenango y desde muy joven se quedaba sola en casa, porque su esposo siempre emigraba por lapsos a México buscar empleo. Después de enviudar optó por seguir el mismo camino.
La madre de siete hijos, todos nacidos en territorio guatemalteco, encontró trabajó en un hotel de Comitán, donde empezó a laborar en 1999.
En una jornada de ocho horas, debía lavar a mano 60 toallas, 120 sábanas y planchar 120 fundas para almohadas, para ganar 500 pesos, pero sólo hasta hace un par de años, llegó a percibir mil 500 pesos.
En el hotel ubicado en el centro histórico de este lugar y considerado uno de los “mejores” sólo le daban como único alimento al día, un vaso de café amargo. Con el sueldo que percibía mantuvo a sus tres hijos y tres nietos a su cargo.
Pero su situación se empeoró cuando los médicos le detectaron cáncer cervicouterino y es cuando la dueña del negocio la despidió.
En octubre del 2007, doña Cruz tuvo hemorragia durante tres meses, pero prefirió callar, para que la dueña, Celina Ruiz Narcia, no se enterara porque podría despedirla.
Hubo un momento que se le dificulto ocultar su malestar y fue cuando la empresaria se dio cuenta de lo que le pasaba a su empleada. “Me dijo que fuera a ver un doctor, fui a verlo y como no tenía mucho dinero el hablé con la verdad y accedió a sacarme mis estudios en 500 pesos”.
Cuando el doctor le entregó los resultados le dijo que tenía “cáncer cervicouterino”, pero una vez con los resultados en la mano, la señora Ruiz Narcia le pidió que fuera a visitar a otro médico, para confirmar si en realidad presentaba ese mal.
-¿Qué pasó después de eso, que le dijo su patrona?-Mi patrona entonces me llevó con un doctor de ella, pensando en que talvez no tenía cáncer en la matriz, pero me hicieron unos estudios y unos análisis que mandaron a México y sí salieron igual; si me detectaron ese cáncer en la matriz...Yo pagué 400 pesos para que mandaran mis estudios a México, y ella 500. Desde ahí la dueña se enojó y me preguntó que porqué estaba tan caro. Ella en un principio sí me ofreció ayuda pero después ya no quiso y se arrepintió.-¿Por qué dice que se arrepintió?- Pasaron unos días y sólo Dios sabe lo que mi patrona pensó me dijo que preparara mis cosas y que buscara quién me iba a acompañar a Tapachula porque me iba a mandar a curarme allá pero yo no tenía quien me acompañara y cuando se lo conté me dijo que si nadie se hacia responsable por mi tampoco lo iba a ser ella; me empezó a regañar.Me dijo que para que había tenido tantos hijos que ella no esperaba eso, que no tenía necesidad de andar dando vueltas por mi, y que ya no me iba a ayudar, que viera yo qué hacía.
La situación laboral se empeoró y la empresaria optó por no darle la cara a doña Cruz, al grado de ya no entregarle la ayuda de fin de año que iba de los 300 a 500 pesos.
Al final la dueña del hotel le dijo a Cruz que se fuera. “Yo le dije que iba a salir de ahí que iba a buscar la forma de curarme, y si no pues Dios sabía cuándo iba a morir”.
El 17 de febrero pasado fue el último día que laboró en el hotel y por su trabajo de una quincena sólo percibió mil pesos. No le dieron indemnización, porque la empresaria mando un grupo de abogados a su casa, para decirle que a lo mucho le pueden dar por una década de trabajo, son seis mil pesos, porque no se olvide que “es chapina”, como les dicen de manera despectiva a los guatemaltecos, y no tiene papeles.
Desde entonces, aun con un cáncer invasor en su matriz, doña Cruz se dedica a lavar ropa a 20 pesos la docena y con lo que llega a ganar en un día consigue comprar algo de alimento, medicinas y ahora para pagar luz, agua y renta.
Desde hace un mes, doña Cruz ya no tiene hemorragia, pero aun así, ha empezado a sentirse mal y la única medicina a su alcance es la que tiene con un grupo de hombres y mujeres que llegan frecuentemente a su hogar para rezar por su salud. “Con ellos oramos mucho para que me cure”, explica mientras sus ojos se llenan de lágrimas.

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