Rodulfo Reyes
A bordo de un vehículo de la Fuerza Aérea Mexicana con la altura suficiente para atravesar tramos de hasta un metro de encharcamiento, el viernes por la noche, en el trayecto del aeropuerto Carlos A. Rovirosa al centro de la ciudad, el periodista Raúl Peimbert, de Univisión, le inquirió a este reportero su opinión sobre la información oficial de que únicamente se había registrado un muerto, ¡y eso en un accidente de tránsito!, en la que se ha calificado como la peor tragedia natural del país, pese a que la inundación de Villahermosa se ha comparado con la acontecida hace algunos años en Nueva Orleáns, que con una cifra similar de los actuales damnificados tabasqueños (un millón) arrojó un saldo de 135 mil muertos.
El periodista veracruzano famoso en la televisión de habla hispana de los Estados Unidos mostraba incredulidad. Esperaba oír acaso que el que esto escribe le narrara una historia de ocultación de bajas durante el temporal. En el rostro bien afeitado de Peimbert se advertía, al menos, suspicacia.
El viernes acaso haya sido el día más crítico de la semana de la creciente. Por la mañana se observaron momentos como extraídos de una película a la altura del puente Grijalva, cuando en camiones grandes y volteos docenas de tabasqueños querían alcanzar el aeropuerto de Villahermosa.
El autor de este espacio llevaba a su familia a la terminal, obligado por la circunstancia de una hija de ocho años enferma de asma, a quien la víspera no se le había podido conseguir su medicamento especializado en la farmacia donde regularmente se le compra.
Con reservación de un día antes, empero, el vuelo programado a las 12.10 horas se canceló. Enterado de que hasta el día siguiente saldría el viaje, el que esto escribe regresó al aeropuerto, pero a las ocho de la noche que llegó a la terminal ya había partido la nave.
Regresar, como llegar, era toda una proeza. Un camión de la Fuerza Aérea transportó a la ciudad a un grupo de reporteros. Venían ahí Raúl Peimbert y su equipo. Un enviado de la BBC de Londres. Pero también un constructor y el joven médico Amador Izundégui. Ambos eran entrevistados por el comunicador inglés.
Peimbert identificó a este reportero, a quien conoció en Chiapas, en 1995. Por supuesto, lo primero que quería oír el periodista veracruzano era la versión de un natural de la zona de desastre.
Todo iba bien. Peimbert tomaba nota de que se trataba de la peor inundación de todas las épocas en Tabasco. Que la presa “Peñitas” estaba turbinando dos mil metros cúbicos por segundo, lo que eso significara. Y que ya había un millón de damnificados.
El camarógrafo de Univisión se daba gusto enfocando los ríos de agua que corrían donde hasta la semana pasada había una carretera de cuatro carriles. Los efectivos de la FAM que traían la misión de repartir despensas no sabían qué hacer con el famoso periodista.
Una charla fluida, fuera de grabadoras y cámaras. Peimbert quiso saber si no había inconveniente en que este reportero saliera a cuadro declarando como testigo de primera mano de la inundación. No. Una máxima del oficio dice que los reporteros dan la noticia, no son la noticia.
En un atolladero sobre el puente Grijalva, de pronto, a Peimbert se le arrugó el entrecejo cuando, a su pregunta, este columnista respondió que sólo se había registrado un muerto. Y eso, se explayó doctamente el autor de estas líneas, porque una camioneta que ayudaba en los rescates se había volcado, provocando la muerte del conductor.
__ ¿Un muerto nada más? __volvió a preguntar el afamado periodista de la televisión estadunidense en español.
__ ¿A qué atribuyes que el gobierno sólo haya informado de un muerto? __insistió, sin suerte, pues no escuchó lo que acaso quería oír. Esto es, que se estaba ocultando información. Y todas esas cosas que le den el sabor a la prensa del escándalo, sobre todo en el periodismo latino de Estados Unidos.
Pero, a decir verdad, cualquiera pudiere pensar que es una exageración informar que en un estado donde el temporal ha dejado un millón de afectados, tan sólo se haya registrado un deceso.
Después de repasar toda la noche una respuesta lo más racional posible, a este reportero se le ocurre decir que no hubo muertos en la medida en que Peimbert suponía por el hecho de que las autoridades dieron la voz de alerta oportunamente, con suficiente tiempo para que la población se pusiera a buen recaudo.
Sin embargo, la mejor razón para argumentar que no se haya presentado un número mayor de bajas, es simple y sencillamente por la circunstancia de que en Tabasco por siempre ha existido la cultura del agua.
VALORES ENTENDIDOS…
MUCHOS SE PREGUNTAN dónde están los próceres de la política tabasqueña que pusieron en alto, es un decir, el nombre de Tabasco en las elecciones presidenciales de julio de 2006… AL MENOS ES un logro que la oposición haya cerrado el pico… Con decir que en frentes antigobiernistas se ha subrayado que ¡la administración de Andrés Granier se ha ganado el reconocimiento de todos los sectores por haber dado la cara ante el fenómeno meteorológico actual!
A bordo de un vehículo de la Fuerza Aérea Mexicana con la altura suficiente para atravesar tramos de hasta un metro de encharcamiento, el viernes por la noche, en el trayecto del aeropuerto Carlos A. Rovirosa al centro de la ciudad, el periodista Raúl Peimbert, de Univisión, le inquirió a este reportero su opinión sobre la información oficial de que únicamente se había registrado un muerto, ¡y eso en un accidente de tránsito!, en la que se ha calificado como la peor tragedia natural del país, pese a que la inundación de Villahermosa se ha comparado con la acontecida hace algunos años en Nueva Orleáns, que con una cifra similar de los actuales damnificados tabasqueños (un millón) arrojó un saldo de 135 mil muertos.
El periodista veracruzano famoso en la televisión de habla hispana de los Estados Unidos mostraba incredulidad. Esperaba oír acaso que el que esto escribe le narrara una historia de ocultación de bajas durante el temporal. En el rostro bien afeitado de Peimbert se advertía, al menos, suspicacia.
El viernes acaso haya sido el día más crítico de la semana de la creciente. Por la mañana se observaron momentos como extraídos de una película a la altura del puente Grijalva, cuando en camiones grandes y volteos docenas de tabasqueños querían alcanzar el aeropuerto de Villahermosa.
El autor de este espacio llevaba a su familia a la terminal, obligado por la circunstancia de una hija de ocho años enferma de asma, a quien la víspera no se le había podido conseguir su medicamento especializado en la farmacia donde regularmente se le compra.
Con reservación de un día antes, empero, el vuelo programado a las 12.10 horas se canceló. Enterado de que hasta el día siguiente saldría el viaje, el que esto escribe regresó al aeropuerto, pero a las ocho de la noche que llegó a la terminal ya había partido la nave.
Regresar, como llegar, era toda una proeza. Un camión de la Fuerza Aérea transportó a la ciudad a un grupo de reporteros. Venían ahí Raúl Peimbert y su equipo. Un enviado de la BBC de Londres. Pero también un constructor y el joven médico Amador Izundégui. Ambos eran entrevistados por el comunicador inglés.
Peimbert identificó a este reportero, a quien conoció en Chiapas, en 1995. Por supuesto, lo primero que quería oír el periodista veracruzano era la versión de un natural de la zona de desastre.
Todo iba bien. Peimbert tomaba nota de que se trataba de la peor inundación de todas las épocas en Tabasco. Que la presa “Peñitas” estaba turbinando dos mil metros cúbicos por segundo, lo que eso significara. Y que ya había un millón de damnificados.
El camarógrafo de Univisión se daba gusto enfocando los ríos de agua que corrían donde hasta la semana pasada había una carretera de cuatro carriles. Los efectivos de la FAM que traían la misión de repartir despensas no sabían qué hacer con el famoso periodista.
Una charla fluida, fuera de grabadoras y cámaras. Peimbert quiso saber si no había inconveniente en que este reportero saliera a cuadro declarando como testigo de primera mano de la inundación. No. Una máxima del oficio dice que los reporteros dan la noticia, no son la noticia.
En un atolladero sobre el puente Grijalva, de pronto, a Peimbert se le arrugó el entrecejo cuando, a su pregunta, este columnista respondió que sólo se había registrado un muerto. Y eso, se explayó doctamente el autor de estas líneas, porque una camioneta que ayudaba en los rescates se había volcado, provocando la muerte del conductor.
__ ¿Un muerto nada más? __volvió a preguntar el afamado periodista de la televisión estadunidense en español.
__ ¿A qué atribuyes que el gobierno sólo haya informado de un muerto? __insistió, sin suerte, pues no escuchó lo que acaso quería oír. Esto es, que se estaba ocultando información. Y todas esas cosas que le den el sabor a la prensa del escándalo, sobre todo en el periodismo latino de Estados Unidos.
Pero, a decir verdad, cualquiera pudiere pensar que es una exageración informar que en un estado donde el temporal ha dejado un millón de afectados, tan sólo se haya registrado un deceso.
Después de repasar toda la noche una respuesta lo más racional posible, a este reportero se le ocurre decir que no hubo muertos en la medida en que Peimbert suponía por el hecho de que las autoridades dieron la voz de alerta oportunamente, con suficiente tiempo para que la población se pusiera a buen recaudo.
Sin embargo, la mejor razón para argumentar que no se haya presentado un número mayor de bajas, es simple y sencillamente por la circunstancia de que en Tabasco por siempre ha existido la cultura del agua.
VALORES ENTENDIDOS…
MUCHOS SE PREGUNTAN dónde están los próceres de la política tabasqueña que pusieron en alto, es un decir, el nombre de Tabasco en las elecciones presidenciales de julio de 2006… AL MENOS ES un logro que la oposición haya cerrado el pico… Con decir que en frentes antigobiernistas se ha subrayado que ¡la administración de Andrés Granier se ha ganado el reconocimiento de todos los sectores por haber dado la cara ante el fenómeno meteorológico actual!




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