
Abenamar Sánchez
12:00 horas. En el Caracol de Morelia -en Altamirano- irrumpe el himno zapatista. Hombres y mujeres cantan, bajo un amplio galerón, en posición de saludo marcial. Afuera, se entonan las chicharras.
Primero fue el himno mexicano.
¿Quién rasga la guitarra?
-Heriberto.
Es un hombre delgado que vive a cuatro horas de aquí caminando terracería o vereda, porque la mayoría de la gente que está aquí vive a media hora, a una o hasta a cinco horas de camino.
Siempre hay gente, pero hoy se ve más movimiento, comenta alguien. ¿El motivo? Es fin de mes: los zapatistas de esta región, bueno, los responsables de algún proyecto, se reúnen para informar sobre los avances de la autonomía.
Eso ha contado el joven Elías. Se ve que no alcanza los 20 años, pero ya es administrador de una tienda zapatista. Salió desde la madrugada de su pueblo Ocosingo, trepado en una camioneta, a unos cuarenta kilómetros de aquí, pero el carro sólo llegó al ejido Morelia.
De ahí para el Caracol Morelia, sólo unos minutos. Este día tuvo suerte: una camioneta lo acercó al Caracol, allí cerca donde en letras grandes dice "Bienvenidos" y se ve el dibujo de hombro para arriba del general Emiliano Zapata.
-Aquí es el Caracol Morelia - dice.
Apenas franqueando la tranca, una mujer solicita los documentos. Elías pasa directamente. No trae documentos a mano, pero sí una mochilita. Los hombres y mujeres de aquí ya no llevan capucha. Ésta sólo se ve que la portan aquellas personas pintadas en las paredes.
Las oficinas, los campamentos y alguna tiendita de aquí, como en los otros caracoles, también están vestidas de murales que trazan la cosmovisión indígena: rostros indígenas, rostros encapuchados, la siembra y la naturaleza
Unos niños juguetean en la alfombra de pasto verde. Otros se esconden del desconocido o se muestran timoratos. De hecho, Elías habló un poco temeroso durante el breve aventón en la camioneta. Cuando la irrupción armada hace trece años, que llevó a la toma de siete cabeceras municipales, entre ellas Altamirano, él también era apenas un niño.
Hoy es zapatista. Ha confiado que lo es y que asiste a una reunión mensual.
-Soy administrador de una tienda.
-¿Pero cómo le hacen para manejar los precios justos?
De entrada respondió con un silencio. Sólo se escuchaba el crujir de las piedras bajo las llantas, y por la ventanilla de la camioneta se veían pasar las rozas, los potreros y los verdes campos de abril.
Estaba por repetirle la pregunta, cuando:
-Nos surtimos en Guatemala.
Si meten la mercancía por ese país vecino -explicó- les sale a un costo más bajo. De lo contrario se tendrían que manejar precios altos que no podría pagar la gente pobre.
Explicó breve. Guardó silencio. Observaba desde la ventanilla, con un aire de estar tomado como por un lejano recuerdo. El ejido Morelia ha quedado en la historia como una de las zonas donde se maduró el zapatismo.
De aquí también es el germen del proyecto de autonomía -sembrado por la Fuerzas de Liberación Nacional en los 80 y el EZLN en los 90 junto con organizaciones campesinas e indígenas- que se busca respaldar con algunas estrategias, entre ellas las tiendas zapatistas.
-Es para sostenernos.
Con más precisión se escuchan las chicharras.
Se ha llegado al Caracol Morelia, donde está la Junta de Buen Gobierno el Arco iris de la Esperanza integrado por hombres que no perciben salario alguno. Este día, dicen estar cargados de trabajo.
-Es que tenemos reunión... es fin de mes- se justifica uno, flaco y dientes plateados.
-Seguimos en lucha- dirá más tarde uno de ellos afuera.
También se lee eso apenas saliendo de Ocosingo, a unos 150 kilómetros de la capital del estado. Sobre la marcha, desde la carretera que luego trueca de pavimento a terracería, se observa:
La lucha sigue.
La pinta está en la pared de una casita que luce abandonada.
-Es que la guerra no ha terminado - ha dicho Raymundo Sánchez Barraza.
Coordinador del CIDECI y de la Universidad de la Tierra, Sánchez Barraza habla de la situación en la que se está desarrollando el proceso de autonomía de las comunidades indígenas.
Las tiendas, ha dicho el joven Elías, son para sostener el proceso.
Si bien en Morelia los zapatistas ya no portan la capucha y arma alguna, preservan el coraje de hacer algo diferente. Eso cuenta el indígena Heriberto que está de servicio social en esta semana. Es quien turna la visita a la Junta de Buen Gobierno. Es joven.
La autoridad de aquí, representante de los siete Municipios Autónomo Rebeldes Zapatistas (MAREZ) que hablan tzotzil, tzeltal y tojolabal, está nutrida de jóvenes. El académico Arturo Lomelí insiste que de jóvenes se está nutriendo el neozapatismo.
En las otras Juntas, como en Oventik y la Garrucha, zonas Altos y Selva, se ven milicianos que aparentan menos de 20 años. Gerardo González, investigador del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), sugiere tomar en cuenta a la generación joven de las comunidades indígenas zapatistas.
En este Caracol, un descampado bajo una quebrada, hay niños de dos o tres o cinco o diez años que están creciendo en el marco del zapatismo. Pedro es uno de ellos. Tendrá unos ocho o diez años. Mientras Heriberto platica sobre su militancia zapatista, él juguetea frente a una caseta de vigilancia.
Ahí mismo esperan turno unos integrantes de la Organización Campesina Democrática Independiente (OCEZ-DI). Somos miembros adherentes de la Otra Campaña, comenta uno de ellos. El EZLN está cohesionando las fuerzas de izquierda en México, como una esperanza (dice Carlos Rojas), ante un posible estallido social.
Gerardo González sugiere no perder de vista a la Otra Campaña. ¿Qué es lo que está planeando el EZLN?, se pregunta. Días después el subcomandante Marcos dirá a un diario británico que el zapatismo dará una última batalla. Pero antes, Gustavo Castro, de Educación para la Paz (EDUPAZ), dirá que el zapatismo es un movimiento que aún no se termina por conocer.
Lo que busca el EZLN es una transformación radical, dicen estudiosos que trabajan con comunidades zapatistas. Pretende un gobierno diferente, pero ¿cuál es el salto que pretende dar para consolidarlo? El antropólogo Gaspar Morquecho Escamilla repasa la evolución del movimiento de 1994 a la fecha para trazar el camino del zapatismo que ha sorteado oficiales políticas consideradas contrainsurgentes.
De entrada, precisa tres ejes: el EZLN como estructura militar, las zonas liberadas y las bases de apoyo. Tras la guerra de los primeros días de enero, el EZLN ve venir una política de remunicipalización y opta por romper el cerco el 19 de diciembre de 1993 para crear más de 30 MAREZ. Hay un cambio de concepto en cuanto al sistema de gobierno: se opta por el mando civil en el zapatismo.
Tras la ofensiva militar de 1995, cuando la amplia militarización de la llamada zona de conflicto, el EZLN y el Gobierno Federal pactan los Acuerdos de San Andrés que hasta el momento no se han cumplido. Se rompe el diálogo: el EZLN pide la desmilitarización como una de las condiciones para retomarlo. No hay diálogo. Se opta por el silencio y se consolidan los sistemas de educación, salud y producción autónomos. Llega la Sexta Declaración de la Selva.
En ella está el soporte de un proyecto radical. Gaspar Morquecho, Arturo Lomelí, Gustavo Castro, Raymundo Barraza, Jorge Santiago, Gerardo González y algunos milicianos zapatistas coinciden en que la Sexta Declaración marca una etapa crucial del zapatismo y es la prueba de que el movimiento va caminando, obvio con sus altibajos y marcado aún por el control político militar: si no, que digan porqué estaría o habría estado castigado el teniente coronel Rolando en Las Tacitas.
Gerardo González comenta que supuestamente el Teniente Coronel habría sido castigado a mediados de abril. Se abstiene de contar el motivo, y habla de que habría desertado un alto mando de La Garrucha. A lo último le encuentra una explicación en la realidad social, pero luego advierte que para hablar del zapatismo no se debe de limitar a las salidas o no de milicianos sino hay que ver qué está ocurriendo abajo. Lo que es innegable, dice, es que el zapatismo está avanzando.
En eso coinciden Elías y Heriberto.
-Estamos trabajando ya de manera organizada y planeada.
Salta una imagen. Recuerdo mediato: por la mañana, antes de llegar al Caracol, a orillas de la carretera:
un descampado,
una pareja,
yunta de bueyes,
roza no quemada,
y desde el carro, una expresión de Elías:
-Algo se está haciendo.




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