María de Jesús Peters.
Arriaga, Chis.— Decenas de inmigrantes y organizaciones no gubernamentales (ONG) se manifestaron de manera pacífica para exigir a los gobiernos de México y Estados Unidos que frenen la represión, abuso, secuestro, violaciones y homicidio contra los indocumentados que cruzan por la frontera sur, en el marco de la celebración de la Semana Santa.
Portando mantas con las leyendas: “¡Calderón somos inmigrantes no delincuentes, respeten nuestros derechos humanos!” “¡La dignidad del inmigrante no tiene fronteras!” y “¡Basta de represión, secuestros, violaciones y asesinatos!”, los “sin papeles” iniciaron la caminata del albergue Hogar de la Misericordia hasta las vías del ferrocarril.
El contingente fue encabezado por el salvadoreño Manuel de Jesús Mejía, de 48 años, quien representó a Jesucristo en este Viacrucis organizado por la Iglesia católica para protestar por la ola de violencia por parte de la delincuencia organizada y diversas corporaciones policiacas, y hacer conciencia en la ciudadanía que los inmigrantes no son delincuentes, sino personas que buscan mejores condiciones de vida en Estados Unidos, dijo el encargado del albergue, Carlos Bartolo.
Portando cruces en memoria de los inmigrantes caídos en el camino, el contingente de hombres, mujeres y niños con cantos religiosos recorrieron las calles de esta ciudad, hasta llegar a las vías donde se leyó la tercera estación denominada “Le cargan la cruz”, realizada por la Pastoral de la Movilidad Humana.
“Se ha creado una atmósfera en la que se discrimina y abusa de los inmigrantes como consecuencia de actitudes antiinmigrantes latentes tanto en México como en Estados Unidos”, dijo uno de los “sin papeles” que leyó el texto religioso.
“Únanse, hermanos inmigrantes, es para pedir que no nos traten mal y que respeten nuestros derechos humanos”, decía Pedro Choc a un grupo que aguardaba la salida del tren.
El contingente de extranjeros, acompañados por representantes del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova y del albergue Jesús del Buen Pastor del Pobre y del Migrante, suspendió por algunos minutos la marcha para escuchar la octava estación “El rostro desfigurado”, en donde se denuncia que en México la aplicación de leyes migratorias, mediante el uso específico de criterios racistas para identificar a migrantes que intentan llegar a Estados Unidos, ha estado marcada por la corrupción, atropellos y abusos sistemáticos de derechos humanos.
Sin importar el cansancio de varios días de camino, la sed y los fuertes rayos del sol, los indocumentados continuaron su recorrido. Luego, se leyó la décima estación, “Las mujeres migrantes”, que dice que las indocumentadas, “a veces indígenas, a veces con escasa preparación, desconociendo la cultura, incluso el idioma de la zona que atraviesan o en la que van a residir, son susceptibles de ser lastimadas sobre todo por quien, con una actitud prepotente e ignorando su dignidad y derechos, opta por abusar de ellas ya que las ve o sabe vulnerables.
La decimotercera estación, “Las leyes injustas”, señala que la especial preocupación son las políticas de control fronterizo que ambos gobiernos buscan ejecutar, políticas que han contribuido al abuso e incluso a la muerte de inmigrantes en México y Estados Unidos.
La manifestación del Viacrucis del inmigrante concluyó luego de casi tres horas de caminata, con la lectura de la decimocuarta estación, “Muerte en la Cruz”, donde se denuncia que a lo largo de la frontera entre ambas naciones el gobierno ha emprendido iniciativas de bloqueo fronterizo, con el objetivo de desalentar la migración indocumentada hacia Estados Unidos.
“En lugar de tener el efecto de reducir los cruces ilegales, los operativos han forzado a los ‘sin papeles’ a cruzar por zonas remotas y peligrosas en la región suroeste de Norteamérica, resultando un número alarmante de muertes”, refiere el texto católico.
Arriaga, Chis.— Decenas de inmigrantes y organizaciones no gubernamentales (ONG) se manifestaron de manera pacífica para exigir a los gobiernos de México y Estados Unidos que frenen la represión, abuso, secuestro, violaciones y homicidio contra los indocumentados que cruzan por la frontera sur, en el marco de la celebración de la Semana Santa.
Portando mantas con las leyendas: “¡Calderón somos inmigrantes no delincuentes, respeten nuestros derechos humanos!” “¡La dignidad del inmigrante no tiene fronteras!” y “¡Basta de represión, secuestros, violaciones y asesinatos!”, los “sin papeles” iniciaron la caminata del albergue Hogar de la Misericordia hasta las vías del ferrocarril.
El contingente fue encabezado por el salvadoreño Manuel de Jesús Mejía, de 48 años, quien representó a Jesucristo en este Viacrucis organizado por la Iglesia católica para protestar por la ola de violencia por parte de la delincuencia organizada y diversas corporaciones policiacas, y hacer conciencia en la ciudadanía que los inmigrantes no son delincuentes, sino personas que buscan mejores condiciones de vida en Estados Unidos, dijo el encargado del albergue, Carlos Bartolo.
Portando cruces en memoria de los inmigrantes caídos en el camino, el contingente de hombres, mujeres y niños con cantos religiosos recorrieron las calles de esta ciudad, hasta llegar a las vías donde se leyó la tercera estación denominada “Le cargan la cruz”, realizada por la Pastoral de la Movilidad Humana.
“Se ha creado una atmósfera en la que se discrimina y abusa de los inmigrantes como consecuencia de actitudes antiinmigrantes latentes tanto en México como en Estados Unidos”, dijo uno de los “sin papeles” que leyó el texto religioso.
“Únanse, hermanos inmigrantes, es para pedir que no nos traten mal y que respeten nuestros derechos humanos”, decía Pedro Choc a un grupo que aguardaba la salida del tren.
El contingente de extranjeros, acompañados por representantes del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova y del albergue Jesús del Buen Pastor del Pobre y del Migrante, suspendió por algunos minutos la marcha para escuchar la octava estación “El rostro desfigurado”, en donde se denuncia que en México la aplicación de leyes migratorias, mediante el uso específico de criterios racistas para identificar a migrantes que intentan llegar a Estados Unidos, ha estado marcada por la corrupción, atropellos y abusos sistemáticos de derechos humanos.
Sin importar el cansancio de varios días de camino, la sed y los fuertes rayos del sol, los indocumentados continuaron su recorrido. Luego, se leyó la décima estación, “Las mujeres migrantes”, que dice que las indocumentadas, “a veces indígenas, a veces con escasa preparación, desconociendo la cultura, incluso el idioma de la zona que atraviesan o en la que van a residir, son susceptibles de ser lastimadas sobre todo por quien, con una actitud prepotente e ignorando su dignidad y derechos, opta por abusar de ellas ya que las ve o sabe vulnerables.
La decimotercera estación, “Las leyes injustas”, señala que la especial preocupación son las políticas de control fronterizo que ambos gobiernos buscan ejecutar, políticas que han contribuido al abuso e incluso a la muerte de inmigrantes en México y Estados Unidos.
La manifestación del Viacrucis del inmigrante concluyó luego de casi tres horas de caminata, con la lectura de la decimocuarta estación, “Muerte en la Cruz”, donde se denuncia que a lo largo de la frontera entre ambas naciones el gobierno ha emprendido iniciativas de bloqueo fronterizo, con el objetivo de desalentar la migración indocumentada hacia Estados Unidos.
“En lugar de tener el efecto de reducir los cruces ilegales, los operativos han forzado a los ‘sin papeles’ a cruzar por zonas remotas y peligrosas en la región suroeste de Norteamérica, resultando un número alarmante de muertes”, refiere el texto católico.
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