miércoles, septiembre 05, 2007

EL PRESIDENTE NO ES EL PAIS

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

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Estuvimos a la expectativa sobre cómo se desarrollaría el informe que el Presidente de la República debía rendir ante el Congreso y la nación. Después de las peripecias para salvar la letra de la ley, el país sigue su marcha. Muchos millones ni se enteraron de lo acontecido, y su vida no se detuvo por este evento.

Para muchas personas, la figura presidencial es determinante, decisiva, porque se imaginan que todo depende de él; piensan que con su palabra puede hacer y deshacer; que el rumbo del país depende casi exclusivamente de su persona. Sin embargo, el actual Presidente prometió generar muchos empleos, cosa que no ha podido cumplir, no porque no quiera, sino por muchos factores de la política económica nacional e internacional, que no están en sus manos.

Otros deciden organizar, en forma autónoma, su vida personal y su comunidad, sin tomar en cuenta al gobierno. Por sistema, rechazan cuanto promueva la autoridad legalmente constituida. ¿Cuál es la actitud que propone la Doctrina Social de la Iglesia?

JUZGAR
En el Documento que elaboramos en Aparecida, Brasil, dijimos: “Con la presencia más protagónica de la sociedad civil y la irrupción de nuevos actores sociales, como son los indígenas, los afroamericanos, las mujeres, los profesionales, una extendida clase media y los sectores marginados organizados, se está fortaleciendo la democracia participativa, y se están creando mayores espacios de participación política. Estos grupos están tomando conciencia del poder que tienen entre manos y de la posibilidad de generar cambios importantes para el logro de políticas públicas más justas, que reviertan su situación de exclusión. En este plano, se percibe también una creciente influencia de organismos de Naciones Unidas y de Organizaciones No Gubernamentales de carácter internacional, que no siempre ajustan sus recomendaciones a criterios éticos. No faltan también actuaciones que radicalizan las posiciones, fomentan la conflictividad y la polarización extremas, y ponen ese potencial al servicio de intereses ajenos a los suyos, lo que, a la larga, puede frustrar y revertir negativamente sus esperanzas” (No.75).

“Hay que aplicar el principio de subsidiariedad en todos los niveles y estructuras de la organización social. En efecto, el Estado y el mercado no satisfacen ni pueden satisfacer todas las necesidades humanas. Cabe, pues, apreciar y alentar los voluntariados sociales, las diversas formas de libre autoorganización y participación populares y las obras caritativas, educativas, hospitalarias, de cooperación en el trabajo y otras promovidas por la Iglesia, que responden adecuadamente a estas necesidades” (Ib. 539).

ACTUAR
¿Qué hacer? Los obispos no intentamos organizar un partido político, como alternativa para un cambio social. “Proponemos apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política. Por ello, son muy importantes los espacios de participación de la sociedad civil para la vigencia de la democracia, una verdadera economía solidaria y un desarrollo integral, solidario y sustentable” (Documento de Aparecida, No. 406).

El país depende de todos, y no sólo de las autoridades. Todos somos importantes, y cada quien podemos y debemos hacer algo para que la situación mejore. Hay asuntos que nos trascienden; pero muchas cosas dependen de nosotros. Por ejemplo, no hay que esperar que el gobierno levante toda la basura, cuando cada quien debemos evitar tirarla por todas partes, y podemos recoger la que está a nuestro alcance. Si hay un “bache” o agujero en la calle, le podemos echar aunque sea un poco de tierra o arena, y no esperar pasivamente hasta que la autoridad lo tape.

El infantilismo y el paternalismo nos perjudican a todos. El Presidente, a pesar de que es muy importante y poderoso, ni se entera de nuestros problemas cotidianos; somos nosotros quienes debemos hacer lo posible por remediarlos. Sin embargo, tampoco es sano prescindir sistemáticamente de la autoridad. Unidos, somos la solución.

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