NUEVOS JUDAS, HERODES Y PILATOS
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
Nada conmueve a algunos legisladores del Distrito Federal; al contrario, se envalentonan más y ponen todo su honor en no ceder. Pareciera que, si entraran en razón y se enternecieran ante los miembros destrozados del ser humano concebido en el seno materno y no autorizaran su asesinato impune, hubieran sido dominados por la jerarquía católica. Es lo que menos quieren: dar su brazo a torcer, como si esto fuera un juego de fuerzas políticas, y no de vidas humanas. Se les ha hecho ver que es justo y necesario proteger la salud de la mujer embarazada, pero no a costa de sacrificar a la persona que lleva en sus entrañas. ¿Qué no les importa la vida de un ser humano, indefenso e inerme? ¿Su prestigio político se construye a base de sangre inocente?
Se ha desatado una andanada de ofensas, editoriales, entrevistas y caricaturas contra quienes defendemos la vida intrauterina, cobijándose en la acusación generalizada de una supuesta protección a clérigos pederastas. Por más que les decimos que no defendemos a quienes abusan de menores, siguen esgrimiendo esa arma. A toda costa quieren restarnos autoridad moral y deslegitimar nuestra lucha contra quienes abusan de su poder legislativo para dejar sin castigo a quien destruye no sólo sicológica, sino integralmente a niñas y niños concebidos, autorizando matarlos. Aplaudimos a legisladores que endurecieron las penas contra pederastas, pero ahora reprobamos a quienes alegan el “derecho” de eliminar a un ser humano vivo, que tiene derechos iguales a los de su madre.
Se aducen encuestas de supuestos “católicos”, con criterios y comportamientos totalmente contrarios a la Palabra de Dios, que la Iglesia sólo transmite y no puede enmendar, como si tales opiniones fueran la base de verdad y de bien, para decidir lo bueno y lo malo. Esas encuestas demuestran, en primer lugar, que México no es tan católico como se pensaría estadísticamente. En segundo lugar, que esos mal llamados “católicos y católicas” cimentan su derecho a decidir en lo que opina la mayoría, en la corriente de moda, sin caer en cuenta de que dejarse llevar por la corriente es ir hacia abajo, como todas las corrientes de los ríos. La ética no depende del gusto de las mayorías, sino de principios fundamentados en la naturaleza humana. La religión no se rige por opiniones generalizadas, sino por lo que Dios mismo ordena. La vida humana en el seno materno no depende de votos, pues este derecho del ser humano no puede sujetarse a gustos y manipulaciones de encuestas y votaciones.
JUZGAR
Estamos en Semana Santa; pero parece que a esos legisladores la muerte de Cristo les sirve sólo para vacacionar, no para reflexionar en lo que quieren hacer. Están actualizando la pasión de Cristo, haciendo sufrir lo indecible a seres inocentes.
Judas, por dinero y por otras intenciones poco claras, entregó a Jesús. Era uno de los discípulos elegidos por el mismo Cristo, pero lo traicionó con un beso, como si fuera su amigo. Hoy también hay muchos judas, elegidos por el pueblo para dar vida al mismo pueblo, pero que traicionan su vocación. Si en sus campañas hubieran ofrecido lo que ahora están haciendo, quizá no habrían sido elegidos, como le pasó a una candidata presidencial. Casi no hablaban del tema, pues sabían que perdían votos. Ahora, como con un beso a la salud de las mujeres, disimulan su traición. También son verdaderos judas los médicos y cuantos lucran con el aborto provocado; lo que les importa es el dinero, no la vida de las mujeres y de los niños concebidos. ¡Sólo recuerden cómo terminó Judas: ahorcándose desesperado, porque no aguantó el remordimiento! De él dijo Jesús: “El Hijo del hombre va a morir, según lo decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien será entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido” (Lc 22,22; Mt 26,24)
Herodes, con tal de conservar su poder, eliminó a cientos de niños ya nacidos, pues se imaginaba que alguno de ellos sería el Rey de Israel. Abusó de su poder, para mandar destruir a seres inocentes. No se manchó físicamente las manos, pero sus órdenes fueron asesinas. Es lo mismo que sucede hoy. Autoridades y legisladores, amparados en su fuerza política y arropados por grupos muy activos, abusan de su dominio mayoritario para legitimar el exterminio de miles y millones de seres humanos frágiles e indefensos. ¿Por qué insisten sólo en cuidar la salud pública, en proteger a la mujer embarazada, lo cual siempre es encomiable, y no defienden con la misma convicción la vida de un ser humano concebido en el seno materno? ¿No les importan estas vidas? ¿Por qué son tan parciales, defendiendo a la mujer, y no a los niños y niñas fruto de sus entrañas?
Pilato estaba convencido de la inocencia de Jesús e intentó liberarlo; pero ante la presión de autoridades religiosas de su tiempo y de las turbas, así como por su temor de mayores revueltas y de perder su puesto, se lavó las manos y ordenó la tortura y crucifixión de Jesús. Hoy también puede haber legisladores y autoridades que quizá estén convencidos de que ampliar las causales para despenalizar el aborto no sea lo justo, pero ceden a las presiones, se lavan las manos y, por temor a perder su puesto y su sueldo, no luchan por defender el derecho a nacer que tienen los concebidos. ¡Son verdaderos seres humanos!
ACTUAR
Intensifiquemos nuestras plegarias al Señor de la historia, para que conceda su Espíritu a los legisladores y cambien de actitud. Sin embargo, Dios respeta la libertad humana, y nos confía la conducción de la historia. Por ello, quienes tengan posibilidad de hacer llegar su opinión a legisladores empeñados en dar más libertad para matar, procuren hablarles o enviarles mensajes, para que rectifiquen. Una palabra puede salvar muchas vidas.
Las mujeres que han experimentado el dolor de haber abortado, transmitan su experiencia a quienes intentan hacerlo. Así, colaborarán para hacer este mundo más justo y habitable, en vez de que sea más y más una carnicería humana.
Cuidemos el tipo de educación sexual que se imparte en las escuelas públicas, a espaldas de los padres de familia, pues muchos embarazos prematuros y no deseados son fruto de la siempre necesaria información, pero que parece más bien una incitación al libertinaje sexual. Desde la familia, hay que formar a los hijos en el conocimiento y el respeto a su sexualidad, conforme a los valores y las creencias del hogar.
Es tiempo de definirse y ser verdaderos discípulos de Cristo, no católicos a medias, remar contra corriente, exponerse a incomprensiones, para que los no nacidos tengan vida.
miércoles, abril 04, 2007
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