lunes, diciembre 10, 2012

Incendio en la librería Sol y luna


Fredy Martín Pérez

San Cristóbal de las Casas, Chiapas; 9 de Diciembre.- Lidia Sánchez camina entre una montaña de carbón. La mujer está desecha. Su patrimonio que construyó desde que era estudiante de preparatoria, hace 30 años, fue calcinado. Sus pérdidas las valúa en 3 millones y medio de pesos, dice.

La tarde del domingo Sánchez llegó acompañada de su hermana, un hombre adulto y un joven, para tratar de rescatar algunas pertenencias de lo que fue la librería Sol y luna, fundada por el investigador Edgar Ruano Naranjo, hoy embajador de Guatemala en Nicaragua, en la década de los años 80, cuando era maestro de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach).
Entre la tragedia, doña Lidia se da tiempo para hablar con el reportero y cuenta que la librería de su propiedad contaba con miles de volúmenes. “Eran tres salas de libros”.
Lidia y su hermana, que atendían el negocio de 9 de la mañana a 9 de la noche, clasificaron la mayor parte de los libros en: antropología de Chiapas, antropología maya, antropología de Guatemala, esoterismo, salud, diccionarios, derecho, literatura, ciencia, poesía, teatro, guías turísticas, sociología, economía, arquitectura…
El negocio contaba con la colección de libros hechos a mano del Taller Leñateros, que dirige la poeta Ambar Past, como Mayan Hearts, (Diccionario del corazón), que se vendía a 3 mil pesos; Incantationes by mayan women, en mil 300 pesos y otros de menor precio.
Se perdieron reproducciones de códices mayas, que costaban 700 pesos; un diccionario maya valuado en mil 600 pesos, también discos compactos y fotografías.
Lidia Sánchez recuerda que como estudiante de secundaria, empezó a trabajar en la librería cuando era propiedad de Ruano Naranjo, pero cuando cursaba el bachillerato pasó a propiedad de la también guatemalteca Claudia Estrada Cuevas.
Pero meses después Estrada Cuevas se sinceró y dijo que no podía más con el negocio. Fue entonces que Lidia Sánchez adquirió la librería y ya no pudo continuar estudiando en la universidad. De eso han pasado tres décadas.
La otra librería que fundó el maestro Ruano Narajo, se ubica en la 12 Calle número 3-55, en la Zona 1, de la capital guatemalteca, donde aún sigue funcionando.
En estos 30 años, Sánchez consolidó el negocio, hasta convertir la librería en un referente para estudiantes y estudiosos de la arqueología, historia y antropología.
Durante algún tiempo, a Sánchez se le ocurrió solicitar ayuda de estudiantes universitarios, a los que se les apoyaba con un mínimo apoyo económico, pero se les permitía tener acceso a obras, para que realizaran sus tareas.
Sánchez cuenta que la mejor temporada de ventas del negocio, era cuando llegaban los turistas extranjeros a San Cristóbal. Es esta época que la librería tenía mejores ingresos, para pagar los 7 mil 500 pesos de renta y los sueldos de seis trabajadores, que ahora se quedan en el desamparo.
-¿No estaba asegurado su negocio?
-No, porque los seguros son muy caros y con la venta, apenas nos daba para poder mantener el negocio.
-¿Va tratar de empezar de nuevo con su negocio?
-Ahorita no sabría decir.
-¿Qué le pediría a las autoridades?
-Yo le pediría al gobernador Manuel Velasco Coello que nos ayude para poder recuperar la librería, para empezar de nuevo. Este era un espacio cultural.
Lidia Sánchez tiene los ojos rojos. Ha llorado continuamente desde el sábado por la madrugada. En la tarde del domingo, sólo logró recuperar de los escombros, unas bolsas de plástico con monedas de a peso y 50 centavos; menos de cinco libros chamuscados; la figura de un sol de barro; un libro de entradas y papeles mojados.
En la calle Real de Guadalupe, los curiosos se arremolinan frente al edificio quemado. La mayoría opina. Un bombero le dice a un joven: “Lo bueno es que llegamos a tiempo, si no (el fuego) se nos pasa a otros edificios”.

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