lunes, noviembre 14, 2011

La misión de la universidad en el mundo de hoy

UNIVERSIDAD MESOAMERICANA, CHIAPAS.

*Santos Antonio Tobar

¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestro ideal educativo? ¿Cómo entendemos la misión de la Universidad en el mundo en estos momentos?

En no pocas ocasiones hemos tenido la oportunidad de comentar con nuestros compañeros de aula los temas cruciales sobre los cuales debe fundarse la verdadera misión de la universidad de nuestro tiempo; sobre cómo tiene que autoafirmarse la universidad en tiempos tan complejos y de tantos riesgos, como son los tiempos globalizados, tecnificados y también de los hombres enajenados como no se había visto antes. Nos preguntamos sobre cuál sea la verdadera grandeza de la universidad en unos tiempos de tantos desafíos.


Lejos han quedado los tiempos en que la diosa de la sabiduría reinaba en Atenas en la visión contemplativa del mundo, cuando se creía que la misión del saber era tan sólo entender el universo y no se pensaba en el fin trascendente de la ciencia de transformar el mundo, de encontrar el más alto sentido a sus libertad el hombre en la transformación del mundo. Sin embargo es aquella sabiduría a la que debemos retornar y hacer una síntesis maravillosa de los dos ideales: antigüedad y modernidad fundidos en un solo ideal.

Todos conocemos la posición de mucha presencia de que gozan algunas universidades como la UNAM. No podemos ser tan ciegos para no reconocer sus aportes en el campo de la investigación y las ciencias. ¿Pero acaso ahí se agota la misión de la que pretende ser una gran universidad? Resulta difícil comprender cómo ésta notable y prestigiosa casa de estudios pudo convivir con tranquilidad de conciencia durante setenta años con un sistema político que había equivocado el camino y cuyas consecuencias hoy vivimos con dolor y amargura. Una institución que nunca alzó la voz, la voz de la inteligencia y de la ilustración para denunciar con su autoridad moral la perversión del orden social, puesto que la universidad tiene una gran responsabilidad en la conducción de los pueblos. ¿Por qué tuvo que ser la consciencia de los hombres de la selva Lacandona la que SE REBELA en contra de un sistema ya en descomposición moral, y alza su voz para decir a la nación entera y al mundo un: ¡YA BASTA!? Vemos en este caso a la selva superando a la academia.

Todos conocemos el prestigio de que gozan centros educativos como Harvard y otras universidades afines. ¿Encontramos ahí en su prestigio la elevada misión de la universidad en nuestro tiempo, y a donde para tener acceso hay que llegar con los bolsillos derramando dólares? ¿Son sus egresados los que abordan desde el poder los graves problemas del mundo de hoy, o sólo se interesan en educar a futuros opresores que vivirán enajenados en la posesión de las riquezas y el poder? El lector conoce muy bien las respuestas a estas preguntas.

El mundo hoy, como nunca antes, padece serios problemas que ponen en riesgo la existencia misma de la humanidad por la soberbia inmoral de los hombres y por las ansias incontenibles de riquezas y poder. Los dos rostros de la ciencia, hoy, se nos revelan con dramática claridad: La ciencia ha salvado al hombre, nos ha traído inmensos momentos de felicidad y de esperanza. Pero la ciencia con el armamentismo desenfrenado puede acabar en minutos con todo el género humano.

Existe un alarmante desequilibrio entre desarrollo científico y tecnológico por un lado y un asombroso subdesarrollo moral. Los hombres poderosos de hoy tienen una conciencia moral que en nada supera a la conciencia moral de los hombres primitivos. Pues en las manos de ellos se encuentra nuestro destino, y el hombre puede morir indigestado de civilización.

Además del armamentismo irracional desenfrenado son otros tantos problemas muy graves la destrucción del medio ambiente, el crecimiento irresponsable de la población, que va a acabar

con la vida del planeta; las graves injusticias, la pobreza, la existencia de tiranos. Con todo, sin embargo, el problema número uno, y que es la causa primera de todos los problemas que hemos mencionado, es LA TRISTE ENAJENACIÓN en que hoy vive la mayoría de la humanidad, que es la que permite que existan todos estos problemas. Unas individualidades tan limitadas en el concepto del valor de sí mismas, y disueltas en ese gran colectivo que se llaman masas anónimas, que no pueden con su libertad, y viven como piezas robotizadas enajenadas en los entretenimientos que les da el poder.

Ante estas realidades penosas y preocupantes, tenemos que volver nuestra mirada a la historia, y ahí en sus anales vamos a encontrar que no existe UN IDEAL UNIVERSITARIO tan grande como el que tuviera la primera universidad del mundo, la academia de Platón, cuyos pasos han sido seguidos por los más renombrados centros universitarios que se han tenido en la historia. Platón, el más grande genio pedagógico que ha existido, merece un lugar distinguido en la universidad de hoy. Ante su célebre academia que merece todo nuestro respeto, nos descubrimos y nos inclinamos con veneración. Tenemos que hacer nuestro su célebre ideal educativo que podemos sintetizar en estos tres grandes objetivos:

* Transmitir el legado cultural de la humanidad a las nuevas generaciones.

* Incrementar este legado cultural con nuevas investigaciones; y finalmente: ser la universidad un baluarte firme en la defensa de la dignidad y la libertad del hombre, y en la formación del sentido trascendente de la persona como aspiración a la visión contemplativa de la belleza infinita: Dios.

LA UNIVERSIDAD MESOAMERICANA, desde su modesta posición, nació grande bajo la inspiración de tan elevado ideal del humanismo clásico. No podemos concebir nuestra misión en la simple y trivial tarea de educar simples profesionales o técnicos hábiles solamente para ganarse el pan diario. El hombre para ser feliz necesita descubrirse a sí mismo en la amplia dimensión de su naturaleza humana y no simplemente como un consumidor y productor de bienes y servicios. El hombre profesional debe tener conciencia de su misión en el mundo y de todos los deberes a cumplir; debe tener la conciencia del deber moral de contribuir a la solución de los problemas de su nación y de la humanidad; debe tener conciencia de heredar un mundo mejor que el que encontró.

La universidad ilustrada no debe educar partes de hombre, mitades, no puede caer en falsificaciones del hombre, debe educar para encaminar al hombre a la totalidad de su ser, a la plenitud humana verdadera.

Por ello modestamente confesamos que la Universidad Mesoamericana aspira a ocupar un lugar de liderazgo intelectual y moral dentro de la comunidad a la cual servimos. Y por ello mísmo, esta comunidad ha manifestado una confianza creciente en nosotros, lo que se ha revelado en el significativo aumento en el ingreso de estudiantes a nuestras aulas. Y ahora con la maestría en Ultrasonido de diagnostico por imagen, alcanza presencia en muchos Estados de la Republica Mexicana, formando a médicos en una especialidad. Es así como nuestro centro de estudios se ha visto expandido y fortalecido en su propio desarrollo, prestigio y credibilidad.

Amigos lectores:

Este es nuestro ideal.

En este hermoso ideal creemos; en el hacemos nuestra profesión de fe.

Por este ideal grandioso luchamos, todos lo días.

Una Universidad comienza a ser grande cuando tiene un ideal y lucha afanosamente por alcanzarlo.

Aspirar a lo grande en propio de todo hombre, pero luchar decididamente por alcanzarlo, sólo es propio de los espíritus superiores. Este es nuestro gran desafío.

El ideal de la sabiduría platónica y del humanismo clásico, ahora rejuvenecidos por un humanismo integral, lo trasladamos a nuestro siglo y a nuestras tierras y a nuestras aulas.

Y ese ideal de un humanismo integrado, que con justa razón podemos decir que es un himno a la perfección del hombre, queremos que sea el símbolo visible de la identidad profunda e inconfundible de nuestro centro de estudios: LA UNIVERSIDAD MESOAMERICANA.

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas,

6 de noviembre del año 2011.

*Catedrático de la Universidad Mesoamericana.

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