lunes, agosto 01, 2011

Inmigrantes segurián hacia la frontera norte

Gabriela Coutiño

Arriaga, Chis. 31 Julio.- No me queda más que arriesgarme. No tengo de otra, tengo que luchar por mi familia, dice Marco Antonio, un hondureño que aún siendo víctima de secuestro por parte de la delincuencia organizada, y contar con una Visa humanitaria, intenta por tercera vez llegar a Estados Unidos, y para ello aborda el tren que inicia su ruta en Arriaga, Chiapas.
“A mí me agarraron, me manearon, estuve un tiempo encerrado en una casa con otras personas, y pues no sé cómo se dieron cuenta los militares, llegaron a la casa, no pudieron agarrar a ninguno (de los delincuentes), pero gracias a Dios aquí ando”, relata y muestra las huellas de la tortura.
Marco Antonio narra en entrevista que fue prisionero del grupo delincuencial Los Zetas, por espacio de dos semanas, que lo secuestraron con un montón de centroamericanos cuando llegaban a Tamaulipas.

Al ser rescatado por militares, fue entregado al Instituto Nacional de Migración, desde dónde le fue tomada su declaración ministerial, permaneciendo durante dos meses en las instalaciones de la estación migratoria en Tapachula, mientras avanzaban las investigaciones.

-¿Quien te secuestró?

“Los Zetas, querían dinero, y nos decían: donde están los teléfonos de nuestras familias. Cual? Si yo no tengo, si aquí ando luchando con la mano de Dios”.

-¿No te obligan a trabajar con ellos?

No, eso es mentira que lo obligan a trabajar, ellos lo que quieren es el dinero, eso es todo, si no tienes dinero, allí no hay cual entrada, es una organización bien especial creo yo, no sé cómo será. Está duro.

-¿Que les hacen?

Nos amarran, les queman los tatuajes, ando quemados mis tatuajes con cigarrillos, te tablean, dice mientras muestra los rastros del maltrato.

-¿No te dijeron que ellos te podían ayudar a llegar a Estados Unidos?

No, eso no, ellos lo que querían es el teléfono de mi familia para llamar, pero pues como no tengo, tengo el de Honduras, pero a que iban a llamar a Tegucigalpa?, yo les dije esto es todo lo que traigo, soy pobre.

¿No te da miedo?

Pues imagínate tengo que luchar por mi familia, tengo una niña allá en mi país, tengo que lucharle para darle un futuro a ella.

Junto a Marco Antonio un pequeño grupo de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños se queja de los abusos. “A mi familia le pidieron diez mil pesos para liberarme y cuando pagaron, los responsables me regresaron para acá, en lugar de encaminarme hacia el norte”, dice uno de ellos.

Por ser víctima de secuestro, el Instituto Nacional de Migración le expidió a Marco Antonio una forma migratoria que garantiza su legal estancia en México por razones humanitarias, y lo liberó.

Sin embargo Marco Antonio insiste en que su sueño es Estados Unidos, y como no cuenta con recursos para viajar en autobús, toma el tren, cuya próxima parada es Chahuites e Ixtepec en Oaxaca, la zona más peligrosa para los migrantes que pasan por el sureste de México.

Las cifras del gobierno

Entre 2010 a mayo de 2011, el Instituto Nacional de Migración ha atendido a 476 migrantes víctimas de secuestro y Trata, de los cuáles extendió visa humanitaria a 239.


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