Carlos Herrera“Todavía existe mucha inseguridad en las mujeres, poca participación, baja autoestima; hay mucho machismo y discriminación, pero cuando conocen sus derechos, van transformando su vida, empiezan a ser libres”, señala Antonia Vázquez Cruz, indígena del municipio de San Juan Cancuc.
En entrevista para este medio, Antonia Vázquez, quien trabaja en la organización Montañas del Sur, habla de las condiciones que ha visto y vivido al interior de los pueblos indígenas de Chiapas, principalmente en la región Altos, donde, reconoce, se sigue viviendo una gran marginación.
“Hay muy poca participación todavía de las mujeres; dentro de esa mirada oculta bajo un reboso, todavía piden permiso al marido o éste con una mirada les concede participar; ellas tienen miedo de expresar sus sentimientos, miedo de que sus esposos las pueden regañar o maltratar”, asegura.
En su trabajo, de más de 4 años en Montañas del Sur -en donde atienden a unas 11 mil personas, la mayoría de ellas mujeres indígenas-, Antonia Vázquez se ha dado cuenta que “hay mujeres que terminaron su secundaria, pero no saben ni firmar, todavía firman sólo con su huella”.
Deficientes servicios del gobierno
Considera que en las comunidades indígenas y rurales siguen padeciendo no sólo la falta de educación, servicios de salud, oportunidades de trabajo, agua potable; “no hay clínicas y si la hay no llega el médico, no hay medicinas; los hombres deben migrar, y la mujer quedarse a cuidar los hijos”.
Según su experiencia de trabajo en más de 20 municipios indígenas de Chiapas, las mujeres adultas no terminaron la primaria, las jóvenes, de 25 años hacia abajo, son las que se han ido preparando.
“Si quieren algún proyecto, primero preguntan al marido, o si les dan un proyecto social dicen ‘qué va a pasar ahora’, pero una vez que ya saben, han cambiado su vida, se transforman”, destaca.
Antonia Vázquez menciona que, “aunque se enoje Sedesol, lo voy a decir, el programa Oportunidades ha sido mal aplicado, porque las mujeres que reciben este apoyo no se comprometen a nada”.
“En algunos casos, el dinero que entregan a las mujeres por parte de Oportunidades lo quitan los maridos para tomar trago”, asegura, pero aclara “esto es responsabilidad de los hombres, no tanto de la dependencia federal, sino del hombre que no piensa cómo aplicar estos recursos”.
“Tal vez la idea sea buena, pero el programa Oportunidades es un dinero que se tira a la basura, además de que por las becas que reciben los hijos, las mujeres van teniendo más niños; hay familias que reciben hasta 5 mil pesos, y es dinero que no se utiliza para combatir la pobreza”, refiere.
Por cuestión cultural, en las comunidades no se habla mucho de la sexualidad, hay malos comentarios de los hombres sobre este tema, no hay conciencia de lo que significa, pero “las mujeres son muy fieles, trabajan mucho, te dan la confianza, son muy entregadas a su familia, a cuidar sus hijos”.
Surge Montañas del Sur
Al inicio, la Asociación Regional de Silvicultores Indígenas Montañas del Sur, con oficinas en la Diagonal Ramón Larráinzar No. 23, en San Cristóbal de Las Casas, surge por la necesidad “de tener una vida diferente”, preocupados por la deforestación, después entran a la gestión y capacitación.
Con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social, personal de Montañas del Sur imparte cursos de Equidad de Género, Desarrollo Humano, Nuevas Formas de Organización, Gobernabilidad y Transparencia, Liderazgo Social, Cuidado del Medio Ambiente. En total da servicios en 17 municipios, entre ellos San Cristóbal, Teopisca, San Juan Cancuc, Tenejapa, Oxchuc, Huixtán, Chanal, Pantelhó, Chenalhó, Larráinzar, Mitontic, San Juan Chamula y Zinacantán.
Montañas del Sur actúa como gestor de proyectos productivos para invernaderos, pollos de engorda, mejoramiento de producción de flores, reforestación, conservación de suelo, brechas corta fuego y servicios ambientales, ante instancias del gobierno federal y estatal, así como empresas privadas.
Antonia, un ejemplo de mujer
Antonia Vázquez Cruz es una joven mujer entusiasta, hablante de la lengua tseltal (además entiende tsotsil); es originaria de San Juan Cancuc, madre de un hijo, terminó la secundaria, ha recibido capacitaciones en muchos temas, tiene una gran capacidad de liderazgo y la gente confía en ella.
A los 11 años de edad, salió de San Juan Cancuc; en San Cristóbal terminó la primaria y secundaria.
Con nostalgia y con lágrimas, rememora que su papá la envió a esta ciudad colonial porque tenía miedo de que ella se casara con alguien que no quisiera; él la mandó a estudiar para que fuera alguien.
“Sí te quiero mucho”, le dijo su padre, “por eso es mejor que vayas a estudiar fuera”, recuerda. Antonia, entonces menor de edad, lloraba mucho por su papá porque ella sí quería quedarse en el pueblo. Hoy, varios años después, a veces le dan ganas de volver a San Juan Cancuc, “quisiera estar allá por la triste realidad que todavía sufren muchas mujeres; cuando sales de tu lugar de origen, te das cuenta lo que sucede, pero qué bueno que tuve la oportunidad de salir”, reconoce.
Al final de la entrevista, Antonia Vázquez da un mensaje a las mujeres: “Que realmente dejen ese miedo, que se atrevan a arriesgar, que perseveren sus sueños; que piensen que sí pueden lograrlo, no importando que tengan hijos, marido o vivan discriminación, se puede lograr mucho”.
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