Quisieron callar al mariachi, pero no lo consiguieron. Una alterada mujer armada con una botella rota atacó a Mayito, que llegó a la “zona de tolerancia” a ofrecer sus canciones a los parroquianos, como suele hacerlo durante la noche y madrugada.
Todo transcurría en la más completa armonía para Mayito Maldonado Ramírez, de 21 años, cuando la hondureña Nicol Didiana Reyes Palacios, de 18 años de edad, del bar Villa Real, se enfureció, rompió una botella y atacó al cantante, momento en que ya “no pudo dedicar otra canción”.
Las versiones es que Mayito, no se le fue la voz, sino se le fue la mano hacia el trasero de Nicol y fue cuando ésta reaccionó encolerizada.
La joven quiso dejar a Mayito “Sin sangre en las venas”, como la canción de José Alfredo Jiménez. No se acercó “poquito a poquito”, sino velozmente al aprovechar que el mariachi repasaba: “Te voy a dedicar otra canción. Ya vengo de rezar una oración, a ver si se compone mi destino…”.
Dos fueron las embestidas que Nicol le asestó con la botella rota a Mayito que lo dejó “volando bajo” en un instante. Los demás mariachis no “quisieron seguir” los pasos del joven originario del barrio La Pila y emprendieron la huida.
La joven que blandía el cristal, con el que le provocó una herida en la sien y la espada, parecía retar esa madrugada a quien se le pusiera enfrente.
Hay quienes cuentan que el miércoles por la tarde, Mayito recibió la sentencia: “Esta noche no sales”, pero él respondió: “… no tengo la culpa que a mí me…” guste la cantada.
Mayito estaba con el “alma en un hilo” y parecía el “Hijo desobediente”, cuyo traje plata, se tornaba púrpura. Alguien lo oyó decir: “Lo que le encargo a mi padre/ que no me entierre en sagrado/ que me entierre en tierra bruta/ en donde me trille el ganado”.
Pero Mayito no se nos iba. Estaba más sereno que nunca y hasta sacaba su más afable sonrisa, cuando vio los primeros lamparazos de las cámaras en su rostro.
Para entonces, los paramédicos ya le desabotonaban la chaquetilla y la camisa, a Mayatito, que tenía la espalda completamente teñida de sangre.
Dicen que Mayito quiso cantar en ese momento el corrido: “Existen aves que cruzan el pantano y no se manchan”, pero ya no podía. Estaba “herido de muerte”.
Pero hay quienes se sorprendieron a ver que cuando Mayito estaba ensangrentado sacó fuerzas de flaqueza y cantó a capela: “Árbol de la esperanza, que vives sobre el campo/tú dices si no la olvido o dime si no la aguanto/ que al fin y al cabo mis ojos se van a llenar de llanto”.
Pero “era solo una mentira”. Mayito estaba sonriente y esbozaba su mejor pose a los reporteros.
Para los primeros 40 minutos del jueves, Nicol parecía andar ya “a salto de mata”, para evadir la acción de la justicia, pero no pudo avanzar demasiado, fue capturada, esposada y llevada a prisión, por querer a matar a Mayito.
Dicen que una vez que se bajó de la ambulancia Mayito seguía cantando: “Existen aves que cruzan el pantano y no se manchan y tú sabes mujer que…”.
Pero otros parroquianos contaron que Mayito recordó la canción de Nayla: “Era una noche de luna…”, para luego entonar: “Yo se bien… que estoy afuera, pero el día que yo me muera sé que tendrás que llorar, llorar y llorar, llorar y llorar”.
Todo transcurría en la más completa armonía para Mayito Maldonado Ramírez, de 21 años, cuando la hondureña Nicol Didiana Reyes Palacios, de 18 años de edad, del bar Villa Real, se enfureció, rompió una botella y atacó al cantante, momento en que ya “no pudo dedicar otra canción”.
Las versiones es que Mayito, no se le fue la voz, sino se le fue la mano hacia el trasero de Nicol y fue cuando ésta reaccionó encolerizada.
La joven quiso dejar a Mayito “Sin sangre en las venas”, como la canción de José Alfredo Jiménez. No se acercó “poquito a poquito”, sino velozmente al aprovechar que el mariachi repasaba: “Te voy a dedicar otra canción. Ya vengo de rezar una oración, a ver si se compone mi destino…”.
Dos fueron las embestidas que Nicol le asestó con la botella rota a Mayito que lo dejó “volando bajo” en un instante. Los demás mariachis no “quisieron seguir” los pasos del joven originario del barrio La Pila y emprendieron la huida.
La joven que blandía el cristal, con el que le provocó una herida en la sien y la espada, parecía retar esa madrugada a quien se le pusiera enfrente.
Hay quienes cuentan que el miércoles por la tarde, Mayito recibió la sentencia: “Esta noche no sales”, pero él respondió: “… no tengo la culpa que a mí me…” guste la cantada.
Mayito estaba con el “alma en un hilo” y parecía el “Hijo desobediente”, cuyo traje plata, se tornaba púrpura. Alguien lo oyó decir: “Lo que le encargo a mi padre/ que no me entierre en sagrado/ que me entierre en tierra bruta/ en donde me trille el ganado”.
Pero Mayito no se nos iba. Estaba más sereno que nunca y hasta sacaba su más afable sonrisa, cuando vio los primeros lamparazos de las cámaras en su rostro.
Para entonces, los paramédicos ya le desabotonaban la chaquetilla y la camisa, a Mayatito, que tenía la espalda completamente teñida de sangre.
Dicen que Mayito quiso cantar en ese momento el corrido: “Existen aves que cruzan el pantano y no se manchan”, pero ya no podía. Estaba “herido de muerte”.
Pero hay quienes se sorprendieron a ver que cuando Mayito estaba ensangrentado sacó fuerzas de flaqueza y cantó a capela: “Árbol de la esperanza, que vives sobre el campo/tú dices si no la olvido o dime si no la aguanto/ que al fin y al cabo mis ojos se van a llenar de llanto”.
Pero “era solo una mentira”. Mayito estaba sonriente y esbozaba su mejor pose a los reporteros.
Para los primeros 40 minutos del jueves, Nicol parecía andar ya “a salto de mata”, para evadir la acción de la justicia, pero no pudo avanzar demasiado, fue capturada, esposada y llevada a prisión, por querer a matar a Mayito.
Dicen que una vez que se bajó de la ambulancia Mayito seguía cantando: “Existen aves que cruzan el pantano y no se manchan y tú sabes mujer que…”.
Pero otros parroquianos contaron que Mayito recordó la canción de Nayla: “Era una noche de luna…”, para luego entonar: “Yo se bien… que estoy afuera, pero el día que yo me muera sé que tendrás que llorar, llorar y llorar, llorar y llorar”.
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