Oscar Palacios
Después de leer por la mañana ciertas notas periodísticas, salí corriendo de casa rumbo al consultorio de un oftalmólogo amigo. Rogué atención inmediata. Mi amigo me hizo un espacio. ¿Qué pasa?, dijo. No veo claro, respondí. Checó mis lentes y me hizo desfilar por todo el equipo de punta que tiene. Uhmm, no tienes nada, todo está perfecto. ¿Cómo está eso que no ves claro? Mira es que leí que don Calderone dice que el país va a toda madre, que crecimos económicamente, que no hay inflación, que camo ganando la guerra y toda su cantaleta delirante. Todo ese lenguaje era rutinario, sólo él y sus achchincles se lo creen. Lo peor vino después, cuando su minisecretario de hacienda, el cordero del señor FC, salió con la pasmosa, sino fuera cínica, de que con seis mil pesucos, una familia mexicana come, viste, se cura, envía a sus hijos a escuelas particulares y todavía le alcanza para adquirir sesenta meses sin intereses un vehículo, tan mini como su cerebro. Y la verdad, yo no veo claro: los tortillazos suben, los gasolinazas suben y los… y todo sube menos los miserables salarios mínimos… aunque viéndolo bien, ¿Será que se refiere a las familias mexicanas que se soban el momo en los USA? Puede ser, no lo sé, no me queda muy claro. Y pensar que ese disminuido hacendario quiere ser presidente. Puede ser si se sigue la línea de los brillantes panistas: Fox, Calderón y el Cordero fiel de la leyenda ¡Dios mío, por qué nos has abandonado?
Y en otro de los escenarios de la incongruencia, la chuchada y sus corifeos yunqueros y de la izquierda sin excesos—En Chiapas Chucho es sinónimo de perro, pa que lo sepan mis lectores foráneos--, ya comenzaron a ladrar con su característica declaracionitis de banqueta: no hay permiso para López Obrador, que se vaya si quiere, que lo medite y etcétera. Marcelo: ambiguo. Encinas: medroso y cobarde. Es obvio que los traidores al PED son los Chuchos y no el Peje. El se ha mantenido firme en sus convicciones. Mi honda es la de David, ha de cantar con ritmo tropical y va como llanero casi solitito—con un PT aguantador y una Convergencia más atenta a los cantos de sirena—y todo el aparato mediático del Estado. AMLO es una voz de alerta frente a tanta mentira, corrupción, indolencia, impunidad. No es un tibio de los que el Señor, el mero- mero, conste, escupe. A los depredadores les asusta. Porque frente al México real, angustiado, podría, con su verbo libre, reescribir el llano en llamas y el fuego nos alcanzará a todos.
( Intermedio con presunta reflexión para llenar espacio: Mi voz no vale nada, mi silencio es lo que cuesta. No quiero venderla porque es la expresión de mi íntimo ser. Creo en la libertad de expresión, pero también creo en el miedo. Un miedo que no es por la muerte física que a todos nos toca, sino a la muerte civil. Ha de doler amanecer un día con nuestro nombre manchado, con la familia en la precariedad, con las miradas esquivas de los amigos, sin el espacio donde mi voz se hace palabra. Ser o no ser, he ahí la pendejada. McCarthy vive.)
En Chiapas sólo los niños nacidos a partir de diciembre de 2006, son chiapanecos. Los anteriores somos entes, marcianos, yo no sé. Resulta que ahora todo es “por primera vez” e “ histórico”. Hasta ahora descubrimos que los anteriores desgobernantes nunca hicieron nada y nosotros, para variar, en la luna. Ahora entiendo al gran poeta Noquis Cancino cuando decía que “Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento”; vivimos en los vaivenes de las pasiones en turno, en la cuarta dimensión, siendo sin ser, hasta que llegó la luz y Chiapas se hizo ¡Alheluya!
Y ubicados en San Cristóbal, les cuento de que hay un espectáculo llamado “Palenque rojo”—que más bien es rosa—que ya se apropió del Teatro Daniel Zebadúa. No permiten, aunque no sea en el horario de sus funciones, que otro grupo se presente y si se dignan a dar la autorización, no dejan usar la iluminación, se atraviesan el el foro, hace ruido y un largo y atrabiliario etcétera. Ha resultado un jugoso negocio de no sé quien. Los gringos clasemedieros básicamente incultos, caen en el garlito de trompetas y tambores, de morenos piernudos con plumas y caracoles. Tipo jóligu, pues. Engañabobos. En fin, que la pregunta es ¿Pagan impuestos? ¿Hay exención porque hacen “cultura” ¿De qué privilegios gozan? Es lo primero que le preguntaré a doña Cecilia, la alcaldesa coleta.
Y si quieren pasar un fin de semana tranquilo en San Cristóbal, chequen la página www.tarumbaecohotel.wordpress.com
Por aquí nos encontraremos: ospal2@hotmail.com
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