Ha sido la ejecución más vista. La más observada por cámaras de alta definición de la Policía, pero también, sobre la que más especulaciones y mentiras se ha vertido. Así es. Se trata del doble crimen de una madre y su hijo.
A más de tres años de que esta porción oriental de Chiapas, fue alcanzada por la "guerra contra el narco", los habitantes de este lugar, parecían tomar con parsimonia los múltiples hechos que se han suscito, pero la ejecución del pasado viernes, fue un acontecimiento que atrajo poderosamente la atención de hombres y mujeres.
Sin duda, como un “golpe de suerte”, dos reporteras estuvieron a tan solo 150 metros de donde ocurrieron los hechos. Ese viernes por la tarde hacían guardia en los alrededores de la Delegación de Gobierno, en espera del arribo de algún dirigente indígena para entrevistarlo, pero la balacera las sobresaltó. “Los disparos se escucharon tan cerca como estuvieran atrás de mi”, narró una comunicadora.
La mala o buena fortuna de tener una noticia a la mano, se convirtió en una braza ardiente para las dos reporteras que se plantaron de inmediato frente al vehículo y consiguieron ver cómo se desvanecía sobre su costado derecho la conductora de la camioneta Ford que fue ejecutado junto a su hijo.
"No sabía qué hacer. No me acordaba en qué parte de mi auto estaba mi cámara", explicó una de las dos reporteras, pero al final cayó en la cuenta, abrió la cajuela, sacó su cámara y corrió hacia la unidad donde estaban los cadáveres.
Como si se hubieran puesto de acuerdo, las avezadas comunicadoras lo primero que se les ocurrió fue llamar a los mandos policíacos, con tal de sentirse “protegidas”, ante el grave suceso.
"Acaba de matar a dos gentes. ¡Venga rápido!", dijo la afligida reportera a un jefe policíaco, mientras recobraba energía para empezar a registrar sus primeras gráficas.
La otra reportera que también estaba impávida llamó a otro mando de la policía, pero respondió un ayudante. La conversación se tornó complicada: "¿Cómo dice?", ¿Qué?”, “Quién habla?”, interrogaba el subordinado del comandante policíaco que no parecía entender lo que le decía la comunicadora, por lo que optó dar por terminada la llamada.
Debieron pasar al menos 15 minutos para las sirenas se oyeran sobre el Bulevard y arriban las primeras patrullas con los jefes policíacos a bordo.
Para cuando los oficiales de la Policía Municipal, llegaron al lugar, decenas de curiosos se encontraban arremolinados en torno de la Ford tipo Herley Davison.
Una mujer ya había identificado a una de las víctimas mortales por su nombre y pedía que diera signos de vida y señales: “¡Mayra respondeeee!", “¿Eres tú Mayra?”, clamaba la mujer con tono de fuereña, hasta la cabina de la camioneta. Al no encontrar respuesta, la mujer optó por perderse entre la multitud.
Justo cuando los primeros oficiales de la policía arribaron al sitio, las dos reporteras se sintieron aliviadas, pero no dejaban de tiritar de miedo. Al reencontrarse en torno de la Ford, ambas comunicadoras se dieron fortaleza con una simple mirada.
Al arribo de la policía, se acordonó el área; se retiró la muchedumbre y entonces surgieron especulaciones y múltiples versiones sobre la identidad de los occisos.
Un hombre aseguraba que la mujer era una conocida suya y era dueña de un negocio.
Otro curioso terció y aportaba su versión. Con seguridad decía que una de las víctimas era un “conocido comiteco” y su esposa. “¡Es su camioneta!”.
Otros parroquianos reportaban los hechos vía teléfono celular a sus conocidos: “Mataron a…”.
El rumor generado en ese momento corrió como reguero de pólvora y hay quienes aseguran haber escuchado "la noticia" en una radio de la capital del estado.
Un lugareño confió que recibió una llamada de un pariente que es funcionario en la capital y le confirmó “haber oído” la noticia de la “ejecución” del conocido comiteco, a través de la radio, por lo que telefoneó a Comitán para saber si era cierto y fue que se enteró que era falsa la información que escuchó.
El hombre del que se dijo era el “ejecutado” y que resultó no ser, salió al paso y aclaró a un reportero, vía telefónica, que en efecto fue dueño de la camioneta donde mataron a las personas, pero hacía más "de dos años que la vendí".
Así la injusta muerte de una madre y su hijo, en los tiempos de la "guerra contra el narco", sorprendió a dos reporteras, pero también a un ciudadano que tuvo la mala suerte de haber sido dueño de la Harley Davison, ésta que el día de la ejecución iba cargada con una despensa recién comprada en un supermercado y una silla para bebé en la góndola.
A más de tres años de que esta porción oriental de Chiapas, fue alcanzada por la "guerra contra el narco", los habitantes de este lugar, parecían tomar con parsimonia los múltiples hechos que se han suscito, pero la ejecución del pasado viernes, fue un acontecimiento que atrajo poderosamente la atención de hombres y mujeres.
Sin duda, como un “golpe de suerte”, dos reporteras estuvieron a tan solo 150 metros de donde ocurrieron los hechos. Ese viernes por la tarde hacían guardia en los alrededores de la Delegación de Gobierno, en espera del arribo de algún dirigente indígena para entrevistarlo, pero la balacera las sobresaltó. “Los disparos se escucharon tan cerca como estuvieran atrás de mi”, narró una comunicadora.
La mala o buena fortuna de tener una noticia a la mano, se convirtió en una braza ardiente para las dos reporteras que se plantaron de inmediato frente al vehículo y consiguieron ver cómo se desvanecía sobre su costado derecho la conductora de la camioneta Ford que fue ejecutado junto a su hijo.
"No sabía qué hacer. No me acordaba en qué parte de mi auto estaba mi cámara", explicó una de las dos reporteras, pero al final cayó en la cuenta, abrió la cajuela, sacó su cámara y corrió hacia la unidad donde estaban los cadáveres.
Como si se hubieran puesto de acuerdo, las avezadas comunicadoras lo primero que se les ocurrió fue llamar a los mandos policíacos, con tal de sentirse “protegidas”, ante el grave suceso.
"Acaba de matar a dos gentes. ¡Venga rápido!", dijo la afligida reportera a un jefe policíaco, mientras recobraba energía para empezar a registrar sus primeras gráficas.
La otra reportera que también estaba impávida llamó a otro mando de la policía, pero respondió un ayudante. La conversación se tornó complicada: "¿Cómo dice?", ¿Qué?”, “Quién habla?”, interrogaba el subordinado del comandante policíaco que no parecía entender lo que le decía la comunicadora, por lo que optó dar por terminada la llamada.
Debieron pasar al menos 15 minutos para las sirenas se oyeran sobre el Bulevard y arriban las primeras patrullas con los jefes policíacos a bordo.
Para cuando los oficiales de la Policía Municipal, llegaron al lugar, decenas de curiosos se encontraban arremolinados en torno de la Ford tipo Herley Davison.
Una mujer ya había identificado a una de las víctimas mortales por su nombre y pedía que diera signos de vida y señales: “¡Mayra respondeeee!", “¿Eres tú Mayra?”, clamaba la mujer con tono de fuereña, hasta la cabina de la camioneta. Al no encontrar respuesta, la mujer optó por perderse entre la multitud.
Justo cuando los primeros oficiales de la policía arribaron al sitio, las dos reporteras se sintieron aliviadas, pero no dejaban de tiritar de miedo. Al reencontrarse en torno de la Ford, ambas comunicadoras se dieron fortaleza con una simple mirada.
Al arribo de la policía, se acordonó el área; se retiró la muchedumbre y entonces surgieron especulaciones y múltiples versiones sobre la identidad de los occisos.
Un hombre aseguraba que la mujer era una conocida suya y era dueña de un negocio.
Otro curioso terció y aportaba su versión. Con seguridad decía que una de las víctimas era un “conocido comiteco” y su esposa. “¡Es su camioneta!”.
Otros parroquianos reportaban los hechos vía teléfono celular a sus conocidos: “Mataron a…”.
El rumor generado en ese momento corrió como reguero de pólvora y hay quienes aseguran haber escuchado "la noticia" en una radio de la capital del estado.
Un lugareño confió que recibió una llamada de un pariente que es funcionario en la capital y le confirmó “haber oído” la noticia de la “ejecución” del conocido comiteco, a través de la radio, por lo que telefoneó a Comitán para saber si era cierto y fue que se enteró que era falsa la información que escuchó.
El hombre del que se dijo era el “ejecutado” y que resultó no ser, salió al paso y aclaró a un reportero, vía telefónica, que en efecto fue dueño de la camioneta donde mataron a las personas, pero hacía más "de dos años que la vendí".
Así la injusta muerte de una madre y su hijo, en los tiempos de la "guerra contra el narco", sorprendió a dos reporteras, pero también a un ciudadano que tuvo la mala suerte de haber sido dueño de la Harley Davison, ésta que el día de la ejecución iba cargada con una despensa recién comprada en un supermercado y una silla para bebé en la góndola.
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