Carlos Herrera
El obispo auxiliar de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Enrique Díaz Díaz, dijo que la “santa muerte”, santos inventados, horóscopos y energías, piedras y perfumes, “son solamente algunos de los innumerables objetos de un nuevo culto que se basa en exterioridades y que lejos de ofrecer verdadera salvación, esclavizan, enajenan y destruyen la integridad de la persona y de la comunidad”.
En su mensaje de fin de semana que envía a los medios, Enrique Díaz Díaz hace referencia a una mujer que tímidamente pregunta sobre la “santa muerte”, ya que “en su casa poco a poco se ha ido metiendo este culto, entre oraciones, rezos, amenazas y desengaños. No acaba de entender cómo es que se ha prestado su marido a este nuevo culto y menos entiende a las personas que lo acompañan”.
“Le parece inconcebible que alguien pueda creer en ‘el esqueleto de una persona que murió hace muchos años y que no saben ni de quién es’. Las oraciones que por una parte se expresan como llenas de fe, pero por otra parte parecen incitar a la venganza y a la destrucción del prójimo, la confunden mucho”, indicó.
Dijo que la mujer “se ha convencido de que la santa ni es santa ni tampoco muerte, sino un gran fraude que confunde, que distorsiona la fe y que no lleva a ningún compromiso serio con Cristo, sino todo lo contrario. ‘Como esta devoción hay muchas que ocupan nuestro corazón pero que no dan vida’, termina diciendo”.
Después de dar a conocer este testimonio, el obispo auxiliar considera que “parece contradictorio que un mundo de tantos avances, de tanta tecnología, que muchas veces ha criticado las religiones y se ha refugiado solamente en sus avances científicos, de repente presente muestras evidentes de supersticiones y fantasías seudorreligiosas que vienen a suplantar la verdadera fe cristiana.
El obispo aclaró que la ‘santa muerte’, es parte de algunos de los innumerables objetos de un nuevo culto que se basa en exterioridades y que lejos de ofrecer verdadera salvación, esclavizan, enajenan y destruyen.
El obispo Enrique Díaz comenta que los textos bíblicos “nos llevan a buscar a Jesús como la piedra angular sobre la que descanse nuestra fe y nuestra esperanza. Él es el único capaz de dar una salvación integral a cada persona. Resulta hasta ridículo que dejando este ‘Nombre’ nos colguemos amuletos y fetiches para protegernos del mal, cuando tenemos el nombre de quien es nuestra fortaleza”.
Destacó que “Cristo debe ser el centro de nuestra vida, la lectura del Apocalipsis (5, 11-14) nos presenta a Jesús como el centro de una liturgia celestial donde se alaba y se canta al Cordero Resucitado: ‘Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor”.
“El verdadero cristiano no se puede conformar con una devoción tranquila e indiferente frente a las graves injusticias de nuestra sociedad. Debe ser un cristiano que en su ambiente y en su medio, busca la verdad, la justicia y la verdadera paz. El amor a Cristo se manifiesta en el verdadero amor al prójimo”, sostuvo.
“Hoy también a nosotros hasta por tres veces nos pregunta si de verdad lo amamos. Meditemos nuestra respuesta y miremos nuestras acciones y nuestro amor a favor de los hermanos, en especial de los más necesitados. Entonces podremos decirle a Jesús: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”; concluyó.
El obispo auxiliar de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Enrique Díaz Díaz, dijo que la “santa muerte”, santos inventados, horóscopos y energías, piedras y perfumes, “son solamente algunos de los innumerables objetos de un nuevo culto que se basa en exterioridades y que lejos de ofrecer verdadera salvación, esclavizan, enajenan y destruyen la integridad de la persona y de la comunidad”.
En su mensaje de fin de semana que envía a los medios, Enrique Díaz Díaz hace referencia a una mujer que tímidamente pregunta sobre la “santa muerte”, ya que “en su casa poco a poco se ha ido metiendo este culto, entre oraciones, rezos, amenazas y desengaños. No acaba de entender cómo es que se ha prestado su marido a este nuevo culto y menos entiende a las personas que lo acompañan”.
“Le parece inconcebible que alguien pueda creer en ‘el esqueleto de una persona que murió hace muchos años y que no saben ni de quién es’. Las oraciones que por una parte se expresan como llenas de fe, pero por otra parte parecen incitar a la venganza y a la destrucción del prójimo, la confunden mucho”, indicó.
Dijo que la mujer “se ha convencido de que la santa ni es santa ni tampoco muerte, sino un gran fraude que confunde, que distorsiona la fe y que no lleva a ningún compromiso serio con Cristo, sino todo lo contrario. ‘Como esta devoción hay muchas que ocupan nuestro corazón pero que no dan vida’, termina diciendo”.
Después de dar a conocer este testimonio, el obispo auxiliar considera que “parece contradictorio que un mundo de tantos avances, de tanta tecnología, que muchas veces ha criticado las religiones y se ha refugiado solamente en sus avances científicos, de repente presente muestras evidentes de supersticiones y fantasías seudorreligiosas que vienen a suplantar la verdadera fe cristiana.
El obispo aclaró que la ‘santa muerte’, es parte de algunos de los innumerables objetos de un nuevo culto que se basa en exterioridades y que lejos de ofrecer verdadera salvación, esclavizan, enajenan y destruyen.
El obispo Enrique Díaz comenta que los textos bíblicos “nos llevan a buscar a Jesús como la piedra angular sobre la que descanse nuestra fe y nuestra esperanza. Él es el único capaz de dar una salvación integral a cada persona. Resulta hasta ridículo que dejando este ‘Nombre’ nos colguemos amuletos y fetiches para protegernos del mal, cuando tenemos el nombre de quien es nuestra fortaleza”.
Destacó que “Cristo debe ser el centro de nuestra vida, la lectura del Apocalipsis (5, 11-14) nos presenta a Jesús como el centro de una liturgia celestial donde se alaba y se canta al Cordero Resucitado: ‘Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor”.
“El verdadero cristiano no se puede conformar con una devoción tranquila e indiferente frente a las graves injusticias de nuestra sociedad. Debe ser un cristiano que en su ambiente y en su medio, busca la verdad, la justicia y la verdadera paz. El amor a Cristo se manifiesta en el verdadero amor al prójimo”, sostuvo.
“Hoy también a nosotros hasta por tres veces nos pregunta si de verdad lo amamos. Meditemos nuestra respuesta y miremos nuestras acciones y nuestro amor a favor de los hermanos, en especial de los más necesitados. Entonces podremos decirle a Jesús: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”; concluyó.
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