domingo, marzo 07, 2010

Día internacional de la mujer: de los grupos incómodos o inexistentes para el Estado

*Héctor Javier Sánchez Pérez

Este 8 de marzo se cumple un año más de esta fecha dedicada a la mujer y bien podemos preguntarnos si ha cambiado la situación de desventaja de la mujer respecto a la del varón. Sobrarían ejemplos para contestar indiscutiblemente que no, que aunque se han hecho algunos cambios las cosas permanecen igual e inclusive, en algunos casos, han empeorado.

Hoy no quiero hablar del engaño, del fraude en el que participaron algunas mujeres que fueron electas en sus respectivos partidos políticos¬ ¬(PAN, PRI, PRD, etc.) y que, una vez cumplido el requisito de una supuesta determinada cuota de género, renunciaron al cargo que la ciudadanía les había hecho el honor de conferir: el de ser diputadas en la actual legislatura. Por una razón u otra que desconocemos, aunque suponemos las causas pero no tenemos las suficientes pruebas para sustentarlo, dejaron sus curules a favor de sus suplentes, curiosamente la gran mayoría de ellos varones y, además, ex-empleados de Televisa. Salvo la hija de Salinas Pliego, el dueño de Televisión Azteca, el resto fueron varones que ahora conforman la llamada “telebancada”, que muy previsiblemente cuidará los intereses de ambas televisoras y no necesariamente los de la población que no votó por ellos, sino por las que fueron hechas a un lado para que ellos pudieran acceder.

Tampoco me quiero referir a las inequidades evidentes que sufren las mujeres de clase socioeconómicamente acomodada, con respecto a sus esposos o a sus parejas dentro de los mismos estratos. Sí, ya sabemos que hay excepciones que rompen la regla, como la “maestra” Elba Esther Gordillo, quien es considerada por algunas personas como la mandamás del habitante de Los Pinos. Ahí está también, alguien diría, Josefina Vázquez Mota, Beatriz Paredes y un relativamente largo de mujeres que han “destacado” y que gozan de una situación privilegiada en diversos ámbitos nacionales como Carmen Aristegui, Dennise Dresser, Soledad Loaeza, Carmen Lira, Dennise Mercker, la golfista Lorena Ochoa y la velocista Ana Gabriela Guevara, entre otras. Inclusive se dice que en el ámbito de las competencias deportivas, es la mujer quien siempre da la cara por las y los mexicanos.

Hoy me quiero centrar enlas mujeres a las que el poder finge que no existen o cuando acepta su existencia, más parecería hacerlo con un ánimo de querer borrarlas, de meterlas debajo del tapete o en donde no den molestia alguna. Estas mujeres son, entre otros grupos, las trabajadoras sexuales, las mujeres maquiladoras (que sirven como carne de cañón en ciudad Juárez y en otras tantas ciudades), las migrantes y las trabajadoras domésticas. Ello sin restar importancia a otra serie de retrocesos conservadores que afectan a la mujer, como las luchas del sector conservador y de las distintas iglesias en relación con los avances que se habían tenido con la despenalización del aborto y, el hecho de que aun con diversas leyes promulgadas en materia de violencia familiar, ésta sigue siendo una auténtica pesadilla que sufre un gran número de mujeres en el mundo, independientemente del régimen social, religioso, cultural y político que les haya tocado vivir.

¿Qué se hace como política de Estado para mejorar la situación de vida de las trabajadoras sexuales? Dadas las peores condiciones de vida que tiene más del 90% de la población en México debido al incremento de precios de los productos básicos –y de todo tipo en general-, del alza de impuestos y la reducción del poder de compra del salario, el menor número de fuentes de empleo y el deterioro de las condiciones de trabajo en general (contrataciones eventuales o por “honorarios” sin seguridad social y sin prestaciones, escasa posibilidad de tener pensiones y jubilaciones dignas, política antisindical plena que impide cualquier lucha para beneficiar a las y los trabajadores) es imprescindible que este sector de la población sea, primeramente visibilizado, no desde la criminalización y penalización de quien lo ejerce, sino atendido en sus necesidades, porque además, a este tipo de trabajo “fijo” para algunas mujeres, cada vez más se suman estudiantes de manera eventual para poder pagar sus estudios, así como mujeres trabajadoras de otros sectores para poder completar el gasto familiar.

Lo mismo podemos preguntarnos por las mujeres que trabajan en las maquilas y las que trabajan en labores domésticas –popular y despectivamente llamadas “sirvientas”-. ¿Hay algún estudio “oficial” que informe cuántas son y cuáles son sus condiciones laborales, de salud y de bienestar?, ¿se conocen las condiciones de explotación en que trabajan?, ¿quién les satisface sus necesidades básicas –vestido, educación, vivienda digna, salud, empleo y salarios dignos?, ¿quién desde el Estado se preocupa y, mejor aún, se ocupa de su problemática? La respuesta es más que clara y sencilla: si las muertas de Juárez siguen sumando desafortunadamente cada vez más casos sin que se haga algo al respecto (o más bien sólo se de la apariencia de hacer algo), mucho menos se están realizando acciones que cambien la situación de estas mujeres.

Recordemos que la muerte es el caso extremo, pero bien podríamos preguntar qué hay de la situación de las mujeres que, afortunadamente no mueren, pero sí sufren enfermedades, explotación y, en términos generales, tienen una pésima calidad y expectativa de vida.
En el caso de las mujeres migrantes que, gracias a las políticas económicas y sociales que tenemos en el país nos tienen con los peores indicadores económicos en el mundo (en 2009 se tuvo la peor caída económica en más de 70 años) y que repercuten en que cada vez más mujeres migren en busca de mejores oportunidades de empleo y mejores salarios, tampoco el Estado mexicano ha dado un mínimo de respuestas, no sólo a las mexicanas que intentan cruzar la frontera hacia Estados Unidos, sino también a las mujeres centro y sudamericanas que atraviesan por el país –también en busca de llegar a Estados Unidos- pero que a su paso por México viven un verdadero viacrucis que incluye ataques que van desde asaltos, violaciones, golpizas, secuestros, prostitución y, la muerte, no sólo por bandas organizadas o delincuentes aislados, sino también de aquellos que se supone deberían de darles protección, como los policías, marinos y agentes del Instituto Nacional de Migración.

Cito una canción chilena que dice “bajo el rostro nuevo de cemento, vive el mismo pueblo de hace tiempo… esperando siguen los hambrientos, más justicia y menos monumentos”. Cantémosla y actuémosla. Que cada uno de los 365 días del año, con cada una de sus horas y sus minutos, sean el día internacional de la mujer. Un abrazo para todas las mujeres, incluyendo a las hermanas de Chile, Haití, a las que la absurda “guerra contra el narco” ha atrapado de una u otra manera, trayéndoles solo desgracias, a las madres de las niñas y niños fallecidos en la Guardería ABC, a las mujeres afectadas por el decreto de extinción del SME… mucha paz y luz en sus almas.
*Investigador Titular de ECOSUR-

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