Ángeles Mariscal
Venustiano Carranza, Chis., 24 de noviembre. Horas después de ser excarcelado, el líder de la Organización Campesina Emiliano Zapata (Ocez), José Manuel Hernández Martínez (Chema), se integró a la lucha de los integrantes de su organización.
Por la mañana Chema llegó a Venustiano Carranza, para luego dirigirse hacia San Cristóbal de las Casas, donde sus correligionarios mantenían un plantón en la Plaza Catedral.
Ahí ante los reporteros, activistas y sus compañeros, Hernández Martínez, dio un emotivo discurso ante decenas de sus compañeros que mantuvieron durante casi dos meses un plantón y diversas acciones para lograr su libertad, dijo que los campesinos no son “carne de cañón”, y que la represión y la compra de líderes no son la solución a sus demandas de tierra y justicia.
Los campesinos no tuvieron pena y lloraron. Estos hombres que han pasado casi toda su vida luchando por un pedazo de tierra, y durante las últimas tres décadas han sufrido la muerte violenta de cuando menos 40 de sus compañeros, pasado por múltiples desalojos, enfrentamientos, operativos policíacos y militares en su contra, lloraron.
Recibieron a su líder moral en la plaza frente a la Catedral de la Paz de esta ciudad. Lo recibieron tronando cohetes (juegos pirotécnico), como se estila en las fiestas importantes de sus pueblos.
Chema no los defraudó, a pesar de la amenaza latente de una nueva aprensión en su contra –según las autoridades estatales tiene al menos 15 averiguaciones previas en su contra- salió de su vivienda en el municipio de Venustiano Carranza, lugar al que fue llevado por autoridades estatales luego de su liberación, y se traslado a la ciudad de San Cristóbal de las Casas, donde lo esperaban sus compañeros que ocupan las oficinas de la ONU y los que están en un plantón.
Las dos horas de camino que hay entre Carranza y San Cristóbal fueron azarosas, ante el temor de que en cualquier recoveco del camino se apareciera un convoy policíaco que detuviera a él, y a sus dos compañeros también liberados, José Manuel de la Torre y Roselio de la Cruz.
“En esa curva fue emboscado Bartolomé, era dirigente de nuestra organización allá por 1975, lo entregó una amante que tenía (…) yo siempre les digo a los compañeros que a los luchadores sociales los puede perder al alcohol, las mujeres o el dinero”, recordaba Chema con voz pausada, como para si mismo.
Antes de ser liberados, los tres campesinos de la Ocez fueron llevados ante el gobernador Juan Sabines Guerrero, quien le pidió “reanudar las negociaciones”. Según narraron los campesinos, en la reunión privada le reiteraron que siguen vigentes sus demandas de tierras, cancelación de órdenes de aprensión, e indemnización a las familias de los dos campesinos que pedieron la vida el día de su detención, y al que quedó invalido por las heridas que sufrió cuando una camioneta policiaca los embistió.
En San Cristóbal Chema dijo a los campesinos que “grupos de poder al interior del gobierno buscan algo más, buscan la represión, violaron el acuerdo que tenían con nosotros y nos reprimieron. Buscan posicionarse a nuestra costra. Nosotros los campesinos no somos carne de cañón”
“La represión, la compra de líderes, no son la solución a nuestras demandas. La solución es resolver las necesidades de tierra y de justicia que tienen las comunidades”, explicó el líder campesino.
Cabe recordar que quince días después de la detención ocurrida el 30 de septiembre, Chema fue sacado de su celda en el penal de Cintalapa, y llevado al reclusorio de alta seguridad de Nayarit. El 24 de octubre autoridades policíacas implementaron un operativo en las comunidades militantes de la Ocez y detuvieron a dos dirigentes más.
A partir de entonces los campesinos iniciaron un plantón en esta ciudad, e iniciaron la toma pacífica de las oficinas de la ONU.
La liberación de los campesinos se dio mediante el desistimiento penal de algunos de los delitos que les imputaban, y el pago de una fianza por los de despojo y daños. El recurso fue pagado por las autoridades.
Venustiano Carranza, Chis., 24 de noviembre. Horas después de ser excarcelado, el líder de la Organización Campesina Emiliano Zapata (Ocez), José Manuel Hernández Martínez (Chema), se integró a la lucha de los integrantes de su organización.
Por la mañana Chema llegó a Venustiano Carranza, para luego dirigirse hacia San Cristóbal de las Casas, donde sus correligionarios mantenían un plantón en la Plaza Catedral.
Ahí ante los reporteros, activistas y sus compañeros, Hernández Martínez, dio un emotivo discurso ante decenas de sus compañeros que mantuvieron durante casi dos meses un plantón y diversas acciones para lograr su libertad, dijo que los campesinos no son “carne de cañón”, y que la represión y la compra de líderes no son la solución a sus demandas de tierra y justicia.
Los campesinos no tuvieron pena y lloraron. Estos hombres que han pasado casi toda su vida luchando por un pedazo de tierra, y durante las últimas tres décadas han sufrido la muerte violenta de cuando menos 40 de sus compañeros, pasado por múltiples desalojos, enfrentamientos, operativos policíacos y militares en su contra, lloraron.
Recibieron a su líder moral en la plaza frente a la Catedral de la Paz de esta ciudad. Lo recibieron tronando cohetes (juegos pirotécnico), como se estila en las fiestas importantes de sus pueblos.
Chema no los defraudó, a pesar de la amenaza latente de una nueva aprensión en su contra –según las autoridades estatales tiene al menos 15 averiguaciones previas en su contra- salió de su vivienda en el municipio de Venustiano Carranza, lugar al que fue llevado por autoridades estatales luego de su liberación, y se traslado a la ciudad de San Cristóbal de las Casas, donde lo esperaban sus compañeros que ocupan las oficinas de la ONU y los que están en un plantón.
Las dos horas de camino que hay entre Carranza y San Cristóbal fueron azarosas, ante el temor de que en cualquier recoveco del camino se apareciera un convoy policíaco que detuviera a él, y a sus dos compañeros también liberados, José Manuel de la Torre y Roselio de la Cruz.
“En esa curva fue emboscado Bartolomé, era dirigente de nuestra organización allá por 1975, lo entregó una amante que tenía (…) yo siempre les digo a los compañeros que a los luchadores sociales los puede perder al alcohol, las mujeres o el dinero”, recordaba Chema con voz pausada, como para si mismo.
Antes de ser liberados, los tres campesinos de la Ocez fueron llevados ante el gobernador Juan Sabines Guerrero, quien le pidió “reanudar las negociaciones”. Según narraron los campesinos, en la reunión privada le reiteraron que siguen vigentes sus demandas de tierras, cancelación de órdenes de aprensión, e indemnización a las familias de los dos campesinos que pedieron la vida el día de su detención, y al que quedó invalido por las heridas que sufrió cuando una camioneta policiaca los embistió.
En San Cristóbal Chema dijo a los campesinos que “grupos de poder al interior del gobierno buscan algo más, buscan la represión, violaron el acuerdo que tenían con nosotros y nos reprimieron. Buscan posicionarse a nuestra costra. Nosotros los campesinos no somos carne de cañón”
“La represión, la compra de líderes, no son la solución a nuestras demandas. La solución es resolver las necesidades de tierra y de justicia que tienen las comunidades”, explicó el líder campesino.
Cabe recordar que quince días después de la detención ocurrida el 30 de septiembre, Chema fue sacado de su celda en el penal de Cintalapa, y llevado al reclusorio de alta seguridad de Nayarit. El 24 de octubre autoridades policíacas implementaron un operativo en las comunidades militantes de la Ocez y detuvieron a dos dirigentes más.
A partir de entonces los campesinos iniciaron un plantón en esta ciudad, e iniciaron la toma pacífica de las oficinas de la ONU.
La liberación de los campesinos se dio mediante el desistimiento penal de algunos de los delitos que les imputaban, y el pago de una fianza por los de despojo y daños. El recurso fue pagado por las autoridades.
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