Toño Aguilar.
Comitán, Chis.- En tiempos del Emperador Cevero, El César en una ocasión, lleno de ira mandó a 300 soldados para buscar a Karalatus (San Caralampio), y le dieran muerte, fue entonces que estos fueron de casa en casa en busca del Santo.
Cuando fue hallado, le clavaron agudos clavos por todo el cuerpo, lo ataron de sus barbas que eran abundantes y le hicieron caminar por varios kilómetros.
Cuando parecía que los soldados lo golpeaban para hacerle más sufrido su caminar, su caballo, que caminaba a la par suya, se volteo y dijo claramente: "Vosotros, soldados ministros execrables del demonio, ¿No veis que con este hombre está Dios Padre y Jesucristo y que en él habita el Espíritu Santo? Pues ¿por qué obstinados obráis de esa manera? "Desatad al que no podéis ligar, para que así seáis sueltos de las cadenas con que estáis atados".
De ahí, San Caralampio fue liberado y comenzó a tomar fama por las buenas obras y milagros que hacía con la gente que más necesitaba.
Finalmente, después que el Santo se hizo célebre por sus virtudes, fue sentenciado a degüelle y estando ya preparado para recibir el último golpe, se abrieron repentinamente los cielos, oyéndose estas voces: "Ven, Caralampio, amigo mío, que has padecido tanto por mi nombre: ven y pídeme lo que quieras, que yo lo concederé".
El Santo dio humildísimas gracias al Señor por tan señalados favores, rogándole que donde se depositasen sus reliquias, no hubiese ni hambre, ni peste, ni aire alguno contagioso, que en cualquier parte se conservase la memoria de su martirio, librase Dios a los cristianos y a los animales de todo mal.
Concluida su petición, se volvió a escuchar la misma voz que decía: Hágase como lo has pedido, mi generoso Atleta; y al punto sin tocarle aquella cuchilla, libre su alma de aquel cuerpo mortal, pasó ala vida eterna, habiendo cumplido ciento trece años de edad.
Fue hasta el año de 1850 cuando un soldado de nombre Otero trajo a Comitán la imagen de San Caralampio, ahí un hombre enmarcó aquella imagen y vino consigo una peste en toda la ciudad.
La viruela acabó con gran parte de la población comiteca, pero para sorpresa de propios y extraños, el lugar donde permanecía la imagen de San Caralampio la peste no causo daño alguno, por lo que fue nombrado patrono y abogado de estos males difíciles.
Es así como nació el amor y la fe por San Caralampio, que por excelencia es considerado ahora, a más de 150 años de su llegada, como el Santo de los Campesinos.
Desde entonces, cientos de campesinos tojolabales se reúnen en el árbol de El Chumís, al nor-oriente de la ciudad, para iniciar una romería hasta el templo del San Caralampio.
Tambores, pitos, cohetes, flores, vestimentas de colores y un corazón dispuesto, es lo que hacen ahora que la peregrinación de San Caralampio se haya convertido en todo un carnaval.
En tanto que, hombres con ropas desgarradas, así como el rostro ensangrentado, representan el momento en que los 300 soldados enviados por El César, buscaban a San Caralampio para matarlo.
Esto que se ha convertido en una gran fiesta, es una de las principales celebraciones de los grupos tojolabales que aún persisten actualmente en la entidad, al igual que la celebración de la Santísima Trinidad en el municipio de La Trinitaria.
Comitán, Chis.- En tiempos del Emperador Cevero, El César en una ocasión, lleno de ira mandó a 300 soldados para buscar a Karalatus (San Caralampio), y le dieran muerte, fue entonces que estos fueron de casa en casa en busca del Santo.
Cuando fue hallado, le clavaron agudos clavos por todo el cuerpo, lo ataron de sus barbas que eran abundantes y le hicieron caminar por varios kilómetros.
Cuando parecía que los soldados lo golpeaban para hacerle más sufrido su caminar, su caballo, que caminaba a la par suya, se volteo y dijo claramente: "Vosotros, soldados ministros execrables del demonio, ¿No veis que con este hombre está Dios Padre y Jesucristo y que en él habita el Espíritu Santo? Pues ¿por qué obstinados obráis de esa manera? "Desatad al que no podéis ligar, para que así seáis sueltos de las cadenas con que estáis atados".
De ahí, San Caralampio fue liberado y comenzó a tomar fama por las buenas obras y milagros que hacía con la gente que más necesitaba.
Finalmente, después que el Santo se hizo célebre por sus virtudes, fue sentenciado a degüelle y estando ya preparado para recibir el último golpe, se abrieron repentinamente los cielos, oyéndose estas voces: "Ven, Caralampio, amigo mío, que has padecido tanto por mi nombre: ven y pídeme lo que quieras, que yo lo concederé".
El Santo dio humildísimas gracias al Señor por tan señalados favores, rogándole que donde se depositasen sus reliquias, no hubiese ni hambre, ni peste, ni aire alguno contagioso, que en cualquier parte se conservase la memoria de su martirio, librase Dios a los cristianos y a los animales de todo mal.
Concluida su petición, se volvió a escuchar la misma voz que decía: Hágase como lo has pedido, mi generoso Atleta; y al punto sin tocarle aquella cuchilla, libre su alma de aquel cuerpo mortal, pasó ala vida eterna, habiendo cumplido ciento trece años de edad.
Fue hasta el año de 1850 cuando un soldado de nombre Otero trajo a Comitán la imagen de San Caralampio, ahí un hombre enmarcó aquella imagen y vino consigo una peste en toda la ciudad.
La viruela acabó con gran parte de la población comiteca, pero para sorpresa de propios y extraños, el lugar donde permanecía la imagen de San Caralampio la peste no causo daño alguno, por lo que fue nombrado patrono y abogado de estos males difíciles.
Es así como nació el amor y la fe por San Caralampio, que por excelencia es considerado ahora, a más de 150 años de su llegada, como el Santo de los Campesinos.
Desde entonces, cientos de campesinos tojolabales se reúnen en el árbol de El Chumís, al nor-oriente de la ciudad, para iniciar una romería hasta el templo del San Caralampio.
Tambores, pitos, cohetes, flores, vestimentas de colores y un corazón dispuesto, es lo que hacen ahora que la peregrinación de San Caralampio se haya convertido en todo un carnaval.
En tanto que, hombres con ropas desgarradas, así como el rostro ensangrentado, representan el momento en que los 300 soldados enviados por El César, buscaban a San Caralampio para matarlo.
Esto que se ha convertido en una gran fiesta, es una de las principales celebraciones de los grupos tojolabales que aún persisten actualmente en la entidad, al igual que la celebración de la Santísima Trinidad en el municipio de La Trinitaria.
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