viernes, diciembre 12, 2008

12 de Diciembre, el día más esperado por los mexicanos

Toño Aguilar.

Comitán, Chis.- Eran los primeros días de diciembre del año de 1531, cuando el indio Juan Diego iba caminando por el cerro del Tepeyac y escucho una voz que le dijo:

“Juanito, Juan Dieguito, sube Juan Diego, que yo soy la siempre Virgen Santa María, madre del verdadero Dios por quien se vive”, fue cuando este subió a la cumbre del cerro y al llegar, mucho se sorprendió al ver una mujer vestida de sol, que lo llamó para que fuera bien cerquita de ella y darle una encomienda.

El indio tenía que volver al día siguiente, pero ya no pudo regresar, porque en su casa halló que su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo, para morir, era necesario cuidarlo por todo el día.

Al día siguiente, el 12 de Diciembre, cuando todavía era de noche, salió Juan Diego al pueblo a buscar un sacerdote para que preparara a su tío para la muerte, pero cuando paso cerca del cerro del Tepeyac pensó: "Si voy por el mismo camino, la madre de Dios me detendrá para que lleve su encomienda.

Entonces pensó “que primero nos deje nuestro dolor y nuestra aflicción", se dio la vuelta por el otro lado del cerro. Pero la Virgen María que a todas partes lo estaba mirando, salió a su encuentro y le dijo: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?".

"Mi niña, mi jovencita, voy a México a buscar un sacerdote para un siervo tuyo, tío mío, que está muy grave. Ten un poquito de paciencia conmigo que luego volveré por tu encomienda", respondió Juan Diego.

"Escucha Juan Diego, ponlo en tu corazón. ¿No estoy aquí yo que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?, sabes que tu tío ya está bien, ya está curado; Ahora es muy necesario que subas a la cumbre del cerro, allí encontrarás flores, córtalas y tráelas a mi presencia.

Juan Diego sabía que no se daban flores en esa época del año, pero subió sin dudar y cuando llegó se encontró en el paraíso, cortó las flores, las guardó en su manto y bajó al encuentro de la Virgen. Ella las tomó con sus manos y le dijo: "Estas flores son la señal que llevarás a todos, diles que vean en ellas mi deseo, para que construya mi templo, y sabe que mucho te voy a glorificar por tu trabajo y por tu cansancio y en ti que eres mi mensajero está puesta mi confianza".

Cuando Juan Diego llegó al palacio del Obispo, después de mucho esperar logró verlo. Primero le contó todo lo que había visto y oído, y cuando terminó su relato le dijo: "Aquí tienes las flores, hazme el favor de recibirlas".

Juan Diego comenzó a abrir su manto y a sacar las flores. Allí mismo comenzó a ver que la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe se había quedado grabada en su manto. Ella se había estampado en la tilma de Juan Diego en la misma forma y figura en que está hoy en su casita de México.

Desde entonces, el 12 de Diciembre es para miles de mexicanos, el día más esperado del año. Unos para cumplir la promesa de arrodillarse antes los pies de la Morenita de Tepyac y otros por agradecimiento de un milagro.

Al igual que el indio Juan Diego; niños, mujeres, hombres y ancianos con el vestido rasgado y sucio al igual que el rostro y los pies con ampollas, hace evidenciar su fe al recorrer cientos de kilómetros para cumplir una promesa a la que han nombrado “La Reina de México”.

En Chiapas, al menos en Comitán, desde las primeras horas de hoy, las campanas del templo de Guadalupe no dejan de sonar, el cielo retumba por los cohetones, es un día de fiesta.

Hay quienes dicen que es la más milagrosa, la que cura todas las enfermedades, pero sin dudad alguna, es la fe lo que hace que los peregrinos derramen lagrimas que cubren sus rostros de agradecimiento.





No hay comentarios.: