sábado, noviembre 22, 2008

En el rostro de los pobres

+ Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar de San Cristóbal de las Casas

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.

Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”. (Mt 25, 31-46).

En torno a una mesa
Siempre es alentador y fortificante visitar a los Traperos de Emaus cuya filosofía (más que filosofía una vivencia) es hacer vida la basura y así recuperar la dignidad de la persona: trabajando, transformando y revitalizando todo lo que el mundo desperdicia. “No hay mejor aliciente, ni terapia más constructiva, que compartir la mesa, el pan, la vida y el trabajo con quien se siente derrotado y no tiene ganas de vivir” Afirman. Es increíble como se levantan las personas, luchan y recobran su dignidad. En esa mesa, una persona decía: “¿Podrán ser felices quienes lo tienen todo sabiendo que hay millones de personas que están muriendo de hambre? No puedo imaginarme que haya personas que puedan siquiera comer cuando hay niños que no tienen ni un bocado”… Todos la contradijeron: “No conoces a los hombres y hasta donde llega su maldad y su insensibilidad. Hay quien puede quitarle el bocado al hambriento con tal de tener una moneda más”.

Lo más importante
Fuerte y cuestionador el Evangelio de este día. Pero además de una importancia capital: es el último domingo del año litúrgico, por tanto se le ha querido dar el sentido de plenitud, coronarlo con lo más importante y central de toda la enseñanza de Jesús, como el querer alcanzar una meta. Por eso se culmina con esta fiesta importante de Cristo Rey que en su evangelio precisa y destaca qué es lo más importante de su evangelio. Varias veces se le preguntó a Jesús cuál era el más importante de los mandamientos, y ahora en una descripción del juicio final, viene a señalar que todos los demás mandamientos no tendrán ningún fundamento si no se descubre el amor a los más pequeños e insignificantes. Tan grande es este mandamiento que Jesús no duda en identificarse y señalar que el amor o desprecio que se ha tenido con ellos, con Él mismo se ha tenido. La extrañeza y desconcierto de quienes han sido juzgados favorablemente o de quienes han sido condenados, puede darnos una idea de lo difícil que puede llegar a ser cumplir este mandamiento en aquel tiempo pero sobre todo en nuestro mundo actual.

Juez-Pastor
Curioso que en la visión final que nos presenta el mismo Jesús, el Juez se confunde continuamente con el pastor. Imponente la figura del Hijo del Hombre que, después, empieza a separar a las ovejas de los cabritos. Lo primero que nos enseña es que es un juez y un rey muy diferente. Muy diferente a todos los reyes, jefes, actuales y pasados. Nos trae a la memoria las graves acusaciones que hacía Ezequiel en contra de los malos pastores que trasquilaban las ovejas, que las tragaban y maltrataban cuando estaban puestos para cuidarlas. Acusación grave y actual, donde se asume el poder para el propio beneficio y, amparado en las estructuras económicas, se olvida del bienestar de las mayorías. Por eso en la primera lectura, contrapone Ezequiel a esos malos pastores, el amor inconmensurable de un pastor que entrega su vida y sus cuidados a la oveja herida y débil. Pero también es muy claro su papel de acusación porque “yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos”

La prueba
En el momento final y decisivo para saber si somos fieles al Evangelio de Jesús, son muy claros los parámetros sobre los cuales se nos juzgará. Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse. La página de este día no es una simple invitación a la caridad, ni siquiera un reconocimiento de las obras de misericordia; es el elemento fundamental con el cual comprueba la Iglesia su fidelidad como Esposa de Cristo. Si nos atenemos a las indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una presencia especial de Jesús, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos. ¿Cómo la estamos cumpliendo?

La comida una seña
A veces nos hacemos ilusiones que con una misa o un rezo estaremos cumpliendo fielmente el Evangelio, pero es que la Eucaristía es señal del Banquete Celestial y si no se tiene el compromiso con los hermanos quedará hueca y vana, no hará hermandad, no tendrá su sentido pleno. Por eso el Papa Juan Pablo II afirmaba: “Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos; en las enfermedades que flagelan a los países en desarrollo; en la soledad de los ancianos; la desazón de los parados; el trasiego de los emigrantes. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo. En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas”

En el rostro de los pobres
Es el último día del año litúrgico, pero se nos invita a pensar en el día final. Ahora tenemos que revisar muy bien nuestras vidas, si tienen el sentido que Jesús nos pide para ser verdaderamente sus discípulos. ¿Lo reconocemos en los hermanos? ¿Miramos su rostro en el rostro cansado y sin ilusión de los pobres? ¿Lo atendemos en las interminables filas de menesterosos que se mueven a nuestro lado? ¿Somos capaces de reconocer el rostro de Jesús en los más pequeños? Si no, estaremos errando nuestro discipulado y seguimiento de Jesús. No basta gritar ¡Viva, Cristo Rey! Tenemos que reconocerlo en donde Él nos dice que está más presente: en el pobre.

Padre bueno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, y nos has dejado en los pobres una presencia suya, haz que toda creatura, liberada de la esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Amén


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