El documento se titula Carta abierta a los hombres, compañeros o no, agresores o no.
"Aunque nos parezca absurdo tener que aclarar lo que nosotras comprendemos como violencia de género, percibimos la necesidad de hacerlo. Primero porque varios casos han pasado y siguen pasando en nuestro círculo activista, donde supuestamente todos y todas luchamos, entre otras cosas, por la equidad entre hombres y mujeres.
"Segundo, la definición jurídica de violación es demasiado estrecha para abarcar todas las agresiones que sufrimos cotidianamente como mujeres.
"La violencia sexual es cualquier acción que no respete y que va en contra de nuestros deseos y voluntades. No importa el 'nivel': todas, violaciones, amenazas, abusos verbales y físicos, son igualmente graves, aunque unas sean más directas que otras.
"Un NO siempre significa NO. Afirmar lo contrario es no respetarnos como personas que pensamos y sentimos, y que, más que todo, sabemos lo que pensamos, sentimos y queremos.
"Una relación consentida no quiere decir que se consienta todo. Aunque decidamos estar con alguien, siempre tenemos el derecho de decidir hasta donde queremos ir y qué queremos o no hacer. Tenemos este derecho porque somos personas, y no simplemente cuerpos a disposición de deseos y voluntades.
"También es violencia cuando nos desvalorizan, nos disminuyen, nos tratan como niñas. Es violencia por aprovecharse de una condición social injusta y absurda, para intentar mantenernos sometidas y ejercer un poder también absurdo, con la idea de manipularnos para hacer lo que quieren ustedes, y no lo que queremos nosotras.
"Como dueñas de nuestros cuerpos podemos vestirnos como queremos y la ropa que usamos no dice nada sobre el tipo de relación que queremos establecer con ustedes. No quiere decir que estamos provocando y tampoco les da el derecho de invadir nuestros espacios, a chiflarnos o a gritarnos en la calle.
"También es una violencia que, después de sufrir una agresión, tenemos que demostrarla y convencer a la gente de lo que nos ha pasado, y aún así haya gente que no nos cree. Es una violencia porque es ocultar nuestra voz, no escucharla.
"Optar por ignorar, no querer ver, no tomar posición y hasta aliarse con un agresor es también pactar con la violencia, porque es no considerar nuestra lucha diaria por ser dueñas de nuestros cuerpos como prioridad, como una lucha tan importante como todas las otras en las que estamos.
"Pensamos en escribir todo esto porque vemos que la violencia es mucho más sutil y subjetiva de lo que generalmente se considera como tal. Escuchar la voz de quien sufre, en distintos niveles, cotidianamente, es el primer paso para cambiar. El segundo paso es respetarla.
"Solo así se puede construir el mundo que queremos, en todos los espacios, sin separar el público del privado y sin mantener las opresiones contra las cuales luchamos".
"Aunque nos parezca absurdo tener que aclarar lo que nosotras comprendemos como violencia de género, percibimos la necesidad de hacerlo. Primero porque varios casos han pasado y siguen pasando en nuestro círculo activista, donde supuestamente todos y todas luchamos, entre otras cosas, por la equidad entre hombres y mujeres.
"Segundo, la definición jurídica de violación es demasiado estrecha para abarcar todas las agresiones que sufrimos cotidianamente como mujeres.
"La violencia sexual es cualquier acción que no respete y que va en contra de nuestros deseos y voluntades. No importa el 'nivel': todas, violaciones, amenazas, abusos verbales y físicos, son igualmente graves, aunque unas sean más directas que otras.
"Un NO siempre significa NO. Afirmar lo contrario es no respetarnos como personas que pensamos y sentimos, y que, más que todo, sabemos lo que pensamos, sentimos y queremos.
"Una relación consentida no quiere decir que se consienta todo. Aunque decidamos estar con alguien, siempre tenemos el derecho de decidir hasta donde queremos ir y qué queremos o no hacer. Tenemos este derecho porque somos personas, y no simplemente cuerpos a disposición de deseos y voluntades.
"También es violencia cuando nos desvalorizan, nos disminuyen, nos tratan como niñas. Es violencia por aprovecharse de una condición social injusta y absurda, para intentar mantenernos sometidas y ejercer un poder también absurdo, con la idea de manipularnos para hacer lo que quieren ustedes, y no lo que queremos nosotras.
"Como dueñas de nuestros cuerpos podemos vestirnos como queremos y la ropa que usamos no dice nada sobre el tipo de relación que queremos establecer con ustedes. No quiere decir que estamos provocando y tampoco les da el derecho de invadir nuestros espacios, a chiflarnos o a gritarnos en la calle.
"También es una violencia que, después de sufrir una agresión, tenemos que demostrarla y convencer a la gente de lo que nos ha pasado, y aún así haya gente que no nos cree. Es una violencia porque es ocultar nuestra voz, no escucharla.
"Optar por ignorar, no querer ver, no tomar posición y hasta aliarse con un agresor es también pactar con la violencia, porque es no considerar nuestra lucha diaria por ser dueñas de nuestros cuerpos como prioridad, como una lucha tan importante como todas las otras en las que estamos.
"Pensamos en escribir todo esto porque vemos que la violencia es mucho más sutil y subjetiva de lo que generalmente se considera como tal. Escuchar la voz de quien sufre, en distintos niveles, cotidianamente, es el primer paso para cambiar. El segundo paso es respetarla.
"Solo así se puede construir el mundo que queremos, en todos los espacios, sin separar el público del privado y sin mantener las opresiones contra las cuales luchamos".
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