Roberto Barbosa
Rancho El Milagro.— Con la invasión de la creciente del río Viejo Mezcalapa en su potrero, donde el agua alcanzó hasta los cinco metros de altura en algunas partes, empezó y no termina el suplicio de don Javier Cernuda Alcázar.
Primero se le ahogaron nueve vacas y tres más abortaron. A los ochos días, cuando el ganado bramaba de hambre empezó con la compra de alimento —lo que hace hasta la fecha—, luego a gastar en medicamentos al empezarle las enfermedades al hato.
Continúa con los gastos en alimentos, pues en las 46 hectáreas del predio, localizado sobre la carretera Villahermosa-Reforma, los pastizales siguen totalmente destruidos por el agua que los anegó y las vacas flacas y débiles fácilmente contraen padecimientos.
Además, el ranc
ho no le deja ingresos, pues nadie quiere comprarle su ganado enjuto. Antes de la tragedia natural, las comercializaba en el Frigorífico de la Unión Ganadera Regional de Tabasco (UGRT), donde sólo aceptan ganado gordo.
Relata que ha logrado vender algunas reses con algún carnicero de los pueblitos, pero le pagan hasta los ocho días. Los productores pecuarios que como él padecieron el desbordamiento de los ríos, dice “todos están perdiendo”.
En su predio eran 46 hectáreas, pero sólo sirven 10, en el resto está el pasto seco por el agua que lo pudrió. En este lugar, agrega, en condiciones normales pastaban de 150 a 170 vacas, actualmente sólo hay 86 animales que comen hasta la vegetación que nunca habían probado.
“Ahora lo que se tiene que hacer es sacar ganado y vender otro poco para poder dejar crecer el pasto. Es poco lo que queda, ya no se puede”, lamenta el ganadero.
Incluso llega al grado de sentenciar que “se va a vender el rancho. Se va a vender mejor. (Pues) ya no es negocio”.
Comenta que el alimento se encuentra caro y es sólo para mantenimiento, no es para engordarlo, sino sólo para sobrevivir nada más. Es mucho gasto y definitivamente no es redituable esta actividad pecuaria en Tabasco.
Dice que el precio de la carne aunque no ha bajado, pero no hay ganado gordo y en el frigorífico (rastro) no lo aceptan ni reciben en esas condiciones.
Las vacas están delgadas y se les proporciona alimento y melaza para que no se mueran.
Luego, así débiles se enferman con mayor facilidad y es más gasto en medicinas, más de lo normal que habitualmente se les aplica. Todo es gasto, dice.
Rancho El Milagro.— Con la invasión de la creciente del río Viejo Mezcalapa en su potrero, donde el agua alcanzó hasta los cinco metros de altura en algunas partes, empezó y no termina el suplicio de don Javier Cernuda Alcázar.
Primero se le ahogaron nueve vacas y tres más abortaron. A los ochos días, cuando el ganado bramaba de hambre empezó con la compra de alimento —lo que hace hasta la fecha—, luego a gastar en medicamentos al empezarle las enfermedades al hato.
Continúa con los gastos en alimentos, pues en las 46 hectáreas del predio, localizado sobre la carretera Villahermosa-Reforma, los pastizales siguen totalmente destruidos por el agua que los anegó y las vacas flacas y débiles fácilmente contraen padecimientos.
Además, el ranc
Relata que ha logrado vender algunas reses con algún carnicero de los pueblitos, pero le pagan hasta los ocho días. Los productores pecuarios que como él padecieron el desbordamiento de los ríos, dice “todos están perdiendo”.
En su predio eran 46 hectáreas, pero sólo sirven 10, en el resto está el pasto seco por el agua que lo pudrió. En este lugar, agrega, en condiciones normales pastaban de 150 a 170 vacas, actualmente sólo hay 86 animales que comen hasta la vegetación que nunca habían probado.
“Ahora lo que se tiene que hacer es sacar ganado y vender otro poco para poder dejar crecer el pasto. Es poco lo que queda, ya no se puede”, lamenta el ganadero.
Incluso llega al grado de sentenciar que “se va a vender el rancho. Se va a vender mejor. (Pues) ya no es negocio”.
Comenta que el alimento se encuentra caro y es sólo para mantenimiento, no es para engordarlo, sino sólo para sobrevivir nada más. Es mucho gasto y definitivamente no es redituable esta actividad pecuaria en Tabasco.
Dice que el precio de la carne aunque no ha bajado, pero no hay ganado gordo y en el frigorífico (rastro) no lo aceptan ni reciben en esas condiciones.
Las vacas están delgadas y se les proporciona alimento y melaza para que no se mueran.
Luego, así débiles se enferman con mayor facilidad y es más gasto en medicinas, más de lo normal que habitualmente se les aplica. Todo es gasto, dice.
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