miércoles, enero 30, 2008

La tortuosa vida de un joven que fue miembro de la Mara

“Lo menos que puedo hacer para darle las gracias a Dios”

Toño Aguilar.

Comitán, Chis.-Nacido en Comitán y con 16 años de edad, Jorge de Jesús Velásquez Vázquez ya sabe que es violar, robar y estar al filo de la muerte por una sobredosis de cocaína.

A los 10 años, cuando apenas cursaba el quinto año de primaria, Jorge tuvo la curiosidad de saber que se sentía inhalar thiner, fue ahí donde conoció a “El chemo”, a través de un joven de unos 15 años que se drogaba en la afueras de la escuela Sor Juan Inés de la Cruz, en donde Jorge estudiaba.

“Un día me le acerque y le pregunte: ¿qué sentía cuando inhalaba thiner?, él me dijo que si lo quería probar que él me daría un poco”, fue entonces cuando Jorge inicio una etapa de su vida de la cual dijo: “no quisiera que nadie la pasara”.

Con el pasar del tiempo, Jorge comenzó a buscar otras drogas, porque el tinher no le era suficiente. Logró conectarse con subdistribuidores de crack, cocaína y marihuana en los municipios de Comitán, Las Margaritas, La Trinitaria y San Cristóbal.

-¿Cómo le hacías para comprar la droga?
-Me dedique a asaltar y a robar, principalmente a mis papás. En algunas ocasiones trabajaba como ayudante de albañil para poder comprar la droga.

Jorge, gastaba desde 50 hasta 200 pesos diarios. A los 12 años, cuando Jorge ya se sentía dependiente de las drogas, su más grande anhelo era llegar a matar a más de cien personas.

Cuando Jorge tenía 13 años, un grupo de jóvenes pertenecientes a la “Mara Salvatrucha”, le hicieron la invitación para que formara parte de la banda, lo que hizo que Jorge se sintiera “más importante”.

“En un principio sólo nos reuníamos para drogarnos, pero poco a poco las cosas fueron cambiando. Asaltábamos a los que pasaran por donde estuviéramos, incluso buscábamos pleitos con otras bandas, al grado de agarrarnos a machetazos, sin importar las consecuencia. Siempre me sentía protegido por la banda”.

A los 14 años, Jorge conoció a “El Jaivo”, quien lo fue involucrando más a la “Mara Salvatrucha”, al grado de llegar a hacer pactos satánicos, “para sentirse protegidos”.

“Para poder entrar a la banda, teníamos que aguantar 13 segundos recibiendo golpes de al menos diez chavos. Ahí siempre se pegaba a matar, porque sabíamos que los trece segundos que teníamos para pegarle a los de nuevo ingreso, no eran muy seguido, mientras que nos están pegando realizamos un pacto con el diablo”.

Invadido por el vicio y el pandillerismo, Jorge comienza a tener la necesidad de dejar todo, pero siente que ya es demasiado tarde. Lo intenta en varias ocasiones pero fracasa.

Sus padres, dijo, siempre le brindaban cariño y mucha atención, Jorge ocupaba el octavo lugar de sus nueve hermanos, y en ningún momento sus padres lo indujeron a algún vicio, por el contrario siempre le dieron la atención que necesitaba, al menos durante su infancia.

Cuando Jorge ya se sentía dependiente de las drogas, no le importaba lo que sus papás le dijeran, él siempre tomaba decisiones por su propia cuenta, mientras que sus padres buscaban la manera de ayudarlo a salir de las drogas, pero en su desesperación lo amenazaban con meterlo al “anexo” (centro de rehabilitación para enfermos dependientes).

La situación de Jorge empeoró, cuando en una ocasión estuvo a punto de perder la vida por una sobredosis de cocaína, es ahí donde Jorge tuvo el valor de decidir entre el cielo ó el infierno.

“No sé como es que me salieron las palabras, pero me acuerdo que dije: ¡Dios mío por favor ayúdame! Esta vez la libre, ya no quería más, sentía que alguien me perseguía, que alguien me quería matar. Me sentía solo, sabía que estaba al borde de la muerte”.

A partir de entonces Jorge comenzó a creer que Dios existía, pero siempre creyó que Él nunca lo perdonaría, que no podría borrar lo que había hecho.

Sus padre, evangélicos desde hace muchos años, en una ocasión realizaron una reunión en su casa, y al estar justo en el momento en que se realizaba una oración, Jorge llegó, lo invitaron a que hiciera un oración permitiendo que Jesucristo entrara a su corazón.

Jorge decidió hacer la oración, pero aún estando un poco drogado y alcoholizado, no tomó las cosas tan enserio. Pasaron varios meses cuando Jorge tomó la decisión de asistir a una iglesia evangélica, porque él anhelaba cambiar su forma de vivir.

Jorge actualmente es líder de un grupo de jóvenes de la Iglesia Pentecostés “Maranatha”, quien a través de su testimonio trata de hacer conciencia entre los jóvenes que se puedan ver involucrados en la vida que él vivió.

“Lo menos que puedo hacer para darle las gracias a Dios, es servirle por el resto de mi vida, y le doy gracias porque sino fuera por la vida que viví durante mi infancia, creo que ahora no estuviera en donde estoy”.

-¿Qué harías si te diera un poco de marihuana en este momento?
-En primer lugar te la quitaría para tirarla y te diría que Jesucristo te ama.

Miles de jóvenes de todas clases sociales, religiones ó costumbres se pueden ver identificados con la vida de Jorge, pero pocos son los que realmente pueden tomar decisiones que le pueden cambiar su vida.

Así mismo, existen padres de familia que creen que sus hijos están bajo su mando, pero no se imaginan las inquietudes que debido al cambio de vida que un niño-joven sufre, los puede llevar a tomar decisiones que ni los propios padres podrían iimaginarse.

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