José D. Coutiño M
Todo inicio de año requiere de hacer un balance sobre lo acontecido que trae posibilidades de que el 2008 sea mejor que el año que quedó atrás. Para el caso del 2008, no se espera un año diferente en lo económico, político y social; sin embargo, el fantasma de la duda sobre el desempeño del gobierno cobra fuerza generado por el cambio masivo en la estructura del gobierno estatal. La pregunta es ¿Qué hará el gobierno de Juan Sabines para disipar esas dudas?
Referente a la política, si bien no es un año de elecciones, los cambios, la incorporación de caciques, la gente de poder económico y político a la estructura del gobierno estatal, aunado al control que tendrá el Congreso estatal sobre los presidentes municipales, el repliegue a la selva del EZLN y las protestas por el cambio de edil municipal en municipios de influencia zapatista (Altamirano y las Margaritas) son elementos de lo que habrá de suceder en el 2009. Vencer los fundamentalismos políticos en diversas zonas del estado, hacer un gobierno fuerte, eficaz y con rumbo será el punto de quiebre para avanzar a un escenario más favorable.
En este talante, también jugará un papel importante lo que suceda dentro de los partidos políticos, divididos por fuerzas caciquiles internas, vinculadas al gobierno, mismas que definirán la conformación integral de los contrapesos. Se espera que los partidos intensifiquen actividades sociales para avanzar y consolidar una base social para las elecciones intermedias. Por ello, no es gratuito que sus actividades en el estado sean reguladas desde el Congreso de la Unión, la SeGob, con la supervisión de la Secretaría de Gobierno Estatal. La cuestión es que el gobierno de Juan Sabines se encuentra en medio de esas indefiniciones, mismas que le cortan capacidad de movilidad, de decisión y de credibilidad.
En lo económico, el aparato productivo chiapaneco desde hace mucho no está generando empleos de manera masiva —ya no se diga bien remunerados—, el alza a la gasolina provocará un aumento de precios en la canasta básica que el aumento al salario mínimo estará lejos de apoyar el gasto familiar. A pesar de lo anterior, la generación de empleos estará en manos de los gobiernos estatal y municipal, los partidos y las personas que invirtieron en la política, pero para conservar y/o acrecentar los cotos de poder y los votos. La generación de empleos en Chiapas parece ser que no es prioridad en el 2008, en virtud de que se está sujeto al acuerdo para sacar las reformas fundamentales para el país por parte de Congreso de la Unión.
Asimismo, la apertura agrícola que se da desde el primer día del 2008 en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el aumento de la gasolina, así sea gradual, impactan en el ánimo social, generarán mayor migración, nula producción agrícola que será aprovechado por el capital depredador foráneo.
En materia de seguridad, el reto que sigue plantando la delincuencia organizada es indeclinable. Ya se comenzó la lucha; ahora es tiempo de consolidar sus resultados para mantener a raya dicho flagelo. Mientras que en el proceso de impartición de justicia el gobierno de Chiapas debe de seguir insistiendo en el esclarecimiento del caso Acteal, mantener a raya al clientelismo, la corrupción y el tráfico de influencias.
Sería desalentador que dentro de un año estemos hablando, otra vez, de solo los cambios en el gobierno estatal, del alto índice de desempleo, que el gobernador anduvo en campaña, instituciones estatales inoperantes, enriquecimiento ilícito, otro año más de la masacre de Acteal, problemas en las alcaldías, conflictos comunitarios por los recursos y problemas relacionados con el crimen organizado.
En el año que concluye, los chiapanecos han asistido con desencanto al ahondamiento de una crisis de credibilidad en el conjunto de la institucionalidad política y al derrumbe gradual de un sistema político que no parece alcanzar las alturas del poder político y económico en las que se mueven los funcionarios, cuyas acciones son inoperantes, no se regulan los problemas, todo lo resuelve el centro, mientras con ello evidencian el deterioro moral de la clase gobernante. Hoy más que nunca, hace falta un gobierno con altura de miras que no esté consagrado al pago de facturas políticas, y que actúe –sobre todo en materia de impartición de regular los problemas estructurales y las necesidades que demanda el estado de Chiapas.
Todo inicio de año requiere de hacer un balance sobre lo acontecido que trae posibilidades de que el 2008 sea mejor que el año que quedó atrás. Para el caso del 2008, no se espera un año diferente en lo económico, político y social; sin embargo, el fantasma de la duda sobre el desempeño del gobierno cobra fuerza generado por el cambio masivo en la estructura del gobierno estatal. La pregunta es ¿Qué hará el gobierno de Juan Sabines para disipar esas dudas?
Referente a la política, si bien no es un año de elecciones, los cambios, la incorporación de caciques, la gente de poder económico y político a la estructura del gobierno estatal, aunado al control que tendrá el Congreso estatal sobre los presidentes municipales, el repliegue a la selva del EZLN y las protestas por el cambio de edil municipal en municipios de influencia zapatista (Altamirano y las Margaritas) son elementos de lo que habrá de suceder en el 2009. Vencer los fundamentalismos políticos en diversas zonas del estado, hacer un gobierno fuerte, eficaz y con rumbo será el punto de quiebre para avanzar a un escenario más favorable.
En este talante, también jugará un papel importante lo que suceda dentro de los partidos políticos, divididos por fuerzas caciquiles internas, vinculadas al gobierno, mismas que definirán la conformación integral de los contrapesos. Se espera que los partidos intensifiquen actividades sociales para avanzar y consolidar una base social para las elecciones intermedias. Por ello, no es gratuito que sus actividades en el estado sean reguladas desde el Congreso de la Unión, la SeGob, con la supervisión de la Secretaría de Gobierno Estatal. La cuestión es que el gobierno de Juan Sabines se encuentra en medio de esas indefiniciones, mismas que le cortan capacidad de movilidad, de decisión y de credibilidad.
En lo económico, el aparato productivo chiapaneco desde hace mucho no está generando empleos de manera masiva —ya no se diga bien remunerados—, el alza a la gasolina provocará un aumento de precios en la canasta básica que el aumento al salario mínimo estará lejos de apoyar el gasto familiar. A pesar de lo anterior, la generación de empleos estará en manos de los gobiernos estatal y municipal, los partidos y las personas que invirtieron en la política, pero para conservar y/o acrecentar los cotos de poder y los votos. La generación de empleos en Chiapas parece ser que no es prioridad en el 2008, en virtud de que se está sujeto al acuerdo para sacar las reformas fundamentales para el país por parte de Congreso de la Unión.
Asimismo, la apertura agrícola que se da desde el primer día del 2008 en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el aumento de la gasolina, así sea gradual, impactan en el ánimo social, generarán mayor migración, nula producción agrícola que será aprovechado por el capital depredador foráneo.
En materia de seguridad, el reto que sigue plantando la delincuencia organizada es indeclinable. Ya se comenzó la lucha; ahora es tiempo de consolidar sus resultados para mantener a raya dicho flagelo. Mientras que en el proceso de impartición de justicia el gobierno de Chiapas debe de seguir insistiendo en el esclarecimiento del caso Acteal, mantener a raya al clientelismo, la corrupción y el tráfico de influencias.
Sería desalentador que dentro de un año estemos hablando, otra vez, de solo los cambios en el gobierno estatal, del alto índice de desempleo, que el gobernador anduvo en campaña, instituciones estatales inoperantes, enriquecimiento ilícito, otro año más de la masacre de Acteal, problemas en las alcaldías, conflictos comunitarios por los recursos y problemas relacionados con el crimen organizado.
En el año que concluye, los chiapanecos han asistido con desencanto al ahondamiento de una crisis de credibilidad en el conjunto de la institucionalidad política y al derrumbe gradual de un sistema político que no parece alcanzar las alturas del poder político y económico en las que se mueven los funcionarios, cuyas acciones son inoperantes, no se regulan los problemas, todo lo resuelve el centro, mientras con ello evidencian el deterioro moral de la clase gobernante. Hoy más que nunca, hace falta un gobierno con altura de miras que no esté consagrado al pago de facturas políticas, y que actúe –sobre todo en materia de impartición de regular los problemas estructurales y las necesidades que demanda el estado de Chiapas.




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