Rodulfo Reyes
Villahermosa, Tabasco; 8 de noviembre.- Estaba oscureciendo cuando apareció la lancha motor fuera de borda, que era impulsaba con un remo por la persona que iba en la parte de atrás, y se pegó a la casa sumergida al menos metro y medio. Los tres sujetos ni siquiera se tomaron la molestia de cubrirse el rostro ni mirar a sus lados para ver si no había alguien observándolos.
El operador se quedó en su puesto. Uno se metió al agua y terminó de acercar la pequeña embarcación a su objetivo. El tercero prendió un soplete que iba conectado a un cilindro de gas de 20 kilos, y unos minutos bastaron para que la protección de fierro cediera. Un empujón fue suficiente para abrir la ventana, ya sin la reja de seguridad.
Los ladrones se mantuvieron en sus puestos. El del motor, enjuto, de playera negra y pantalón de mezclilla, tenía la mano derecha puesta en el encendido de la máquina. El que se bajó y activó la herramienta de soldadura fue quien entró a la vivienda. Y el que le pasó el equipo de gas para violar la entrada, recibió el botín.
Primero sacaron una televisión con todo el cuidado del mundo para no mojarla. Al que entró a la casa, que parecía el más alto, el agua le daba al pecho. La segunda vez que ingresó regresó por un tubo, acaso una barreta que pudiere servirle de palanca para romper algún candado o cerradura.
Salió 15 minutos después con una bolsa de plástico negro que levantaba con su mano derecha para no ser empapada, mientras en la izquierda llevaba la varilla. A lo sumo se habían tardado media hora en entrar a robar la casa de uno del millón cien mil ciudadanos afectados por la mayor tragedia natural de Tabasco, producto de la creciente que afectó al 80 por ciento del territorio del estado.
El reportero se encontraba en una azotea ubicada a unos 20 metros del lugar del atraco. Cuando los habitantes de la colonia Miguel Hidalgo se enteraron por el rugido del motor, los ladrones les llevaban ventaja, pues fue hasta muy adelante de la vivienda que prendieron la lancha tiburonera y surcaron a toda máquina las aguas achocolatadas.
El lugar del robo no era, como cualquiera pudiere pensar, una comunidad ubicada en las periferias, alejada de Villahermosa. La colonia Miguel Hidalgo se ubica a unos 100 metros del circuito interior, sobre la ampliación de esta vía que comunica al retén de Tránsito del estado, en una carretera muy transitada porque por allí se llega al hospital de especialidades Juan Graham, aunque ahora allí se levantan improvisadas casas de campaña para damnificados.
Villahermosa, Tabasco; 8 de noviembre.- Estaba oscureciendo cuando apareció la lancha motor fuera de borda, que era impulsaba con un remo por la persona que iba en la parte de atrás, y se pegó a la casa sumergida al menos metro y medio. Los tres sujetos ni siquiera se tomaron la molestia de cubrirse el rostro ni mirar a sus lados para ver si no había alguien observándolos.
El operador se quedó en su puesto. Uno se metió al agua y terminó de acercar la pequeña embarcación a su objetivo. El tercero prendió un soplete que iba conectado a un cilindro de gas de 20 kilos, y unos minutos bastaron para que la protección de fierro cediera. Un empujón fue suficiente para abrir la ventana, ya sin la reja de seguridad.
Los ladrones se mantuvieron en sus puestos. El del motor, enjuto, de playera negra y pantalón de mezclilla, tenía la mano derecha puesta en el encendido de la máquina. El que se bajó y activó la herramienta de soldadura fue quien entró a la vivienda. Y el que le pasó el equipo de gas para violar la entrada, recibió el botín.
Primero sacaron una televisión con todo el cuidado del mundo para no mojarla. Al que entró a la casa, que parecía el más alto, el agua le daba al pecho. La segunda vez que ingresó regresó por un tubo, acaso una barreta que pudiere servirle de palanca para romper algún candado o cerradura.
Salió 15 minutos después con una bolsa de plástico negro que levantaba con su mano derecha para no ser empapada, mientras en la izquierda llevaba la varilla. A lo sumo se habían tardado media hora en entrar a robar la casa de uno del millón cien mil ciudadanos afectados por la mayor tragedia natural de Tabasco, producto de la creciente que afectó al 80 por ciento del territorio del estado.
El reportero se encontraba en una azotea ubicada a unos 20 metros del lugar del atraco. Cuando los habitantes de la colonia Miguel Hidalgo se enteraron por el rugido del motor, los ladrones les llevaban ventaja, pues fue hasta muy adelante de la vivienda que prendieron la lancha tiburonera y surcaron a toda máquina las aguas achocolatadas.
El lugar del robo no era, como cualquiera pudiere pensar, una comunidad ubicada en las periferias, alejada de Villahermosa. La colonia Miguel Hidalgo se ubica a unos 100 metros del circuito interior, sobre la ampliación de esta vía que comunica al retén de Tránsito del estado, en una carretera muy transitada porque por allí se llega al hospital de especialidades Juan Graham, aunque ahora allí se levantan improvisadas casas de campaña para damnificados.
La vivienda que desvalijaron los ladrones en lancha pertenece a una señora conocida como doña Nata. Además de las cosas que perdió por la inundación, a la damnificada le llevaron su única televisión que no se había mojado, y que pudo salvar porque la subió sobre una tarima a la que no le llegó la corriente, y sus alhajas.
Los hombres de la comunidad entraron a la casa hasta el día siguiente. No se arriesgaron porque pensaron que los ladrones llevaban armas de fuego, y, además, porque __ dijeron__ ellos se mueven en unas balsas hechas a mano y aquéllos en lanchas de motor.
El hermano de la víctima, Manuel Hernández, les dijo a los vigilantes, puros señores que rebasan los 50 años y que apenas pueden mantener el equilibrio en las barcazas caseras, que si encontraban a los ladrones les dieran con los palos en la cabeza y los dejaran tirados en el agua.
Pero ni por asomo los improvisados guardianes se toparon con los tres adolescentes que en menos de media hora robaron lo poco de valor que quedaba en el hogar de doña Nata.
Tipos como esos tres que se metieron a la casa de doña Nata están siendo combatidos por el gobierno de Tabasco, con el apoyo de la Secretaría de Marina, que aun con sus potentes lanchas y vehículos anfibios no ha podido desarticular a las bandas que saquean casas con el agua al cuello.
En los once días de la tragedia ya se han detenido a 65 personas saqueando comercios, en su mayoría a bordo de lanchas.
Los hombres de la comunidad entraron a la casa hasta el día siguiente. No se arriesgaron porque pensaron que los ladrones llevaban armas de fuego, y, además, porque __ dijeron__ ellos se mueven en unas balsas hechas a mano y aquéllos en lanchas de motor.
El hermano de la víctima, Manuel Hernández, les dijo a los vigilantes, puros señores que rebasan los 50 años y que apenas pueden mantener el equilibrio en las barcazas caseras, que si encontraban a los ladrones les dieran con los palos en la cabeza y los dejaran tirados en el agua.
Pero ni por asomo los improvisados guardianes se toparon con los tres adolescentes que en menos de media hora robaron lo poco de valor que quedaba en el hogar de doña Nata.
Tipos como esos tres que se metieron a la casa de doña Nata están siendo combatidos por el gobierno de Tabasco, con el apoyo de la Secretaría de Marina, que aun con sus potentes lanchas y vehículos anfibios no ha podido desarticular a las bandas que saquean casas con el agua al cuello.
En los once días de la tragedia ya se han detenido a 65 personas saqueando comercios, en su mayoría a bordo de lanchas.
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