viernes, noviembre 09, 2007

Es incierto el curso del más grande río

Abenamar Sánchez.

Hombres trabajan -con la intención de abrir un canal- en lo alto del cerro de rocas y tierra que desde la noche del domingo se desplazó desde una lejana quebrada y bloquea el curso del Grijalva, pero allá abajo, donde hasta ese día existió la comunidad "Juan de Grijalva", doña Amalia Cruz aguarda la posible aparición de los cuerpos de dos sobrinitas y del cuñado Crispín Hernández.
Aquí, en esta comunidad que esa noche quedó barrida por el agua violentada tras el desplazamiento de una parte de un cerro, no se ve más que miradas tristes de algunos familiares de desaparecidos y socorristas trabajando, y a cierta distancia se divisa a unos hombres que van y vienen en la nueva siniestra montaña: son las personas que están realizando las mediciones.
-Se abrirá un canal-, comenta un hombre.
Pero será al rato, ya de retorno, cuando le suelte esta pregunta:
-¿Y en cuánto tiempo quedará?
Con aire de incrédulo, responde:
-Dicen que en un mes.
-¿Y qué va a pasar con el agua que no tiene por dónde correr?
-Se sospecha que ha encontrado algún sumidero.
Y otra persona, en donde antes estuvo "Juan de Grijalva", me ha dicho que en los últimos días el agua empozada apenas ha subido de nivel: están cerradas las compuertas de la presa Malpaso. Lo que queda de "Juan de Grijalva", es decir, pura tierra erosionada, está en un recodo del caudaloso río que es casi ya la presa Peñitas, a unos 18 ó 20 kilómetros de interrumpida carretera de terracería que se recorre en una hora en carro, desde el pueblo de Ostuacán, en la zona Norte de Chiapas.
Para llegar vía terrestre a "Juan de Grijalva", desde Ostuacán, donde ayer fueron sepultadas dos personas más rescatadas, hay que caminar sobre el cerro que taponea el cauce del río, porque el lugar de donde se desplazó dejó un largo y profundo cañón.
Cuando se alcanza la cima, de repente se siente un aire hediondo: dicen que es el agua, pero también son algunos animales muertos en el derrumbe. Antes de llegar a "Juan de Grijalva", se encuentra un caballo mitad enterrado.
Pero ya abajo, donde estuvo la comunidad que desapareció cuando las lluvias de los frentes fríos cuatro y cinco, Víctor Ramón Bouchot, quien era asistente médico en el pueblito, dice que nueve son las personas que están sepultadas por el derrumbe y 16 las que se ahogaron.
De las últimas, seis ya han sido rescatadas.Cinco de ellas han sido sepultadas en el panteón de Ostuacán. El miércoles fueron Porfirio y su madre Corina y Guadalupe.
El jueves, fueron la joven Rudely Díaz Pérez y Lorenzo López Hernández. Una persona fue enterrada en la comunidad Plan de Ayala. Doña Amalia Cruz espera sean rescatadas las niñas Diana Laura y Liliana y el padre Crispín Hernández Castro.
No quieren dejar a sus familiares bajo el agua ni olvidados en este lugar donde ya no hay más que desolación y desierto, porque hasta el domingo por la noche no sólo había casas sino también árboles frutales y rica vegetación.
Antes de regresar, una persona me implora: 'diles que nos ayuden, diles la verdad, en la noche te vamos a ver en la televisión'. Le digo que no salgo en la tele, pero a él no le importa. Lo que quiere es que sean encontrados los cuerpos de los desaparecidos.
Los hombres, entre ellos los de la CFE, trabajan sobre el tapón. De regreso, me topo con dos pistas de aterrizaje recién ingeniadas en la cresta del cerro. Pero los helicópteros se encuentran en la parte baja, donde dos máquinas pesadas están emparejando unas áreas para algunas instalaciones. Se hará el dragado. Pero por el momento es todavía incierto el curso del Grijalva, como el futuro de los habitantes de "Juan de Grijalva".

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