XXVII Domingo Ordinario
+Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar de San Cristóbal de las Casas
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: 'Entra enseguida y ponte a comer'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú'? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: 'No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer' ". (Lc 17,5-10).
Sembradores de esperanza
Me llama la atención que en los momentos más difíciles de nuestro caminar, siempre hay personas que en lugar de quejarse, buscan pequeñas soluciones y aportan lo mejor de ellas para salir de situaciones difíciles. En días pasados estuve en una comunidad pequeña, donde además los católicos son muy pocos pues están rodeados de otras denominaciones religiosas. Sin embargo, tienen una capilla sencilla pero muy bonita. Comunidad nueva, pocos católicos… de verdad me sorprendió que pudieran hacer esa construcción. ¿Cómo le hicieron? Ellos me dieron la respuesta. “Vimos que era muy difícil construir, pues somos pobres y poquitos. Nos pusimos a pensar y todos estuvimos de acuerdo en rentar una parcela, sembrarla en común y que el fruto fuera tanto para construir la capillita, como también para ir ayudando en las necesidades de los hermanos, sus enfermedades, accidentes o apoyar a quien vive solo en la comunidad. Y nos ha dado resultado, claro que tenemos que trabajar mucho más. Se dobla el trabajo porque es hacer lo nuestro y el colectivo. Pero cada año la cosecha es para construirle su casita a la Virgen de Guadalupe y también nos ha ayudado para solucionar algunas necesidades que se van presentando en la comunidad”.
Frente al fracaso: la fe
Hoy Jesús nos presenta dos aspectos importantes de lo que implica ser sus discípulos: tener una fe firme y cumplir nuestros deberes por convicción de servicio, no por esperar recompensa. Y vaya que si se necesita tener fe en estos momentos. Por todas las noticias, porque aún los que creíamos más rectos nos han fallado, porque la corrupción está por todas partes, vivimos un momento de desencanto, de indiferencia y de escepticismo. En la misma Iglesia, hemos tenido fuertes y duros fracasos que hacen dudar a muchos creyentes, si es que solamente ponen su fe en las personas y no en Jesús. “Los momentos de crisis son para hacernos crecer” me decían los hermanos en días pasados, cuando analizábamos las graves situaciones por las que atravesaba esa comunidad.
Es hermoso descubrir hermanos y hermanas que tienen una gran fe, que hacen obras pequeñas en los momentos más difíciles, que siguen sembrando a pesar de los malos tiempos. Cómo es cierto que cuando una puerta se cierra hay otras que se abren. Pero a veces estamos tan aturdidos y obstinados mirando la única puerta cerrada que no percibimos las posibilidades de otras puertas que se pueden abrir ¡Qué diferente es el actuar de Jesús. No me lo imagino pensando como un fracasado a pesar de las dificultades. Por eso nos enseña hoy que "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza podrían decir a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería”. Y no se trata de andar cambiando de sitio los árboles, sino de algo mucho más profundo: llenar el vacío que hay en el corazón, dar esperanza al que se siente desalentado. La fe en Jesús es saberse en manos del Señor que nos ama. Es apreciar el regalo de amor de Dios a pesar de las dificultades. Por eso aconseja el Apóstol Pablo a Timoteo: “Te recomiendo que reavives el Don de Dios… porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza y de amor” Es actuar conforme a ese espíritu que nos ha regalado el Señor. La fe no es una espera inoperante dejando todo en manos de Dios. Todo lo contrario es el compromiso, serio y callado, de quien ha experimentado la resurrección de Jesús en sí mismo y por eso puede lanzarse a superar todos los obstáculos.
Siervos inútiles somos
La segunda parte del Evangelio también tiene una rica enseñanza, quizás olvidada por nosotros. Ya decía alguien que actualmente lo importante no es poner un huevo, sino saber cacaraquearlo. Y así, hay quienes hacen mucho ruido y pocas obras. Si hiciéramos caso a toda la propaganda que nos presentan, a las grandes obras realizadas, a los proyectos concluidos… estaríamos en el país de Jauja. Pero a veces se gasta más en la publicidad que en las mismas obras. Estos días hemos estado saturados de propaganda, de papeles, de promesas, pero qué pocas acciones. Por eso Jesús hoy nos invita a actuar desde lo pequeño, desde el granito de mostaza, a hacerlo con mucha fe y con mucha esperanza y a hacerlo con todo silencio y con toda humildad. ¿Es difícil? Claro que lo es, por eso los mismos apóstoles le suplican a Jesús: “Auméntanos la fe”. Porque ellos mismos frente al fracaso huían y a la hora del triunfo se enorgullecían como si todo lo hubieran hecho ellos. ¡Cuántos ejemplos de servicio callado y humilde tenemos en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestros pueblos! Y no son los que aparecen en los titulares de los periódicos, pero con cuanta verdad viven el evangelio.
Hay problemas y dificultades en nuestro mundo pero también hay quien vive plenamente la Palabra de Dios y después sencillamente dice: “No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer” como lo pide Jesús. Por eso, a pesar de los graves nubarrones que analizaban los Obispos en Aparecida, vislumbraban motivos de esperanza: “En el corazón y la vida de nuestros pueblos late un fuerte sentido de esperanza, no obstante condiciones de vida que parecen ofuscar toda esperanza. Ella se experimenta y alimenta en el presente, gracias a los dones y signos de vida nueva que se comparte; compromete en la construcción de un futuro de mayor dignidad y justicia y ansía “los cielos nuevos y la tierra nueva” que el Señor Jesús nos ha prometido”.
Que así también nos ocurra a nosotros al mirar la realidad de nuestros pueblos y de nuestra Iglesia, con sus valores, sus limitaciones, sus angustias y esperanzas. Que mientras sufrimos y nos alegramos, permanezcamos en el amor de Cristo viendo nuestro mundo, tratamos de discernir sus caminos con la gozosa esperanza y la indecible gratitud de creer en Jesucristo”. El verdadero cristiano no puede ser pesimista, tiene que vivir la esperanza, engendrar la esperanza y difundir la sana esperanza.
Señor Jesús, tú eres la luz para nuestro camino, eres el salvador que esperamos, concédenos un corazón valiente y animoso para construir tu Reino; concédenos un corazón sencillo y humilde para saber que Tú eres quien lo está construyendo.
Amén
sábado, octubre 06, 2007
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