jueves, octubre 04, 2007

LA POLITICA, CARIDAD SOCIAL

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

VER
El próximo domingo, en Chiapas habrá elecciones para legisladores locales y presidentes municipales. Hay cansancio y desaliento en la población, porque cada poco tiempo hay procesos electorales, sin coordinación entre federales y estatales, con campañas caras y repetitivas, lo que genera un creciente abstencionismo. Para algunos, la política es sólo negocio, interés económico, ambición de dominio, desvirtuando su nobleza. Los mecanismos comunes de atracción de simpatizantes en los mítines a base de regalos y espectáculos circenses, ha degradado la democracia y ha mal educado al pueblo, haciéndolo dependiente, interesado e infantil.

Como decimos en el Documento de “Aparecida”, “en amplios sectores de la población, y especialmente entre los jóvenes, crece el desencanto por la política y particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y más justa no se cumplieron o se cumplieron sólo a medias” (No. 77).

JUZGAR
Los obispos hemos invitado a la población a participar, a analizar candidaturas y emitir un voto razonado. Por ello, no faltan personas que nos atacan, como si invadiéramos campos que no nos corresponden. Al respecto, el Papa Benedicto XVI ha dicho: “La Iglesia no tiene como tarea propia emprender una batalla política para realizar la sociedad más justa posible; sin embargo, tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia. La Iglesia debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar” (“Sacramentum caritatis”, 89). Nuestra palabra no es para apoyar a un partido. No somos parte de la maquinaria electoral de un candidato; sólo ofrecemos fuerzas espirituales a todos, para afrontar las elecciones con madurez ciudadana y cristiana.

Vamos a elegir diputados locales. Muchos ciudadanos dan poca importancia a este cargo; sin embargo, es de vital trascendencia, porque “algunos Parlamentos o Congresos legislativos aprueban leyes injustas por encima de los derechos humanos y de la voluntad popular, precisamente por no estar cerca de sus representados ni saber escuchar y dialogar con los ciudadanos, pero también por ignorancia, por falta de acompañamiento, y porque muchos ciudadanos abdican de su deber de participar en la vida pública” (Aparecida, 79).

A quienes nos dicen que nos dediquemos a celebrar Misas y ritos, les respondemos con el Papa Benedicto XVI: “El culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe… Los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana” (Sacramentum caritatis, 83).

ACTUAR
La lucha política partidista es legítima. Sin embargo, insistimos en que los candidatos y los gobernantes han de ver el servicio público no sólo como un puesto de poder, una fuente de riqueza económica, una posición de privilegio y de presunción, sino como un desgastarse a sí mismos para que los pueblos tengan una vida digna. Dar la vida en la política, cuando sinceramente se hace por el pueblo, es un acto de amor, que puede ser camino de santidad. Así entendida, es un acto de “caridad social”, como acaba de decir el Papa al nuevo Embajador de Nicaragua ante la Santa Sede.

Invitamos a los electores a acudir a las urnas. No hacerlo, es dejar que unos pocos decidan la suerte de las mayorías. Abstenerse es indicar que no somos parte integrante de la sociedad, que nos colocamos al margen y dejamos que otros marquen el rumbo de la historia. Hay que votar en forma consciente y crítica: no por quien nos regaló algo en su campaña, ni por quien nos prometió cosas irreales, sino por quien ha demostrado honestidad, rectitud y capacidad para servir al pueblo. Es quien nos merece confianza.

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