Selva Lacandona.- 20 de octubre.-Con la construcción de la Carretera Fronteriza del Sur, el gobierno mexicano tomó en sus manos tres asuntos: "Rodeó" la biosfera de Montes Azules, el "pulmón más importante" de América del Norte, estrechó la vigilancia de las comunidades zapatistas y "frenó" los flujos migratorios centroamericanos.
Inaugurada por el presidente Ernesto Zedillo, el 19 de junio del 2000, la vía de 422 kilómetros, une las poblaciones de Comitán y Palenque, bordeando la frontera entre México y Guatemala, considerada como un área de seguridad nacional.
El trayecto que acerca los más importantes centros turísticos de la entidad, como son Palenque, Lagos de Montebello, Bonampak, Yaxchilán, Piedras Negras, Las Nubes y los afluentes Lacantún y Usumacinta, se puede recorrer en un lapso de siete horas.Sin embargo, cuando el gobierno Federal construyó la vía, no era esa su urgencia, sino estrechar el cerco militar en torno a las comunidades de la selva Lacandona, refugio natural del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
La carretera que tiene una forma de "L" invertida bordea la frontera entre México y Guatemala, para comunicar a los municipios de Palenque, Ocosingo, Benemérito de las Américas, Marqués de Comillas, Maravilla Tenejapa, La Independencia, Las Margaritas y La Trinitaria.
En total son 150 comunidades con una población que alcanza los 200 mil habitantes, las que se acercaron con la construcción de la carretera que tuvo un costo de mil 280 millones de pesos. Miguel Ángel García Aguirre, de la organización ambientalista Maderas del Pueblo del Sureste, recuerda que la Carretera Fronteriza del Sur, fue un proyecto que se remonta desde 1982, durante el gobierno del general Absalón Castellanos Domínguez.
La Selva Lacandona fue en ese entonces, refugio de miles de guatemaltecos que huían de la estrategia de tierra arrasada que implementó el Ejército para combatir a la insurgencia, pero una vez en México, los campamentos donde se establecieron fueron vistos como "santuarios" de los rebeldes.
Fue entonces que el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, ordenó que se "abriera", se "limpiara" y se recolonizara la selva, ya que muchos de los colonos que llegaron entre los años 60 y 70 procedentes de Michoacán, Guerrero, Chihuahua, Durango, Estado de México, Veracruz y otras entidades, "no aguantaron" y volvieron a sus antiguos lugares.
Así los flujos migratorios que arribaron a la selva durante el gobierno de De la Madrid Hurtado empezaron a comunicarse a través de una brecha transfronteriza y los ríos Lacantún y Usumacinta."Miguel de la Madrid Hurtado ordenó la recolonización de la selva y empezó a ofrecer terrenos.
"Recuerdo una asamblea en Santo Tomás Ajusco, cuando representantes de bienes comunales ofrecieron en 1982 suficiente tierra en Chiapas para los que quisieran", dice el activista. Impulsados por la oferta, 20 personas de esa zona del sur del Distrito Federal decidieron trasladarse a la región de Marqués de Comillas en la Lacandona, con recursos blandos para establecerse y producir.
"La intención era aclarar la selva porque el gobierno la consideraba refugio de guerrilleros", agrega. Fue el gobernador Patrocinio González Garrido, que inicia la construcción de la vía de terracería en los tramos Las Margaritas a Ixcán y de Palenque a Chancalá.
Lo demás era brecha, con tramos intransitables por los caudalosos ríos y arroyos.
"La intención era aclarar la selva porque el gobierno la consideraba refugio de guerrilleros", agrega. Fue el gobernador Patrocinio González Garrido, que inicia la construcción de la vía de terracería en los tramos Las Margaritas a Ixcán y de Palenque a Chancalá.
Lo demás era brecha, con tramos intransitables por los caudalosos ríos y arroyos.
Sin embargo, con el levantamiento armado del EZLN en enero de 1994, el gobierno federal "se apuró en terminarla" y para esto, echó mano de ingenieros militares que construyeron un tramo de 45 kilómetros, que abarcó también un túnel en la comunidad Flor de Café, de 125 metros de largo, donde se usaron mil 189 toneladas de explosivos.
Así, el gobierno federal conseguía por un lado "rodear" la biosfera de Montes Azules, de más de 321 mil hectáreas y considerada como la zona más rica en biodiversidad en América del Norte.
Pero también estrechó la vigilancia con el Ejército y la Armada en torno a las comunidades muchas de éstas ligadas al EZLN.
Y finalmente consiguió establecer un muro de contención con las Fuerzas Armadas y policíacas ante la creciente inmigración de centroamericanos que ingresan a México, para llegar a Estados Unidos.
Pero el control se extendió hacia los ríos Lacantún y el Usumacinta, que discurren paralelos a la carretera, donde la Armada ha establecido puntos de revisión y patrullajes con lanchas rápidas.
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