lunes, septiembre 11, 2006

Damnificados de Stan reciben miniviviendas

220 familias de la zona de desastre llegan a vivir a Comitán

Fredy Martín Pérez.

Pamalá, Chis.- Próximo a cumplirse un año de la destrucción de sus casas, por el paso del huracán Stan, 220 familias de los municipios de Motozintla y El Porvenir, están “aun paso” de tener una nueva morada, sólo que a más de 200 kilómetros de su lugar de origen.
Jesús Orozco Trampe, representante de las 220 familias, de 16 comunidades contó que como damnificados por el meteoro, el Instituto de la Vivienda (Invi) les compro un predio en la comunidad Pamalá, del municipio de Comitán, donde construyó la unidad habitacional.
Por ahora, 15 de las familias que han arribado a lo que será el complejo habitacional, al sur de la ciudad de Comitán, cuentan que están “más seguras”, porque en sus comunidades, sus hogares ni los cimientos “quedan”.
Ni en petate
Ana Pérez Navarro, nativa de la comunidad Nuevo Progreso, de Motozintla, confió que desde el paso de Stan, los niños se sobresaltan con una ligera lluvia, de ahí que su arribo a Comitán sea un alivio.
“Vinimos por nuestros hijos. El huracán no nos dejó nada. Estamos espantados”, asegura la mujer que se queja que el gobierno del estado pretenda dejar las 220 casas, en un bosque de árboles de pino, sin drenaje, con calles sin relleno y sólo con fosas sépticas.
Albañiles trabajan a marchas forzadas para terminar las viviendas de hormigón de cinco por seis metros, de dos recámaras y un traspatio de 10 por 20 metros. Son casas demasiado pequeñas para familias de 13 a 15 miembros, dicen los damnificados, además están molestos porque sólo la fachada será repellada.
Entre muchas irregularidades, dicen que el bloc que está usando la constructora, es “de baja calidad”, porque “está muy poroso”, pero en algunas casas, está mal pegado, porque hay “varias rendijas”.
Algunas de las 15 familias que se encuentran viviendo temporalmente en la casa de lo que fue parte de la finca, donde se levanta la unidad habitacional, procedieron a cercar sus traspatios y meter sus aves de corral, aunque aun no han recibido oficialmente la casa.
Los 15 niños que llegaron de la Sierra reciben sus clases, en un aula improvisada, pero los padres de familia piden al gobierno del estado que les construya una escuela, un salón de actos, un parque recreativo y canchas de básquet bol.
El representante de los damnificados, Orozco Trampe, se queja del tamaño de las casas. “Están muy pequeñas”, y considera que con el alto número de hijos que tiene cada una de las 220 familias, difícilmente quepan, ni aun durmiendo en el suelo y en “petates”.
Así, clama porque la directora general del Invi, Socorro Aguilar Domínguez, destine mayores recursos para construir otros espacios para que puedan alojar a sus hijos. Pide también materiales para levantar cocinas y lavaderos.
Pero lamenta que el organismo encargado de construirles las casas quiera perforar un pozo profundo en las inmediaciones de la zona habitacional, hecho que podría ser perjudicial porque las fosas sépticas contaminarían los mantos freáticos.
“Vamos ir a pelear a Tuxtla. Dejamos nuestra tierra allá en la Sierra, por venirnos aquí para recibir un pedacito de casa”, explica el dirigente de los damnificados que el 17 de agosto entregó al comisionado para la reconstrucción en Chiapas, Horacio Shroeder Bejarano una nueva solicitud: la compra de terrenos para siembra.
Dice que si el gobierno consigue un millón 700 mil pesos, a dos kilómetros de la unidad habitacional les proveerían de agua de un manantial, pero además el propietario les daría en calidad de préstamo para un lapso de cinco años, tres hectáreas para la siembra de cultivos de primera necesidad.
Tierras y agua
Orozco Trampe que conversó personalmente con Aguilar Domínguez y Oscar Cruz, también funcionario del Invi, le prometieron “bajar piquitos” (recursos económicos) de algunos programas para tengan áreas de cultivo, todo porque en la Sierra se dedicaban a la siembra de maíz, frijol, café y hortalizas.
Pero han pasado más de 15 días y no hay respuesta. “Para que dan falsas esperanzas”, dice el dirigente escuchó de Shroeder Bejarano en la comunidad Belisario Domínguez, donde se reunió con varios damnificados que les “echaría la mano” para su reinserción.
Pero ahora cuando intentan hablar con él y otros funcionarios del gobierno del estado, sus guaruras impiden acercarse a ellos.
La unidad habitacional que lleva el nombre del gobernador electo Juan Sabines Guerrero fue posible con la gestión del ex edil de Las Margaritas Jorge Escandón Hernández y el presidente de la fundación “Heberto Castillo”, Luis Aquino, éste un médico que dedicó varios años para llevar programas de salud a refugiados guatemaltecos.
Ahora los damnificados aceptan que no tienen otra opción que quedarse a vivir en la unidad habitacional, porque en sus comunidades ya no existen sus moradas. “Allá ya no se puede vivir. Estamos a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, entre puros cerros”.
Se espera que el próximo mes, cuando se cumple un año del paso del huracán Stan, los damnificados reciban sus casas. Muchos ya no pueden esperar y hasta donde va la construcción tratarán de ocuparlas.
Como corolario, las 220 familias quieren que el gobierno les construya un camino de acceso a la carretera Panamericana, porque los habitantes de la comunidad Pamalá les han dicho que sólo transitarán ahí por unos días. Después lo cerraran con cadenas.
“Aquí estamos. No vamos a vivir cómodamente, más u menos, pero queremos que no nos dejen olvidados”, clama don Jesús Orozco.


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