REFLEXION DOMINICAL
20 de agosto de 2006
LA EUCARISTÍA, FUENTE DE VIDA Y AMOR
XX Domingo Ordinario
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”.
Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”. ¡Palabra del Señor! ¡Gloria a ti, Señor Jesús! (Jn 6, 51-58).
Este domingo, en un crispado contexto nacional por los resultados de la elección presidencial, Chiapas vive un momento importante: la elección de gobernador. Las campañas han estado muy agrias y envenenadas. El abstencionismo ronda como una respuesta a la decepción e incredulidad de mucha gente. Hay, sin embargo, la esperanza de que la participación ciudadana transcurra en paz social y nuestro Estado siga consolidándose en el progreso y en la convivencia pacífica.
¿Qué nos dice este Evangelio, que habla explícitamente de la Eucaristía? ¿Tiene ésta que ver con la política y los acontecimientos coyunturales? La Eucaristía, ¿para qué le puede servir a México y a Chiapas en este momento?
S I T U A C I O N
· Dice el texto evangélico que “los judíos se pusieron a discutir entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” . No aceptaban como verdadero lo que Jesús decía. Se les hacía imposible y absurdo. Es lo mismo que pasa ahora con los procesos electorales. Están muy contrastadas las posiciones de los que están a favor de un candidato, y de quienes han optado por otro. Se oye una pregunta semejante: ¿Cómo puede quedar éste de presidente de la república, o de gobernador? Lo grave no es que cada quien tenga sus seguidores, sino la división que puede ahondarse y perjudicar a todos, haciendo más difícil la gobernabilidad del país, o del Estado. Es muy preocupante el peligro de reacciones violentas, tanto de parte de los opositores a las autoridades, como de quienes tienen la responsabilidad de salvaguardar el orden social. El fuero de los legisladores no los convierte automáticamente en personas inocentes, indefensas e inocuas, pues nadie estamos exentos de abusar de nuestro puesto.
· El salmo responsorial da un consejo muy sabio: “Escúchame, hijo mío: voy a enseñarte cómo amar al Señor. ¿Quieres vivir y disfrutar la vida? Guarda del mal tu lengua y aleja de tus labios el engaño. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y ve tras ella” (Salmo 33). Sucede todo lo contrario: no hay freno en la lengua, pues las ofensas y descalificaciones han subido de tono. Hemos escuchado hasta calumnias, con tal de desacreditar a los contrarios. Y nos preguntamos: ¿Estos son los que quieren gobernarnos? ¿Podemos confiar plenamente en ellos? ¿Cómo está su corazón? ¿Así se construye y se defiende la democracia? ¿Sin justicia, sin verdad, sin amor, sin paz?
· Dice hoy San Pablo: “Tengan cuidado de portarse no como insensatos, sino como prudentes, aprovechando el momento presente, porque los tiempos son malos. No sean irreflexivos”. En efecto, los tiempos son malos. Lo experimentamos diariamente a nivel nacional, en Chiapas, en Oaxaca, en el mundo. Hay muchos insensatos e imprudentes . Abundan los irreflexivos. No miden las consecuencias de sus propias acciones. Las mejores causas se desligitiman y se vienen a pique, no porque no sean importantes y valederas, sino por los métodos con que se pretenden lograr. Pierde México, pierden los pobres, pierden los indígenas, perdemos todos. ¡Cuántos faltos de juicio hay entre nosotros! (cf Prov 9,4). A todos nos dice la sabiduría divina: “Dejen su ignorancia y vivirán; avancen por el camino de la prudencia” (Prov 9,6). Avanzaríamos por estos caminos, si tuviéramos un corazón sencillo , como dice el mismo texto bíblico: “Si alguno es sencillo, que venga acá” (Prov 9,4). ¡Cuán distantes estamos de estos senderos, que nos pueden llevar a una paz estable y profunda!
· Jesús se inmola, se sacrifica, por nuestro bien. Entrega su cuerpo y su sangre en la Eucaristía, para que el mundo tenga vida . Lo que le importa es que vivamos dignamente. Quiere que seamos felices. Este es el plan de Dios Padre, plasmado simbólicamente en el paraíso. Pero las luchas electorales por el poder convierten al Estado y al país en un campo de batalla, donde pelean hermanos contra hermanos. En vez de unir esfuerzos, cada quien desde su propia óptica, para construir juntos el bien común, quieren destruirse unos a otros. El paraíso se puede convertir en un infierno.
I L U M I N A C I O N
v El libro de los Proverbios habla en figuras del gran regalo que significará la Eucaristía: “La sabiduría se ha edificado una casa, ha preparado un banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa. Ha enviado a sus criados para que, desde los puntos que dominan la ciudad, anuncien esto: ‘Si alguno es sencillo, que venga acá’. Y a los faltos de juicio les dice: ‘Vengan a comer de mi pan y a beber del vino que he preparado. Dejen su ignorancia y vivirán; avancen por el camino de la prudencia” (Prov 9,1-6). Esta casa es la Iglesia, la familia de Dios. El banquete, el pan, el vino y la mesa son claras alusiones a la Ultima Cena, en que Jesús instituye la Eucaristía, siendo El mismo el alimento. Los criados son los apóstoles y sus sucesores, que somos los obispos, con nuestros inmediatos colaboradores, los sacerdotes, los diáconos y los ministros ordinarios y extraordinarios de la Comunión. Ojalá seamos sencillos, no faltos de juicio, para acercarnos a disfrutar este banquete eucarístico. Quienes se dejan vencer por la ignorancia y la imprudencia, se quedan con hambre.
v Lo que se había anunciado y prefigurado, Jesús lo realiza plenamente en la Eucaristía, como dice hoy con toda claridad: “Yo soy el pan vivo...; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”. No quiere que haya lugar a dudas: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.... El que come de este pan vivirá para siempre”. Sólo los faltos de juicio, los ignorantes y los imprudentes nos valoran este tesoro, el más grande que Jesús dejó a su Iglesia: es El mismo, es su presencia viva y perenne, en las lujosas catedrales y en las capillas más sencillas de nuestros pueblos; en los sagrarios y copones de oro, y en los humildes y pobres utencilios en que se conserva en comunidades indígenas perdidas en las montañas. ¿Qué más queremos?
v Jesucristo es la vida (Jn 14,6). Quien se alimenta de El, tiene esa vida, permanece en El: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí”. Esto no es retórica; es un hecho que nos colma de fortaleza, de energía, de paz y de nuevos bríos para seguir adelante. Sin embargo, sólo quienes tienen el don de la fe, pueden disfrutar de esta verdad y de esta vida. Unicamente nos resta decirles con el salmo responsorial: “Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor... Yo me siento orgulloso del Señor... Nada faltará a los que lo aman. El rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor, nada le falta” (Salmo 33).
v El Papa Benedicto XVI, siguiendo el camino de Juan Pablo II, ha tratado de ayudarnos a comprender el gran misterio del amor de Cristo expresado en la cruz: “Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca la dracma, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo y lo abraza, no se trata sólo de meras palabras, sino que es la explicación de su propio ser y actuar. En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo; esto es amor en su forma más radical... Dios es amor. Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amor” (Encíclica Deus caritas est, 12).
v Ese amor en la cruz se perpetúa en la Eucaristía: “Jesús ha perpetuado este acto de entrega mediante la institución de la Eucaristía durante la Ultima Cena. Ya en aquella hora, El anticipa su muerte y resurrección, dándose a sí mismo a sus discípulos en el pan y en el vino, su cuerpo y su sangre como nuevo maná... La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega” (Ibid 13).
v Adentrarse en la dinámica oblativa y sacrificial de la Eucaristía, dice el Papa, tiene implicaciones muy concretas: “La mística del sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: ‘El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan’, dice San Pablo (1 Cor 10,17). La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia El, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos... El amor a Dios y al prójimo están realmente unidos... Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor, es fragmentaria en sí misma” (Ibid 14).
v E insiste: “El amor se convierte en el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana. Jesús se identifica con los pobres: los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o encarcelados... Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios... Mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar... Aunque se extienda a todos los hombres, el amor al prójimo no se reduce a una actitud genérica y abstracta, poco exigente en sí misma, sino que requiere mi compromiso práctico aquí y ahora” (Ibid 15).
v Concluye diciendo que hay una “inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia... El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” (Ibid 16).
C O M P R O M I S O
Ø Ante tan sublime misterio del amor de Dios, actualizado en la Eucaristía, viene muy bien lo que nos advierte San Pablo: “Tengan cuidado de portarse no como insensatos, sino como prudentes, aprovechando el momento presente, porque los tiempos son malos. No sean irreflexivos, antes bien, traten de entender cuál es la voluntad de Dios. No se embriaguen, porque el vino lleva al libertinaje. Llénense, más bien, del Espíritu Santo; expresen sus sentimientos con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con todo el corazón las alabanzas del Señor. Den continuamente gracias a Dios Padre por todas las cosas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef 5,15-20).
Ø Participar activa y conscientemente con el voto, para elegir gobernador en Chiapas, es una forma de vivir nuestra responsabilidad en el momento presente. Abstenerse, es dejar que los tiempos sigan siendo malos. Los obispos, a pesar de las desconfianzas hacia los partidos y los candidatos, invitamos a todos a acudir a las urnas y votar, pero sin dejarse presionar por regalos, por promesas engañosas y por publicidad torcida.
C E L E B R A C I O N
q La celebración eucarística es la mejor acción de gracias. El origen griego de la palabra eso significa. Es lo mismo que Jesús hizo, siempre que partió el pan.
q Así lo expresamos a la hora de la consagración: “Dando gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: ‘Tomad y comed; esto es mi Cuerpo... Tomad y bebed; éste es el Caliz de mi Sangre...’ Dichosos los invitados a la mesa del Señor”.
ORACIÓN
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar, y has prometido tú a los que te aman. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
sábado, agosto 19, 2006
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