miércoles, agosto 09, 2006

Fichero Político

Fichero Político

Angel Mario Ksheratto

Odio enfermizo

En las películas y la vida real, los mafiosos y pandilleros tienen reglas no escritas pero con la más perfecta claridad que, sin ellos siquiera intenten interpretarlas, les deja sin la menor duda respecto a que, por muy duro que haya sido el golpe, a la hora de las venganzas, a los familiares se les respeta, principalmente cuando de mujeres y niños se trata. Y estamos hablando de personajes violentos, incultos en la mayoría de los casos, sanguinarios hasta el paroxismo. Esos que les etiquetamos como la escoria de la sociedad o como los promotores de males mayores e insuperables de la sociedad, son, frente a quienes hoy nos gobiernan, unos lindos angelitos que, con todo y su maldad, respetan reglas y respetan a los familiares de sus más encarnizados enemigos. Y más, si las víctimas de sus irracionales odios son personajes que no están ligados a sus bandas o a gavillas rivales.
Lo ocurrido anteayer en casa de Roberto Domínguez Cortés, articulista del Cuarto Poder, es –aparte de una muestra más del enfermizo odio de Pablo por las libertades civiles– es un asunto que por su naturaleza, no debió llegar a extremos tan insultantes, mucho menos a una demostración de fuerza innecesaria, puesto que la única gran ventaja que saca Pablo en acciones vergonzantes como esas, es que se le siga reconociendo como un dictadorzuelo incapaz de comprender su propia debacle e incompetente para entender que el poder público es para servir con inteligencia, no para tiranizar con demencia. Utilizar un ejército de hombres fuertemente armados para cumplimentar el presunto mandato de un juez del ramo familiar, no solo es politizar con torpeza un litigio matrimonial, sino someter a dos instituciones aparentemente autónomas y soberanas, como el caso de la Fiscalía y el Supremo Tribunal de Justicia, cuyos elementos humanos pasaron de ser administradores y procuradores de justicia, a simples monigotes de un hombre enfermo de odio y menosprecio por la ley y los ciudadanos.

Síndrome del poder

Sorprende que en acciones de esa naturaleza, Pablo haga gala de su poderío policíaco; recordemos aquellas terribles dictaduras de América Latina de los 60’s, 70’s, 80’s y principios de los 90’s: cada dictador mostraba su infinita prepotencia con exhibiciones espantosas de su poderío militar. Cada vez que arrestaban a un opositor, crítico o simple ciudadano “caemal”, el despliegue de policías y soldados era impresionante. Obvio que en el fuero interno de aquellos sátrapas, lo que imperaba era el “Síndrome del poder”, detallado algunas veces por Ernest Hemingway, como “consecuencia de la tenencia de éste o la pérdida total de las facultades de mando”. Pablo no va lejos en ese asunto. Si revisamos sus actos desde el primer momento en que asumió el cargo (hoy convertido en “cargo”, pero de conciencia”) nos encontramos primero con que al señor efectivamente, le invadió dicho síndrome a juzgar por las siguientes consideraciones, relacionadas todas con el pensamiento de Hemingway:
El poder afecta de una manera cierta y definida a todos los hombres que, sin tener conciencia de la realidad o de sus propias posibilidades, cae primero en los efectos de sus erráticas conclusiones, pasando por enfermedades sicosomáticas, en su mayoría irreales. Si vemos, Pablo no parece tener muy clara la película de lo que en realidad sucede en Chiapas y tampoco parece estar interesado en enterarse que, cada vez que arremete contra alguien, sale perdiendo. Es un síntoma claro que algunos sicoanalistas de renombre definen como “autismo social”. Otro síntoma claro es que Pablo, sospecha de todo lo que lo rodea. Y, si de sus cercanos sospecha, sospecha y persigue a quienes no comulgan con su brutal forma de gobernar. Otro síntoma que los mismos pablistas han detectado es que se crispa con facilidad y posee una capacidad superior para la sensibilidad y loa irritación, que al mismo tiempo, según Hemingway, se convierte en una creciente incapacidad para soportar las críticas. Otro indicio es que el enfermo de poder, suele llegar a sentir una profunda convicción de indispensabilidad. Es decir, llega a creer que sin él nada sale bien y en el peor de los extremos, suele adelantarse al futuro, conviniendo asuntos que ya no son de su competencia o que incluso, pueden no serle de utilidad en el futuro. ¿Acaso no se dice que Pablo tiene metidas las manos en los órganos electorales? Obviamente, el síntoma más evidente es que el que se enferma de poder, dice Hemingway, considera que todo lo que se hizo antes de él, está mal. Y ahí tenemos a Pablo, diciendo que el pasado, fue desastroso, cuando él ha sido el peor.
Pero veamos lo que dice el prestigiado analista sobre los enfermos de poder: “En otra vuelta de tuerca, el hombre, ya enfermo se convence de que nunca nada volvería a hacerse bien, a no ser que él mismo permaneciera en el poder; cuanto mejor y más desinteresado parece ser un hombre, más pronto lo ataca la enfermedad del poder. El enfermo de poder, suele despertarse agitado (cuando no padece insomnio perpetuo) y es en esos momentos de soledad e impotencia, cuando determina atacar a sus adversarios. Si el paciente ha entrado en la etapa conocida como el “síndrome de la pérdida del poder”, se vuelve altamente peligroso, porque puede llegar a cometer crímenes ante la sensación de pérdida absoluta de facultades”. Terrible realidad. Eso podría explicar por qué, Pablo ordenó a todo un ejército ir a llevarse a dos niños de la casa de su señor padre. Ya no estamos, pues, frente al abuso del poder por que sí, si no ante un peligroso enfermo de poder.

Tarjetero
*** Mal asesorados los candidatos al gobierno. Un debate sin nada qué decir; sin nada qué comentar. Lo esperamos porque creímos que darían de qué hablar. La propuesta, pobre, simplista y hasta cansada. Más aún, algunas propuestas de risa que la verdad, espantan a cualquiera. Lástima. *** Por cierto, se rumora que Noé Díaz puede ser echado del IEE, debido a que se sospecha de él. Ya le contaremos una historia de ese sujeto que lo dejará helado. *** Luego nos leemos.
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