La Trinitaria, Chis.- Es nueve de mayo, uno de los días más esperados para el pueblo tojolabal. Es día de fiesta. Hoy se celebra el día de la Santísima Trinidad, es el momento de ponerse a cuentas con el Santo Patrono.
Para doña Petronila López Jiménez, a sus 72 años de edad, no es un motivo que le impida caminar más de 17 kilómetros a pie. Unos sorbos en la botella de pozol es suficiente para quitar la sed, tomar fuerzas y llegar al destino: el templo de la Santísima Trinidad.
Con los pies descalzos, doña Petronila ha viajado desde la colonia Saltillo en el municipio de Las Margaritas, durante varias horas. Tal vez sus años le hagan el recorrido un poco complicado, pero aún así no piensa romper la tradición que sus padres le inculcaron desde que era un niña.
En la mañana del sábado 9 de mayo, los hombres, mujeres y niños se reúnen en parque de La Pila. Ahí es donde se siente el fervor que imponen los tojolabales a tocar los tambores y sus flautas de carrizo.
Todos se alistan para arrancar la caminata. Unos llevan consigo flores de sus propias cosechas que junto con sus vestimentas de mantas con bordados de colores, dan colorido a la peregrinación.
Los primeros cohetes retumban en el aíre, es la señal de inicio. Las rezadoras comienzan los cánticos. Para doña Petronila este momento es como recordar cuando sus padres vivían, quienes le dijeron que esta tradición había surgido desde el siglo XVII.Para doña Petronila López Jiménez, a sus 72 años de edad, no es un motivo que le impida caminar más de 17 kilómetros a pie. Unos sorbos en la botella de pozol es suficiente para quitar la sed, tomar fuerzas y llegar al destino: el templo de la Santísima Trinidad.
Con los pies descalzos, doña Petronila ha viajado desde la colonia Saltillo en el municipio de Las Margaritas, durante varias horas. Tal vez sus años le hagan el recorrido un poco complicado, pero aún así no piensa romper la tradición que sus padres le inculcaron desde que era un niña.
En la mañana del sábado 9 de mayo, los hombres, mujeres y niños se reúnen en parque de La Pila. Ahí es donde se siente el fervor que imponen los tojolabales a tocar los tambores y sus flautas de carrizo.
Todos se alistan para arrancar la caminata. Unos llevan consigo flores de sus propias cosechas que junto con sus vestimentas de mantas con bordados de colores, dan colorido a la peregrinación.
Ya han avanzado más de diez kilómetros, algunos prefieren apresurar el paso y descansar un poco bajo la sobra de un árbol hasta que los demás peregrinos los alcancen. El sol deja caer su quemante calor sobre todos los creyentes.
Y aunque el pozol ya se ha terminado, eso no les importa, saben que el camino ya es corto y que pronto estarán postrados frente al altar del la Santísima Trinidad, para pedirle principalmente un poco de salud. Han llegado ya al entronque que conduce a los Lagos de Montebello. Ahí el que llega primero puede disfrutar de unos minutos de descanso mientras los peregrinos de otras comunidades llegan.
Por fortuna el grupo de doña Petronila llegó primero. Todos bajan su cargamento y se acercan al nicho donde es transportado el santo patrono, hacen una reverencia y sobre una cruz que permanece en el lugar, depositan ramas con las que previamente se “limpian” de todas sus impurezas espirituales.
Ahí, ya los esperan varios comerciantes que con sus ollas de aguas sudando de frías que provocan que los peregrinos se alisten a consumirlas.
Los tambores y los pitos también callan por un momento. Doña Petronila aprovecha para descansar y alarga sus piernas sobre un pastizal, sus negros y maltratados pies, más que demostrar el cansancio del recorrido, muestran la fe con la que realizan, lo que ella llama, una promesa.
El otro grupo ha llegado, ellos no descansan nada porque el cielo amenaza con soltar la lluvia, los dos grupos se unen y ahora ya son casi mil los peregrinos tojolabales que entraran a la iglesia que esta en el parque central de La Trinitaria.
La gente coloca globos y festones en las calles por donde los peregrinos van a pasar, algunos queman un poco de incienso en la puerta de su casa, otros más esperan en la puerta del templo. La emoción en los rostros enrojecidos por el calor, se dejan ver, los cohetes retumban aún mas en el aire, las campanas de la iglesia anuncian la entrada de la romería.
Habitantes y visitantes de La Trinitaria aprovechan para tomar la fotos del recuerdo, porque dicen: “es una tradición que se esta perdiendo, ya no es como antes”.
Doña Petronila ha cumplido con un año más de promesa, quien cargando sus flores un poco marchitas ya, sabe que el “Señor” le ha perdonado todos sus pecados, y aprovecha la oportunidad para pedirle un años más de vida.
El compromiso con el “Señor” ha terminado, las familias tojolabales buscan un lugar en la plaza del templo para disfrutar un poco de chenek (frijol), o tal vez unos chinculguajes (memelitas rellenas de frijoles), que van cargando consigo para saciar el hambre.
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