miércoles, agosto 22, 2007

ARTICULO DEL OBIPO FELIPE ARIZMENDI ESQUIVEL


“NO SOMOS CATOLICOS, SINO CRISTIANOS”

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

VER
En días pasados, llegaron a mi oficina de la Curia una mujer y dos hombres, que habían solicitado la entrevista conmigo “para hablar de la Palabra de Dios”. De entrada, abriendo cada quien su Biblia, empezaron diciéndome: “Le traemos un mensaje de parte de Dios”. Les pregunté quiénes eran y si eran católicos. Me dijeron: “No somos católicos, sino cristianos”. Uno de ellos dijo que había sido católico, pero que nunca le habían enseñado lo que dice la Biblia. Es obvio que no los rechacé, pues con frecuencia tengo encuentros con líderes protestantes o evangélicos, dentro del Consejo Interreligioso de Chiapas, que presido, y en el que participamos los obispos y representantes legales de las principales denominaciones no católicas del Estado. Me dispuse a escucharlos con respeto y atención.

Sin más preámbulos, uno de ellos me leyó este texto del Levítico 18,6: “Ninguno de ustedes se acerque a una consanguínea suya para descubrir su desnudez. Yo, Yahvéh”. Le pregunté qué me quería decir, porque nunca en mi vida he hecho eso. Su respuesta: “Usted conoce su conciencia y eso es lo que Dios le manda decir, para que se convierta”. Me molesté mucho y les dije: “O ustedes o su Dios son mentirosos, porque soy pecador, pero no tengo ese pecado que ustedes me adjudican”.

Y empezaron a sacar otros textos bíblicos. Al principio, les había dicho que yo escucharía su mensaje y no haríamos discusiones; pero al arremeter contra la Virgen María, contra la Iglesia y las imágenes, no tuve más remedio que responder. Expongo algo de lo que me dijeron y lo que les respondí, porque puede servir a muchos católicos que son acosados por hermanos de otras religiones y, por su ignorancia bíblica, no saben defender su fe, la pierden o la cambian.

JUZGAR
Insistían en su cantaleta clásica: que somos idólatras, porque tenemos imágenes y nos postramos ante ellas, lo cual está prohibido por Dios en el libro del Exodo 20,1-5. Y como en mi escritorio conservo una talla de madera, hecha por indígenas ecuatorianos, con la figura de la sagrada Familia, que me acompaña desde hace muchos años, uno me dijo que debía tirar ese “bulto”, y que lo mismo debía hacer en la catedral y en todas partes: tirar las imágenes, pues no son más que “bultos”. No sé cómo no los corrí de la oficina, y les pedí que leyeran el mismo Exodo, apenas cinco capítulos más adelante, donde Dios ordena a Moisés hacer dos imágenes de querubines (Ex 25,18), y el libro de los Números 21,8-9, cuando le manda hacer la figura de una serpiente, y el Génesis 1,26-27, en que se dice que Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Uno de ellos leyó estos textos con extrañeza y quedó pensativo, pero los otros me redargüían con el Salmo 115 (113 B) y otros textos.

Por más que quise explicarles que nuestras imágenes son sólo eso, imágenes, no dioses, no aceptan nuestras razones. Están casados con esa convicción y no hay forma de hacerles ver que los católicos no somos tontos ni ignorantes, para dar una categoría divina a las figuras materiales. Lo que Dios prohíbe es adorar imágenes como si fueran El. Nosotros no las adoramos. Las valoramos como un recuerdo de la Virgen y de los Santos, que estuvieron cerca de Jesús y ahora están con El en el cielo, para que intercedan por nosotros. Ellos no hacen milagros, porque no son Dios; son sólo nuestros hermanos, que nos ayudan con su intercesión ante Dios, como hicieron los apóstoles que rogaban a Jesús atendiera a la mujer cananea que pedía la curación de su hija (cf Mt 15,23), o los ancianos de Cafarnaúm que intercedieron ante Jesús por la salud del siervo de un centurión (cf Lc 7,1-10). Las imágenes no hacen milagros, pues no son dioses, pero nos ayudan a comunicarnos con quienes representan, para que rueguen por nuestras necesidades. Esto es perfectamente acorde con la Biblia, salvo para aquél que tenga la mente obcecada y el corazón cerrado.

El más aguerrido me decía que por qué no enseñamos esto a la gente; que él, cuando era católico, nunca escuchó lo que yo le decía. Claro, como era un ignorante del catolicismo y no lo practicaba, nunca lo escuchó de un sacerdote o catequista. Me preguntaba si podían decir que el Obispo afirma que las imágenes no son dioses, como si con ello pretendiese acabar con nuestra religión. Y por más que le decía que esto es lo que afirmamos siempre, no se convencía. Le insistía en que nuestras imágenes son un recuerdo, como una fotografía de alguien a quien queremos, no dioses. Le pregunté si él tenía en casa fotos de su familia y si las apreciaba; me respondió que las tiró… Así no se puede dialogar; con personas en esta actitud, es imposible un diálogo fraterno. ¡Y se llaman cristianos!

El punto más álgido fue cuando me dijo que él respetaba a los apóstoles, porque estuvieron con Jesús y predicaron el Evangelio; pero de ninguna manera a María, porque Jesús nunca la llamó “madre”, sino “mujer”, lo cual significaba que era “una mujer cualquiera”. Esto sí me molestó muchísimo y nuevamente comprobé que cualquier texto de la Biblia que usemos para aclarar nuestro punto de vista, no lo aceptan, y caemos en discusiones sin lógica, en ataques mutuos y en exacerbamiento. ¿Esto es cristiano?

Por más que le decía que la Biblia llama a María “madre” de Jesús (Mt 12,46; Jn 19,25), su respuesta es que El nunca le dio ese título, y que por tanto no tenemos por qué llamarla “Madre de Jesús, Madre de Dios”. A pesar de que lo engendró y lo dio a luz (cf Mt 1,25), no le reconoce su lugar en la historia de la salvación. ¿Así se puede dialogar serenamente?
¿En eso hacen consistir ser cristianos, como si este nombre fuera contrario al de católicos?

ACTUAR
Los católicos somos cristianos, discípulos de Jesús. No hay por qué contraponer lo cristiano a lo católico. Sería absurdo que los católicos no fuéramos cristianos. Lo que nos define en nuestra fe, quien nos da identidad, es Jesucristo. Lo católico no quita nada a lo cristiano, sino que nos califica como seguidores de Cristo, pero en la Iglesia que El fundó, sobre Pedro y sus legítimos sucesores, no sobre otros líderes fundadores de iglesias de tiempos posteriores y recientes, que pululan por todas partes e interpretan la Biblia cada quien según su personal inspiración, cayendo en contradicciones entre unos y otros (cf 2 Pedr 1,20).

A pesar de estos encuentros anecdóticos, que son más bien des-encuentros, aprecio y respeto a los hermanos protestantes, que prefieren ser nombrados “evangélicos”. La mayoría son de buen corazón, toman muy en serio la Palabra de Dios, se esfuerzan por adecuar su vida a ella y nos dan ejemplo de audacia y creatividad para evangelizar. Pidieron la entrevista conmigo para tratar de convertirme… ¿Quién hace lo mismo con ellos?

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