jueves, junio 16, 2011

B’EJALTIK (Muchos Caminos)

F. Darinel

“Caminante, caminante,
que vas por los caminos,
por los viejos caminos
del Mayab”.

Antonio Mediz Bolio

“FERIA DE LA TRINITARIA”

LOS CAMINOS DE HOY

Fiesta y fervor de antaño

Visitante trinitence,

Que viniste por el Santo,

Recibe mi humilde canto,

¡Oh! Dichoso Penitente.




Dejaste todo tirado,

Por venir a tu promesa,

Tal vez pasando pobreza

Pero regresas pagado.



Cuando en aquella congoja

Invocaste al Padre Eterno

Tal vez…pasando un infierno

Desojaste la última hoja.



Del libro de la esperanza

En la ciudad, o en el agro

Y dios te hizo aquel milagro

Que el fiel a toda hora alcanza.



Y te vas a despedir

A la iglesia, y del Señor

Le llevas la última flor

Y te pones a pedir………



Que te deje regresar,

Que te prolongue la vida,

Que te de mucha comida

Y te pones a rezar.



Padre Nuestro, desde el cielo

Hágase tu voluntad

Tenedme siempre piedad,

Eres todo mi consuelo.



El poema que acaban de leer y que dispongo como introducción; amables lectores, está fechado el 10 de mayo de 1959 -no sé si es la fecha de su creación o de su publicación-, y es de la autoría de Don Israel Argüello Guillén, quien naciera en el año de 1910 y falleciera, en su querida Zapaluta; porque así con ese nombre lo conoció también, y luego La Trinitaria, en el año de 1998. Quise disponerlo como preámbulo, porque siempre he querido escribir algo sobre la feria de La Trinitaria y el sobrecogedor y místico fervor que a su alrededor lo cubre, y ahora que tengo la oportunidad así lo haré.



Describe el ayer y el hoy

El poema carece de título, pero eso es lo de menos, porque aunque no es de recursos literarios vastos, tiene la beta poética necesaria para ser un poema, de corte bucólico; y si Ustedes quieren, sencillo, pero acuña y narra dentro del mismo, la razón de ser de la feria, la entrega y fundamento de la romería, así como la emoción y la impresión que causa ver a un enorme contingente de tojolabales, que imagino, en ese entonces marchaban silenciosa y fervorosamente; como hasta ahora, por “el camino viejo a Zapaluta”, que me ha descrito mi madre, un camino rural e inminentemente campesino e indígena, lleno de cantos de pájaros, de sonidos de insectos, de relinchos y mugidos de animales, repleto de zanjas y huecos, en los que dormía el agua de los primeros aguaceros que no pudo escapar hacia las milpas y hacia el bosque.



Antigua ruta

Un camino de terracería, hecho para carretas tiradas por bueyes y que: “permitía entrar a uno que otro camioncito”; según las palabras de mi madre. Un camino lleno de olor a resina, absoluto de calor y humedad, un camino que se delineaba paralelo y a lo largo, de lo que hoy es la actual carretera panamericana; la carretera federal 190.

Este antiguo camino en Comitán, partía exactamente frente a La Castalia, continuaba por las desaparecidas Tinajitas, pasaba en los linderos del rancho El Solferín, alcanzaba el mágico pueblito de San Juan del Valle y continuaba hasta las cercanías de Yalixao, para llegar y alcanzar finalmente Zapaluta.



El motivo de la romería

Zapaluta, luego La Trinitaria, el lugar en donde los tojolabales y una gran cantidad de gente llegaban y llegan, a adorar con muchísimo fervor a “el padre ‘ternito”, santidad que hasta la fecha creo, mucha gente piensa o lo concibe que fue un cura, o un obispo, o un papa; en fin un ser de carne y hueso y del sexo masculino, pues la imagen que por siempre ha existido, y a la cual se le tiene mucho fervor, es la imagen de una persona de barba negra que permanece sentado en un trono, ataviado con ricas vestiduras; por lo regular de color blanco o plateado, rematada esta indumentaria, en la cabeza del personaje, con una mitra. Este mismo ser, arriba de su cabeza, por sobre de la mitra, tiene la figura de una paloma blanca, que simboliza a “el espíritu santo”, y en sus manos sostiene una cruz con la figura de Cristo crucificado.



Confusión sin problema

No lo niego, yo también de niño creí que “el padre ‘ternito” había sido un hombre santo, como otro cualquiera de los santos, y no fue hasta que mi mamá; también en mi infancia, me explicó que lo que se adoraba era el concepto del dios tripersonal que concibe y describe la biblia, concepto que aceptan; en el todo teológico bíblico, las iglesias cristianas del mundo, sean estas de cualquier carisma y se llamen como se llamen, en fin que es la trinidad que compone al dios bíblico, integrado por un padre (que se supone está representado con la imagen del personaje de mitra y barba negra que se encuentra sentado, o sea “el mero pagre ‘ternito”; dijeran los hermanos tojolabales ), un espíritu santo y Dios hecho hombre; su hijo, o sea Cristo crucificado.



El otro nombre del concepto

Insisto, el concepto que muchos tenemos claro de Dios, compuesto en una trinidad, o lo que en el catolicismo, nuestra región, en La Trinitaria y en el mundo cristiano se le conoce como “la santísima trinidad”, todavía muchos hermanos tojolabales, campesinos, gentes de ciudades y otra gran cantidad personas no les queda claro, ni les interesa aclararlo, pues para ellos lo más importante es la fe, la tradición y la entrega a “la santísima trinidad”, otro nombre con el que se conoce a este concepto tripersonal y otra razón por la mucha gente piensa que por este nombre a quien se adora es a una mujer, una santa pues, que hace mucho existió y es a quien se le dedica la fiesta, confusión que yo también de chamaco lo llegué a pensar y también por ello le pregunté a mi mamá alguna vez, todo confundido: “bueno ¿qué es pué, es hombre o es mujer?”.



De siempre

Bueno lo importante, es que esa tradición venida por un fervor, que hace siglos inició, sigue tan latente y tan viva como siempre. Sigue con el mismo olor de orquídeas de montaña, que en sus manos traen los hermanos tojolabales, sigue con ese aroma penetrante de incienso de copal silvestre y a pólvora de cohetes, continua con el olor a humo y a sudor de cansancio y de largas horas de caminata y de jornadas en el campo que despiden nuestros hermanos tojolabales, continua esta tradición con el olor a pozol y a posh, y el olor a rica comida que les ofrecen; todavía, muchas de las gentes que los reciben en el antiguo llano del barrio Los Ocotes de Zapaluta, que ya también desde hace muchos ayeres, se le conoce con el nombre de “el campo de los carriles”.



El descanso

Llegan, como a eso de las dos de la tarde, y ya que han descansado, comido y “echaron trago”, antes de que anochezca; por ahí de la cinco, se ponen de pie todos otra vez, pero ya acompañados de muchas personas de La Trinitaria que los fueron a recibir. Y de ahí, al compás de la percusión los de parches de cuero de los tambores de los indígenas y de personas de la cabecera, que se unen a esa ancestral banda de música autóctona, parte la enorme multitud y enfila al centro de Zapaluta, hasta la mera iglesia “de pagre ‘ternito”.



El contingente

Ellos marchan así: casi al final, marchan en dos líneas, la gente que porta estandartes y banderas, que son ondeados y ondeadas en pequeños mástiles de madera, que rematan en crucecitas torneadas. Antes de los que portan los estandartes y banderas, va una masa informe que en sus manos lleva velas, flores, imágenes en andas, entre gritos de júbilo y de borrachera. Al frente, de donde parte un latido enorme, como si fuese el corazón mítico de un gigante, encabezan este contingente, cerca de 200 personas, que tocan con respeto y fervor su tambores de cuero, mismos que iniciaron a tocar, en una percusión rápida, sencilla y seguida, con una sola de sus rusticas baquetas, con las que golpean estos ancestrales tambores, al compás de: tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, para luego, al inicio de la música que sale de los pitos, hechos de carrizo, seguir con una, de las dos básicas melodías que interpretan en los tambores, de las cuales una de ellas pareciera que dijera: “te lo tenté, te lo tenté, te lo tenté”.



La llegada

Así llegan hasta el atrio e interior del mismo del templo, que por un año; silencioso y pacientemente, los ha aguardado para escuchar otra vez los rezos de agradecimiento por “el favor concedido”, así como rezos de petición, rezos que se hacen algunos entre llantos –que es la forma peculiar en como rezan, piden y agradecen muchas de las mujeres indígenas-, rezos entre suspiros, de rodillas y con voces sordas o muy bajas, o con la mirada puesta en el lejano e histórico retablo, pero eso sí, con la satisfacción de haber cumplido con “la manda” y con la satisfacción de haber visto y haber llegado a otro año más, con “la santísima trinidad”.



La fiesta

En tanto afuera la feria es multicolor, multiolorosa, repleta de sonidos y de música, que ese primer día y por la noche, para hacerla más bella, mejor y más conocida, el ayuntamiento municipal que encabeza José Agustín López Lara, ofreció en el escenario al aire libre, a la “Banda Sureña” de Teopisca, en tanto y a la par se llevaba a cabo la coronación de la reina de la feria: Cinthya Guadalupe Solís Domínguez, evento que fue amenizado por el triunfador grupo “Junior Klan”. Con esos mismos propósitos de expansión, promoción del municipio y de la tradicional fiesta; a pesar de las amenazas de dos truhanes, durante estos seis días que ya lleva la feria, cada vez se visto más engalanada y más triunfal, con el ya tradicional desfile de carros alegóricos, con la presencia del cantante Diego Verdaguer y el comediante Tony Balardi, con el encuentro de tres grandes y destacadas marimbas, con la muestra cultural y gastronómica de La Trinitaria, con los eventos deportivos y con la presentación de tres grandes tríos de guitarristas, entre los que destacó el trío “Los Panchos”.



Para mucho tiempo

Estos eventos, el impulso de viejas y místicas tradiciones, que siguen haciendo a la tierra de Fedro Guillén, de Flavio Guillén, de mi Querido Hermano Oscar Villar Torres, que ya ocupa su columna en el eterno oriente, y de su hermano Fredy, de los mismos apellidos, quienes fueron y han sido destacadísimos marimbistas. De la tierra de Benito y Guillermo Vera Guerrero, dos grandes literatos, al igual que toda la gran cantidad de hombres y mujeres de esta tierra, en donde abunda una flor del campo de nombre trinitaria, de pétalos parecidos a un trébol, y que por esta razón debe ahora su nombre este bello lugar y no por “la santísima trinidad” como muchos han creído. Esta tierra de grandes y cultos hombres, que por todas estas razones, ha de tener para este y para muchos años, la permanencia de una feria antigua y bella, mística y policroma, pero por sobre todo pujante y de grandes hechuras.



Es cuanto.



adriancitio@yahoo.com.mx

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