F. Darinel
“(Yavé) Está alerta
a lo largo del buen camino
para proteger
Debo de ser sincero, desde hace unos años siempre me digo: “ahora que sea el día de los maestros no voy a olvidarme de dar a conocer la biografía y lo más destacado del maestro fulano, de la maestra perengana”, y de muchos profesores que han formado parte de mi formación académica, humana, moral y sin lugar a dudas en mi formación sentimental, pero como siempre el tiempo de este festejo, cuando vengo a darme cuenta, llega sin avisar
El impulsor
Desde este espacio hoy quiero iniciar con enviarle hasta donde se encuentre, la mejor de mis palabras y el mejor de mis abrazos a mi querido profesor Mario Figueroa, quien allá en 1976 me daba las primeras oportunidades para incursionar en este sin igual y maravilloso mundo de las letras. Lo recuerdo bien con su sordera a cuestas, con sus 30 y tantos años de servicio ininterrumpido y con su normal cansancio, algunas veces, con la frente recargada en sobre su mano derecha abierta, y cubriéndole los ojos, pareciendo que leía un libro que tenía debajo de su vista, dormitaba un poco en clase, y debido a su deficiencia auditiva no podía percibir el bullicio que generábamos todos, por lo que cuando algún compañero maestro suyo, de improviso llegaba y lo despertaba, con esa sonrisa bonachona y cordial; su anciana sonrisa de papá sempiterno para todos sus alumnos, decía: “es que me eché una pestañita ahorita que están tranquilos éstos”.
De otras tierras
A este maestro, a este querido maestro, es a quien siempre he nombrado como el responsable de que la poesía, los grandes autores, la retórica y la elocuencia de la palabra viva, hayan echado raíz en mi vida, de ahí hasta que yo muera; eso espero. Pero no soy el único que ha agradecido al profesor Mario Figueroa su impulso y su apoyo, recuerdo cuando todavía teníamos la televisora local que nos obsequió Roberto Albores Guillén y que arteramente nos robó Pablo Salazar, en un programa de revista de ese canal local, se presentó el artista de televisa Germán Gutiérrez; quien por cierto fue mi compañero de aula en la escuela primaria Justo Sierra, y donde por primera vez estuvimos juntos, fue en segundo grado con el maestro Mario.
El amor a la actuación
En ese programa iba acompañado de nuestro anciano maestro, de quien dijo que por razón y por causa de él, es que él; Germán Gutiérrez, había decidido entrar en la actuación, todo debido a sus primeras incursiones en la declamación, lo cual sin embargo yo recuerdo que no fue en segundo año de primaria, sino más bien él inició cuando ya estábamos en tercero y cuando ya el profesor finalmente se había jubilado y no era más nuestro maestro, pero que sin duda alguna de forma particular apoyó a mi ex condiscípulo Germán Gutiérrez… cómo no quererlo, cómo no respetarlo… cómo olvidarlo.
Para “doña Lolita”
También desde este espacio vaya mi agradecimiento y mi cariño, para esa gran mujer, todo humor y todo sencillez, doña Lolita Albores, quién después del maestro Mario Figueroa, fue quien continúo con esa labor de hacer más profunda las raíces por el amor que siento por la poesía. Muchos dicen que: “cómo es posible que una mujer analfabeta hubiese sido la cronista de la ciudad”, pero literariamente la crónica, tanto como los corridos, son las historias de los pueblos, narradas por gente sencilla que generalmente o tiene los estudios básicos, o simplemente no los tuvo. De ahí que mi querida maestra, Doña Lolita Albores, a pesar de mordaces y envidiosos comentarios, por siempre seguirá siendo la gran cronista comiteca; una verdadera cronista que narraba la crónica como es debido, sin tufos de intelectual, sin autonombrase escritora y sin llamarse para sí misma literata, era simplemente doña Lolita Albores, la que mi hizo amar aún más a la poesía.
“Disculpesté”
Pero así como ella me contó alguna vez, como me gustaría que hubiera un teléfono para poder llamarle hasta donde se encuentra y decirle cuán agradecido le estoy y cuánto la sigo queriendo aún, pero me fijaría bien al marcar el número, porque si no de seguro que me contesta otra gente; capaz mi maestro Mario, y de seguro le tendría que contestar como ella jocosamente respondía, cuando se equivocaba en la marcación de los teléfonos de disco: “ay perdonesté que me haya yo equivocado, es que metí mi dedo en otro hoyo”… hasta donde “estesté”, que le llegue el mejor de mis abrazos y de mis cariños, y ay “vasté” a perdonar que haya yo interrumpido su platica con “maestro Límbano”.
Profesora innata
También aprovecho para enviarle mi saludo, mi reconocimiento y mis más sinceras muestras de respeto, a mi maestra “Toñita” Alonso, la mujer y profesora por naturaleza, y naturalmente por antonomasia. La mujer que un día, con esa plena sencillez que caracteriza a todo gran maestro; bueno, gran maestra, supo fijar en mi intelecto la enorme diferencia que zanja entre: “ilusión y sueño”, pues categóricamente me afirmo: “los sueños son para los que sentados anhelan algo y no hacen nada por obtenerlo. Pero la ilusión es ese deseo de obtener éxitos y triunfos con trabajo constante, con decisión y con una armadura de amor”, qué bueno que todavía vive usted maestra, que bueno que la pudimos entrevistar, pero aún falta; creo yo, una entrevista más larga y más profunda; más detallada.
Mis felicitaciones para usted, y mi reconocimiento en este y todos los días que le quedan por vivir: “soldado de la educación”.
Todos los maestros
Finalmente, pero principalmente y por sobre todo, vaya mi eterna y profunda gratitud a mi madre; mi maestra de siempre, la que tanto igual que el profesor Mario y Doña Lolita Albores, pero mucho antes que ellos, ya había dejado en mi la semilla por el amor a la poesía, al trabajo, al vivir honradamente y el transmitir los conocimientos a las próximas generaciones. Desde aquí también vaya mi reconocimiento a todos con los que he convivido y de quien todos he aprendido, por lo que no dejan de ser: “todos maestros”, y aprovechando también vaya mi agradecimiento y mi reconocimiento final, con todo mi corazón, a vos Rosy y vos Fredy y a Usted “Maestra Tenchita” Gordillo, que con toda esa carga de amor y paciencia que siempre me “diosté”, aun la sigo recordando, queriendo y respetando como entonces, a más que “sosté” mi amiga, desde aquel quinto año de primaria… a todos: “que Dios los guarde en la palma de su mano”.
Es cuanto
adriancitio@yahoo.com.mx
el caminar de sus fieles.”
Proverbios (2 , 8)
“A MIS MAESTROS”
LOS CAMINOS DE HOY
“Hay con tiempo”
Debo de ser sincero, desde hace unos años siempre me digo: “ahora que sea el día de los maestros no voy a olvidarme de dar a conocer la biografía y lo más destacado del maestro fulano, de la maestra perengana”, y de muchos profesores que han formado parte de mi formación académica, humana, moral y sin lugar a dudas en mi formación sentimental, pero como siempre el tiempo de este festejo, cuando vengo a darme cuenta, llega sin avisar
El impulsor
Desde este espacio hoy quiero iniciar con enviarle hasta donde se encuentre, la mejor de mis palabras y el mejor de mis abrazos a mi querido profesor Mario Figueroa, quien allá en 1976 me daba las primeras oportunidades para incursionar en este sin igual y maravilloso mundo de las letras. Lo recuerdo bien con su sordera a cuestas, con sus 30 y tantos años de servicio ininterrumpido y con su normal cansancio, algunas veces, con la frente recargada en sobre su mano derecha abierta, y cubriéndole los ojos, pareciendo que leía un libro que tenía debajo de su vista, dormitaba un poco en clase, y debido a su deficiencia auditiva no podía percibir el bullicio que generábamos todos, por lo que cuando algún compañero maestro suyo, de improviso llegaba y lo despertaba, con esa sonrisa bonachona y cordial; su anciana sonrisa de papá sempiterno para todos sus alumnos, decía: “es que me eché una pestañita ahorita que están tranquilos éstos”.
De otras tierras
A este maestro, a este querido maestro, es a quien siempre he nombrado como el responsable de que la poesía, los grandes autores, la retórica y la elocuencia de la palabra viva, hayan echado raíz en mi vida, de ahí hasta que yo muera; eso espero. Pero no soy el único que ha agradecido al profesor Mario Figueroa su impulso y su apoyo, recuerdo cuando todavía teníamos la televisora local que nos obsequió Roberto Albores Guillén y que arteramente nos robó Pablo Salazar, en un programa de revista de ese canal local, se presentó el artista de televisa Germán Gutiérrez; quien por cierto fue mi compañero de aula en la escuela primaria Justo Sierra, y donde por primera vez estuvimos juntos, fue en segundo grado con el maestro Mario.
El amor a la actuación
En ese programa iba acompañado de nuestro anciano maestro, de quien dijo que por razón y por causa de él, es que él; Germán Gutiérrez, había decidido entrar en la actuación, todo debido a sus primeras incursiones en la declamación, lo cual sin embargo yo recuerdo que no fue en segundo año de primaria, sino más bien él inició cuando ya estábamos en tercero y cuando ya el profesor finalmente se había jubilado y no era más nuestro maestro, pero que sin duda alguna de forma particular apoyó a mi ex condiscípulo Germán Gutiérrez… cómo no quererlo, cómo no respetarlo… cómo olvidarlo.
Para “doña Lolita”
También desde este espacio vaya mi agradecimiento y mi cariño, para esa gran mujer, todo humor y todo sencillez, doña Lolita Albores, quién después del maestro Mario Figueroa, fue quien continúo con esa labor de hacer más profunda las raíces por el amor que siento por la poesía. Muchos dicen que: “cómo es posible que una mujer analfabeta hubiese sido la cronista de la ciudad”, pero literariamente la crónica, tanto como los corridos, son las historias de los pueblos, narradas por gente sencilla que generalmente o tiene los estudios básicos, o simplemente no los tuvo. De ahí que mi querida maestra, Doña Lolita Albores, a pesar de mordaces y envidiosos comentarios, por siempre seguirá siendo la gran cronista comiteca; una verdadera cronista que narraba la crónica como es debido, sin tufos de intelectual, sin autonombrase escritora y sin llamarse para sí misma literata, era simplemente doña Lolita Albores, la que mi hizo amar aún más a la poesía.
“Disculpesté”
Pero así como ella me contó alguna vez, como me gustaría que hubiera un teléfono para poder llamarle hasta donde se encuentra y decirle cuán agradecido le estoy y cuánto la sigo queriendo aún, pero me fijaría bien al marcar el número, porque si no de seguro que me contesta otra gente; capaz mi maestro Mario, y de seguro le tendría que contestar como ella jocosamente respondía, cuando se equivocaba en la marcación de los teléfonos de disco: “ay perdonesté que me haya yo equivocado, es que metí mi dedo en otro hoyo”… hasta donde “estesté”, que le llegue el mejor de mis abrazos y de mis cariños, y ay “vasté” a perdonar que haya yo interrumpido su platica con “maestro Límbano”.
Profesora innata
También aprovecho para enviarle mi saludo, mi reconocimiento y mis más sinceras muestras de respeto, a mi maestra “Toñita” Alonso, la mujer y profesora por naturaleza, y naturalmente por antonomasia. La mujer que un día, con esa plena sencillez que caracteriza a todo gran maestro; bueno, gran maestra, supo fijar en mi intelecto la enorme diferencia que zanja entre: “ilusión y sueño”, pues categóricamente me afirmo: “los sueños son para los que sentados anhelan algo y no hacen nada por obtenerlo. Pero la ilusión es ese deseo de obtener éxitos y triunfos con trabajo constante, con decisión y con una armadura de amor”, qué bueno que todavía vive usted maestra, que bueno que la pudimos entrevistar, pero aún falta; creo yo, una entrevista más larga y más profunda; más detallada.
Mis felicitaciones para usted, y mi reconocimiento en este y todos los días que le quedan por vivir: “soldado de la educación”.
Todos los maestros
Finalmente, pero principalmente y por sobre todo, vaya mi eterna y profunda gratitud a mi madre; mi maestra de siempre, la que tanto igual que el profesor Mario y Doña Lolita Albores, pero mucho antes que ellos, ya había dejado en mi la semilla por el amor a la poesía, al trabajo, al vivir honradamente y el transmitir los conocimientos a las próximas generaciones. Desde aquí también vaya mi reconocimiento a todos con los que he convivido y de quien todos he aprendido, por lo que no dejan de ser: “todos maestros”, y aprovechando también vaya mi agradecimiento y mi reconocimiento final, con todo mi corazón, a vos Rosy y vos Fredy y a Usted “Maestra Tenchita” Gordillo, que con toda esa carga de amor y paciencia que siempre me “diosté”, aun la sigo recordando, queriendo y respetando como entonces, a más que “sosté” mi amiga, desde aquel quinto año de primaria… a todos: “que Dios los guarde en la palma de su mano”.
Es cuanto
adriancitio@yahoo.com.mx




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