martes, noviembre 02, 2010

Unos 40 inmigrantes están sepultados en Arriaga, Chiapas

Ángeles Mariscal

Arriaga, Chis., 01 de noviembre. Al menos 40 migrantes están sepultados en el panteón del municipio de Arriaga, en cada una de las tumbas se encuentra colocada una cruz de metal donde está escrito el número de expediente ministerial que da cuenta de los detalles de su muerte. No tienen mayor identificación.

Las mujeres de la Asociación Red de Comités de Migrantes y Familiares de Honduras (RED COMIFAH) recorrieron este lugar. “Venimos a conocer donde quedan los sin nombre, pero nosotros con mucho amor les venimos a dejar unas flores porque tal son nuestro hondureños”, dijo Emetería Martínez, quien forma parte de esta red que buscan un mil migrantes desaparecidos en México.

Arriaga es un centro de concentración de los miles de migrantes centroamericanos que cruzan la frontera con México. En esta ciudad está la estación del tren de carga más cercana a la frontera con Guatemala, transporte que utilizan los migrantes para adentrarse al norte del país en su viaje rumbo a Estado Unidos.

Los integrantes de la caravana de madres centroamericanas arribaron a esta ciudad. Colocaron en la plaza principal las fotografías de sus desaparecidos. Lograron que los parroquianos les dieran pistas del paradero de dos de ellos uno Luis Heber Gustavo Chavarría, quien se habría quedado a vivir en esta ciudad.

Luego recorrieron las vías del tren donde, parapetados, decenas de migrantes de Guatemala, Nicaragua, Guatemala y Honduras, esperan la salida del tren. Cuando ven que los vagones empiezan a moverse, salen de entre la maleza y a saltos suben en los techos, donde viajan amarrados con sus cinturones para evitar caer.

Pero este día no sale el tren, así que los centroamericanos escucharon a las madres y familiares de los migrantes desaparecidos, quienes les pidieron no perder contacto con su familia porque dijeron, “no hay nada peor para sus familias que no volver a saber de ustedes”.

Siguiendo el camino marcado por las vías, la caravana llegó hasta el panteón municipal. Entraron entre la música y el bullicio de los mexicanos que llegan a recordar a sus muertos. Ubicaron en una esquina una amplia zona destinada para las tumbas de los migrantes que mueren en este municipio.

Hay poco más de 40 tumbas. Heyman Vázquez, sacerdote católico y director del albergue de ayuda a migrantes llamada El Señor de la Misericordia, les explica que en este lugar están aquellos que mueren al caer del tren, o los que son asesinados por los grupos delictivos que los intentan asaltarlos y extorsionarlos.

Las mujeres colocan flores. Preguntan más sobre el origen de estas personas, pero la única referencia que hay en las cruces sobre las tumbas es el número de averiguación previa que levantó el agente del Ministerio Público, y la fecha en que murieron. En sentido estricto, las tumbas son anónimas porque identificar a estos muertos implica exhumarlos, hacerles análisis de ADN, compararlos con una base de datos que no existe.

Juan José Alvarenga, originario de Tegucigalpa, Honduras, integrante de la caravana que busca a sus compatriotas, se muestra optimista. Explica que en su paso por Chiapas no se van con las manos vacías, porque con uno o dos migrantes que hayan encontrado en los dos días que estuvieron en la entidad, antes de seguir su viaje hacia la ciudad de Oaxaca, ya se cierran las heridas de las familias que los buscan.

Ayer en la ciudad fronteriza de Tapachula localizaron a uno de los desaparecidos, conocido en esa ciudad como El Catracho. Es Adín Alfredo Rivera, quien formó a una nueva familia. Los integrantes de la caravana hablaron con uno de sus hijos, Juan, quien pidió conocer a su familia en Honduras, en particular a su abuela Esther.

“Nosotros creemos que no todos los desaparecidos han caído en desgracia. Hay casos de migrantes como El Catracho, que se han separado voluntariamente de su familia, gente que salió resentida con su país por las condiciones económicas que los tienen casi cautivos, pero ellos son los menos. La mayoría de los migrantes lo que quieren es luchar para sacar adelante a toda su familia que dejaron en Honduras”, explica.

Juan José Alvarenga, reconocer que en algunos casos es difícil tener esperanza de encontrar bien a sus migrantes desaparecidos. Por ejemplo es de su sobrina, Lesli Yolanda Acosta González, quien llegó en 1994 a México, actualmente tendría 38 años.

“Dejó a tres niñas, tenía la presión de sacar adelante a sus hijas. La ultima vez llegó al cruce fronterizo de Tecún Umán. Ahí dijo haber encontrado a una muchachas con quienes continuaría el viaje...mi peor temor es que haya sido víctima de la trata de personas porque ella es muy bonita”.

Este día la RED COMIFAH, los miembros del Movimiento Migrante Mesoamericano y el Tribunal Internacional de Conciencia de los Pueblos en Movimiento, continuaron su viaje rumbo al centro del país, donde pretenden hablar con legisladores federales y el presidente Felipe Calderón.

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