jueves, junio 10, 2010

B’JALTIK (Muchos Caminos)

F. Darinel

Y es que hombres como yo

no se libran de tal hora;

de la hora que les habla así:

¡Solo ahora recorres tu camino de grandeza!

¡Cima y abismo son ahora una y la misma cosa!

Federico Nietzsche

(“Así hablaba Zaratustra”)

“VENDETTA”

LOS CAMINOS DE HOY

El choque

No sé a qué se deba, pero lo cierto es que ocurrió, lo que jamás creí posible finalmente se dio, y es que el día de anteayer dos de los grupos u “organizaciones” que se han distinguido por ser “rudos”, si así se puede expresar, y que han hecho de las suyas en cada manifestación que realizan, o en cada bloqueo o paralización que han emprendido, midieron o retaron su fuerza, con el único propósito de saber quién puede más o quién es más “sácale punta”, o conocer de ambos quién es más audaz o “valiente”, porque no veo otra razón del uso de la fuerza grupal que uno de estos dos grupos realizó.



En el olvido

Porque es claro que el propósito primario de las organizaciones de izquierda, fue en un principio ese; organizarse para defenderse sistemática y organizadamente de los embates y abusos del gobierno, embates y abusos que muchas de estas “organizaciones” ya igualaron y rebasaron con las actitudes que han tomado.

Se entiende que como organizaciones de izquierda van hacia los mismos objetivos y que por otro lado, por ir tras esos mismos objetivos de igualdad, justicia, emancipación y atención, no se dañan, “ni se leen las manos entre gitanos”.

Pero no, el choque que ya se dio entre la OCEZ-DI-UNOPI y la OLC, echan por tierra esas premisas, pues los objetivos e intereses, a todas luces, harto se ve que son diferentes, pues de lo contrario hubiesen arreglado sus diferencias armoniosamente y por la vía del dialogo.



Así son

En fin que ambas a la hora que se les ocurre y cuando más gusto y gana tienen, bloquean caminos, “recuperan predios” –así es como en forma chusca, le nombran o llaman agenciarse un terreno o terrenos que no son suyos”- marchan por las calles, toman edificios y agreden a cuanto transeúnte ose pasar por donde están, o que quiera seguir libremente su camino a pie o en automóvil, porque luego, luego estos osados son detenidos, esquilmados, vapuleados, humillados y extorsionados, como igual hacen con los lugares o edificios que toman, a los cuales dejan en condiciones deplorables y pintarrajeados como muros carcelarios.

Ah pero eso sí, al pecaminosos grito de: “Zapata vive, la lucha sigue”, y digo pecaminoso, porque la lucha de el General Zapata, de Lucio Cabañas, de Genaro Vázquez, de Rubén Jaramillo, de Arturo Albores, de Villa, de Andulio Gálvez, del Generalísimo Morelos y de tantos otros era la lucha por la igualdad, por la justicia, por la libertad y por la tierra; básicamente, no era por tener edificios de lujo como oficinas, o robarse tierras para construirse casas, bajo el pretexto de construcción de mercados, o de tener taxis, o de defender la impunidad y vivir al margen de la ley, o de incluir hoy día, hasta lenones, matronas y alcahuetes, para poder defender negocios que lucran con la dignidad y salud humanas.

Qué lejos están de esos preceptos y qué lejos están de la ley, de la que hasta se han burlado y han vejado y saqueado, increíblemente.



¿Hasta cuándo?

Por eso, ese cuento del cobro de una deuda de “70 mil chuchos”, que pretendían hacer o hicieron los de la OCEZ-DI-UNOPI a un sujeto de la OLC, según sus “usos y costumbres”, que obviamente son claras transgresiones a la ley. Eso de llevarse hasta su propia guarida u oficinas, a los “malos elementos” y castigarlos, sin importarles la norma, eso de retar abiertamente al otro grupo de facinerosos, que se sabe son igual de violentos y abusivos como ellos, es una clara muestra que la ley y las fuerzas del orden para ellos no valen, ni sirven. Que pueden, como los grupos de mafiosos, pasados y actuales, organizar sus propias guerras y librarlas sin importarles las bajas y los daños colaterales hacia la sociedad.

Ya es tiempo de que las autoridades, de cualquier nivel, se decidan a detener estos actos, ya es tiempo de parar la alcahuetería, pues al no detenerlos y exigirles respeto y a la vez recíprocamente brindárselos, se está permitiendo y autorizando que el delito aumente, pues no hay que olvidar el pensamiento de Leonardo Da Vinci que acusó: “Aquel que no castiga la maldad, ordena que se haga”.





ALGUNAS VEREDAS



Cuestionamiento

MI dilecto y fino amigo, el maestro Alejandro Molinari Torres, me envió el siguiente apunte, lo cual le agradezco infinitamente porque de una o de otra manera; creo, en algunas ocasiones hace el favor de leer estas líneas y estas personales apreciaciones de diversos caminos que nuestra sociedad tiene.

Transcribo a continuación su apunte, así como también escribo mi respuesta:



La pregunta

“Respetado Darinel, a mí se me hace un error gramatical decir: "¡Es cuanto!". Tuvieras la amabilidad de explicarme por qué considerás correcto el uso de ese "cuanto". Disculpá, es una bobera, pero no lo es. Muchos muchachos lo repiten. Gracias por tu resp(uesta)”



La respuesta

Miresté maestro esa breve frase la utilizó primeramente desde que tenía 13 años, y de eso ya fue hace muchos pozoles con empanadas y lunas que ya han pasado. La he utilizado siempre al final de cada perorata, de cada serie de prolegómenos, de cada arenga o discurso, o de cada opinión, de cierta extensión, que he dado. Por otro lado, de hace algunos años a la fecha lo utilizó por una razón de cierta discreción que hoy me reservo, lo que ha hecho que con más ahínco y fuerza me haga decirlo o escribirlo, ya que ese “cuanto”, en este caso lo utilizo como el adjetivo relativo que también es, porque la palabra “cuanto” en esta acepción gramatical denota cantidad, venida del latín quantum, y que en este caso unida a el indicativo “es”, da a conocer el conjunto o la totalidad de elementos que se expresaron o se dieron a entender en la opinión vertida, es decir con esta frase terminal; válgase la redundancia, puntualizo el final de mi intervención y expreso así que por esta vez: no hay más que decir o agregar; o simplemente no tengo más que decir; o es cuanto tengo que decir; o es todo. De ahí que “cuanto”, como adjetivo relativo y que en este caso es cuantitativo, expresa –insisto- mi propósito final con respecto a la opinión, que era y es la; para así entenderlo, la cantidad total de ideas y elucubraciones que he mencionado y que no hay más, es decir: es todo.

Esa es la razón gramatical y de costumbre propia por la que anoto al final de mis opiniones esta breve frase, y claro que con gusto recibiré sus apuntes gramaticales, que sin ningún atisbo de adulación, sé que son bastantes y sapientes.



Es cuanto.



adriancitio@yahoo.com.mx




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