Fredy López Arévalo
Un muerto y tres heridos de gravedad, el edificio de la presidencia municipal apedreada y varios vehículos oficiales averiados, es el saldo del plebiscito público, que al final se canceló. Los usos y costumbres en municipios indígenas siguen generando violencia, aunque ahora es menor a la que se registraba hace apenas una década. La pugna por el poder es irracional. Las leyes electorales en los municipios indígenas solo sirven para legitimar al ungido en el plebiscito público. En todos los casos, el PRI sigue siendo el partido que manda. Por eso la competencia interna tan reñida, en la que participan todos los aspirantes, sean priístas o no militen en el PRI.
El resto de los partidos políticos solo sirven de comparsa, legitiman la realización de comicios aparentemente democráticos. Pero eso solo es forma, no fondo. Hay excepciones, pero por lo general el día de los comicios solo se confirma el triunfo de quien ganó en el plebiscito. Por eso la virulencia que ayer se vivió en Oxchuc, y que el domingo sacudió a San Juan Chamula. Pero nada qué ver con lo que se vivía hace 10 años, solo por referenciar una década. Y ahora son menos los municipios indígenas que recurren al plebiscito. Poco a poco han ido cambiando sus prácticas, se han ido occidentalizando, adaptando al dictado de las leyes del país, sustituyendo usos y costumbres. Es pues parte del proceso de integración nacional, del proceso de aculturización. Eso es algo que no se detiene, que sigue su curso de manera inexorable. Lo aceleran los medios masivos de comunicación, la radio y la televisión, la penetración de la cultura dominante. No hay vuelta de hoja, aunque existen quienes se resisten al cambio, quienes defienden un estilo de vida primitivo, aislado del desarrollo nacional e internacional, de la evolución de la humanidad, y se aferran. Pero nadie pudo jamás contra la vida, como nadie podrá jamás contra la muerte. Aunque hay quienes luchen a contracorriente.
Más allá de eso, están los intereses mayores que se juegan en Chiapas el proceso electoral del 2012. El grupo de Enrique Peña Nieto en acción, dispuesto a todo para recuperar Chiapas. Se vio en Oxchuc operando el plebiscito al bebesaurio Edgar Rosales Acuña. Por lo menos se le vio al lado del presidente municipal Jaime Sántiz Gómez, a quien se acusa de utilizar camionetas, personal y recursos del Ayuntamiento a favor de su hermano Teófilo Sántiz Gómez, uno de los siete precandidato del PRI a la presidencia de Oxchuc. Los otros eran Alonso Méndez Gómez, Sebastián López Gómez, Francisco Sántiz López, Norberto Santiz (expresidente municipal, esposo de María Gloria Sánchez Gómez, exreo), Emilio Gómez Santiz (expresidente municipal Oxchuc), y Mateo López Jiménez.
Pero los operadores del Grupo Atlacomulco no lograron lo que se habían propuesto. Imponer a Teófilo Sántiz Gómez, hermano del presidente municipal Jaime Sántiz Gómez.
El saldo es de un muerto y tres heridos de gravedad, un costo menos si se compara al que se registraba hace apenas una década en este tipo de plebiscitos.
Falta Tenejapa. Ahí el diputado local con permiso Javier Martínez Vargas, del PRI, trata también de ganar la partida al alcalde perredista Pedro Meza Ramírez. Tiene también de operador político a Edgar Rosales Acuña, quien una de estas podría ser responsable de una matanza. Ya lo verán, sobre aviso no hay engaño. El Grupo Atlacomulco está detrás del poder en Chiapas, y en los Altos Mariano Alberto Díaz Ochoa es el operador número uno. El bebesaurio Edgar Rosales Acuña es solo su testaferro.
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