sábado, septiembre 19, 2009

Sólo buscaban mejor vida

Toño Aguilar.

Comitán, Chis.- “¡Perdóname Dios mío!", "¡Ten misericordia de mi!”, eran la plegaría de un indocumentado salvadoreño que por momentos se ahogaba con su propia sangre que le brotaba abundantemente de la mejilla izquierda, la causa, una ataque con fusiles de asalto, directamente hacía él y sus compañeros de viaje.

-¿Cómo te llamas?- preguntó un militar a Fredy Enrique Mancilla que a sus 33 años de edad, que según dijo: "Sólo buscaba una vida mejor en los Estados Unidos, porque mi país es muy pobre".

-¿A qué ibas a Estados Unidos?

-Buscando una mejor vida, señor, pero por favor ayúdenme, no sean malos, díganme qué hago, rogaba Fredy a los que trataban de cuestionarlo sobre todos lo que había pasado,

Un soldado terció y dijo que el interrogatorio es para que el extranjero se mantuviera consciente. "Pregúntenle más cosas”, ordenó un mando del ejército.

Sobre la espalda de Fredy quedó un compañero suyo. La herida de bala que él recibió, fue en la cabeza, la muerte llegó segura y rápida para él, nadie pudo hacer nada para ayudarse, todos los tripulantes estaban gravemente heridos.

A unos 50 metros de donde había quedado Fredy, otros dos sujetos estaban tirados en el monte, uno de ellos, Edgar Cancea Zúñiga de 33 años y oriundo de Ecuador, había permanecido por casi una hora sosteniendo su pie derecho.

La bala le produjo una gran herida en la espinilla, el dolor se contagiaba para todos los que lograban verlo, “no te preocupes, ya viene la ambulancia por ustedes, van a estar bien”, era el único consuelo que recibía Edgar.

A menos de un metro de donde están Edgar, se encontraba Gustavo, un joven de tan solo 25 años de edad, que salió de Ecuador, para llegar a Los Estados Unidos, sólo para darle una mejor vida a su mujer y a su bebita que hace apenas seis meses nació.

“No te preocupes, vas a volver a ver a tu bebé, vas a estar bien”, le dijo un militar a Edgar.

Todo aquello parecía ser confuso, nadie sabía las cusas por las que fueron atacados. Las armas fueron grueso calibre, así lo evidenciaban los agujeros que quedaron en los cristales de la camioneta Dodge tipo Ram en donde viajaban los ilegales.

Sólo habían transcurrió 15 minutos de que el grupo de indocumentados centroamericanos abordaron una camioneta de color blanco que las llevaría hasta la frontera con Estado Unidos, por 30 mil dólares que pagaron cada uno.

Esta escena parece ser la misma que ocurrió en agosto del año pasado, cuando una persecución a balazos entre policías y polleros le arrebató la vida también a una mujer ecuatoriana, en el municipio de San Cristóbal de las Casas.

Esto es el resultado de la crisis económica que prevalece en los países de Centroamérica. Sin importarles nada, los extranjeros arriesgan la vida y más, solo por ir buscando la buena vida.



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