+ Felipe Arizmendi Esquivel
www.diocesisancristobal.com.mx
VER
Los obispos de Chiapas promovimos una reunión tripartita sobre el fenómeno de las minas en nuestro Estado, con campesinos representantes de comunidades donde hay exploración o explotación de algunos minerales, con directivos de una de las principales compañías mineras y con autoridades federales y estatales competentes en el ramo. El objetivo fue intentar escucharnos todos y analizar qué hacer para que la minería no sea sólo para que unos empresarios se enriquezcan y se generen impuestos para el gobierno federal, con grave deterioro del medio ambiente y destrucción de los recursos naturales, patrimonio de la comunidad local, sino que sirva para el bien común. Ante las organizaciones que sólo promueven la confrontación, optamos por que empresarios y autoridades escucharan los testimonios y las inquietudes de los campesinos, y éstos a aquéllos. Lo hicimos porque nuestra tarea pastoral incluye acompañar a nuestros pueblos en sus luchas por la justicia, siempre sobre bases de verdad y fraternidad. Nos preocupa la violencia que se pueda suscitar, y buscamos caminos para alentar la paz social.
La reunión se desarrolló en mutuo respeto. Los empresarios y las autoridades dijeron que todo se hace conforme a las leyes vigentes. Los campesinos plantearon algunas de sus quejas e inquietudes, pero, en reunión posterior sólo con ellos, nos dijeron que, por temor o por un inadecuado respeto, no expresaron bien lo que están viviendo: destrucción del medio ambiente, contaminación, grietas en sus tierras, peligros de deslaves, azolves de los ríos y de la presa cercana, división en los ejidos, corrupción. Se decidió elaborar un documento, en que se describa bien la situación, y continuar el diálogo que se ha iniciado, para que la explotación minera no dañe, sino que beneficie a todos, con particular protección de la tierra, de la naturaleza y de los pobres.
JUZGAR
Dice el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate: “La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza… Se ha de reconocer que el desarrollo económico mismo ha estado aquejado por desviaciones y problemas dramáticos, que la crisis actual ha puesto todavía más de manifiesto… La explotación sin reglas de los recursos de la tierra, nos induce a reflexionar sobre las medidas necesarias para solucionar problemas que tienen un efecto decisivo para el bien presente y futuro de la humanidad” (21).
El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella” (48).
ACTUAR
Debemos sostenernos en el esfuerzo por aprender a dialogar entre empresarios, autoridades y campesinos, para buscar el bien común: desarrollo para todos, y no sólo para los más ricos y poderosos. Hay que ir más allá de intereses egoístas, de desconfianzas sistemáticas, de ambición de ganancias a costa de la destrucción de la naturaleza, del daño a los pobres y a la tierra de la que viven. Estamos conscientes de que, como Iglesia, nuestra opción preferencial es por los pobres, y debemos acompañarlos en la defensa de sus legítimos derechos, pues los ricos se defienden solos. Por ello, seguiremos buscando caminos de diálogo, pero privilegiando nuestra cercanía y nuestro amor con los más débiles e indefensos. Que el Espíritu Santo nos sostenga firmes en esta opción prioritaria.
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Los obispos de Chiapas promovimos una reunión tripartita sobre el fenómeno de las minas en nuestro Estado, con campesinos representantes de comunidades donde hay exploración o explotación de algunos minerales, con directivos de una de las principales compañías mineras y con autoridades federales y estatales competentes en el ramo. El objetivo fue intentar escucharnos todos y analizar qué hacer para que la minería no sea sólo para que unos empresarios se enriquezcan y se generen impuestos para el gobierno federal, con grave deterioro del medio ambiente y destrucción de los recursos naturales, patrimonio de la comunidad local, sino que sirva para el bien común. Ante las organizaciones que sólo promueven la confrontación, optamos por que empresarios y autoridades escucharan los testimonios y las inquietudes de los campesinos, y éstos a aquéllos. Lo hicimos porque nuestra tarea pastoral incluye acompañar a nuestros pueblos en sus luchas por la justicia, siempre sobre bases de verdad y fraternidad. Nos preocupa la violencia que se pueda suscitar, y buscamos caminos para alentar la paz social.
La reunión se desarrolló en mutuo respeto. Los empresarios y las autoridades dijeron que todo se hace conforme a las leyes vigentes. Los campesinos plantearon algunas de sus quejas e inquietudes, pero, en reunión posterior sólo con ellos, nos dijeron que, por temor o por un inadecuado respeto, no expresaron bien lo que están viviendo: destrucción del medio ambiente, contaminación, grietas en sus tierras, peligros de deslaves, azolves de los ríos y de la presa cercana, división en los ejidos, corrupción. Se decidió elaborar un documento, en que se describa bien la situación, y continuar el diálogo que se ha iniciado, para que la explotación minera no dañe, sino que beneficie a todos, con particular protección de la tierra, de la naturaleza y de los pobres.
JUZGAR
Dice el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate: “La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza… Se ha de reconocer que el desarrollo económico mismo ha estado aquejado por desviaciones y problemas dramáticos, que la crisis actual ha puesto todavía más de manifiesto… La explotación sin reglas de los recursos de la tierra, nos induce a reflexionar sobre las medidas necesarias para solucionar problemas que tienen un efecto decisivo para el bien presente y futuro de la humanidad” (21).
El tema del desarrollo está también muy unido hoy a los deberes que nacen de la relación del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad. El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella” (48).
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Debemos sostenernos en el esfuerzo por aprender a dialogar entre empresarios, autoridades y campesinos, para buscar el bien común: desarrollo para todos, y no sólo para los más ricos y poderosos. Hay que ir más allá de intereses egoístas, de desconfianzas sistemáticas, de ambición de ganancias a costa de la destrucción de la naturaleza, del daño a los pobres y a la tierra de la que viven. Estamos conscientes de que, como Iglesia, nuestra opción preferencial es por los pobres, y debemos acompañarlos en la defensa de sus legítimos derechos, pues los ricos se defienden solos. Por ello, seguiremos buscando caminos de diálogo, pero privilegiando nuestra cercanía y nuestro amor con los más débiles e indefensos. Que el Espíritu Santo nos sostenga firmes en esta opción prioritaria.
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