miércoles, abril 08, 2009

AMOR AL CRISTO GLOBAL

+ Felipe Arizmendi Esquivel
http://www.diocesisancristobal.com.mx

VER
Durante la Semana Santa, muchas personas se dedican a vacacionar, a disfrutar las playas y otros atractivos turísticos, a conocer nuevos lugares, y se olvidan por completo de lo que da origen y plenitud a estos días santos. Fueron bautizados y se consideran católicos, pero viven su fe muy a su manera. No les importa Jesucristo; al contrario, lo siguen negando, traicionando y crucificando. Lo dejan en el sepulcro; sólo es un recuerdo vago y sin incidencia en su vida diaria.

Por otro lado, hay miles que participan en los ritos litúrgicos y en las representaciones populares de la Pasión, en vía crucis y devociones, que sostienen momentáneamente el sentimiento religioso, pero no proyectan esta devoción en amor y servicio a los demás, en particular a los pobres. Se fijan transitoriamente en Cristo Cabeza de la Iglesia, cuyos sufrimientos conmueven hasta las lágrimas, pero no advierten el dolor y desolación de tantos marginados y excluidos.

JUZGAR
Jesucristo ha unido, con lazos indisolubles, el amor a Dios y el amor al prójimo. Y éste es la señal de que aquél es verdadero. Lo explica en la parábola del buen samaritano: la fe se comprueba no sólo yendo al templo a rezar y a celebrar ritos, sino atendiendo con generosidad al herido, al maltratado, al que sufre en la soledad (cf Lc 10,25-37). Y lo mismo confirma cuando nos dice cómo seremos juzgados al final de la vida. No se nos preguntará cuántas veces fuimos al templo, o qué tanto sabemos de la Biblia, sino qué hicimos por los enfermos, los presos, los migrantes, los pobres (cf Mt 25,31-46). Por tanto, esta Semana será Santa en la medida en que contemplemos a Cristo sufriente, como Cabeza del Cuerpo, su Iglesia (cf Ef 4,15; 5,23.29-30; 1 Cor 12,27), y en sus miembros, sobre todo en tantos que sufren una pasión muy dolorosa.

Dijimos en Aparecida, en sintonía con el Papa Benedicto XVI: “La santidad no es una fuga hacia el intimismo o hacia el individualismo religioso, tampoco un abandono de la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo y, mucho menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente espiritual” (148). Esto quiere decir que la Semana Santa no nos hace olvidar a los pobres, reduciendo nuestra fe a una práctica piadosa. Si nos olvidamos de los pobres, no hemos entendido el mensaje central del amor en Cristo.

“Los cristianos estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo” (393). “En el más humilde encontramos a Jesús mismo. Por eso san Juan Crisóstomo exhortaba: ‘¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras afuera lo dejan pasar frío y desnudez’ ” (354).

“El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. De la contemplación de su rostro sufriente en ellos y del encuentro con Él en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad Él mismo nos revela, surge nuestra opción por ellos. La misma adhesión a Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con su destino” (257).

ACTUAR
Dedica tiempo de tus vacaciones, sí, a participar en las celebraciones religiosas. Si no tienes descanso, organízate para disfrutar los ritos litúrgicos tan profundos de estos días. Lee la Biblia, en especial los Evangelios, y entra a un templo a meditar y orar en silencio. Pero que todo esto te proyecte a los demás, a tu familia, a los pobres y necesitados.

Acércate a tus abuelitos, visita a tus parientes ancianos y enfermos, y amplía tu amor generoso a muchas otras personas que sufren. Verás que no sólo gozas más tus vacaciones, sino que serán más felices, auténticas y santas. ¡Haz la prueba! Sigue el camino de Jesús.


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