jueves, octubre 30, 2008

El color de los muertos


Toño Aguilar.

Comitán, Chis.- La mañana de ayer, como muy pocos días, me levanté muy temprano y me dieron ganas de salir a recorrer la ciudad en busca de cosas coloridas para fotografiar.

Me fui a la Central de Abasto y me llamo mucho la atención una gran multitud aglutinada que a distancia, parecía como si se disputaban algo.

Esta vez por fortuna no había pleitos, ni discusiones en ese lugar, que aunque estaban en la calle y no dentro del mercado, toda parecía ser como una gran fiesta.

El amarillo intenso de las flores de Cempasuchitl (flor de muerto), los colores morado y rosado de las margaritas, el olor a juncia, coronas de lamita, adornos de plástico de múltiples colores, hacían evidenciar que el día de muertos ya estaba próximo.

Y como olvidar estas fechas, si mi madre a mi infancia recuerdo que nos hacía pasar, a mi y mis hermanos, casi todo el día en el panteón, y hasta hoy entiendo, porque para muchos es el único día en que visitan a sus familiares que han fallecido.

Por un momento detuve mi marcha, observando a doña Margarita, una mujer joven que con toda la ilusión de mundo, trataba de convencer a otra señora para que le comprara unas flores para sus muertos.

“Cómpreme marchantita, tan bien fresquecitas las flores, se las voy a dar baratas, lléveselas de una vez”.

Doña Margarita tiene dos hijos pequeñitos, que junto con su esposo llegaron desde la madrugada de hoy para ganar un buen lugar en donde venderían sus flores, que desde hace tres meses cuidó con esmero para tener una buena cosecha.

A diferencia de otros días, para las celebración de los muertos, las flores aumentan un 20%, “por eso tenemos que aprovechar para vender mucho”, comentó doña Margarita.

Siguiendo con mi camino, me llamó aún más la atención ver a niños, jóvenes y señores de avanzada edad, atendiendo el negocio de las flores, mientras que las mujeres, algunas, preferían recorrer a pie todo el lugar vendiendo adornos de plástico.

Cadenas, coronas, cruces y todo lo que se les pueda ocurrir con el plástico para hacer un adorno, era los que ofrecían a la gente este lugar para que puedan darle un buen colorido a la tumba de sus muertos.

El olor de la juncia era una de las cosas más agradables de estar en ese lugar, porque aunque eran muy pocos los que la vendían, se podía sentir a gran distancia.

Otras mujeres más, todas regularmente campesinas, preferían vender frutas de la temporada: jocotes, limas, granadillas, mandarinas que a decir de ellas mismas, eran de su propia cosecha.

Tratando de encontrar algo aún más atractivo y que marcaran la diferencia de esta celebración a las otras, de otras fechas, me encontré con un vendedor de dulces regionales.

Acitrón, calabaza, coyolitos, chimbos, camote, manzanita y jocotes; por mencionar algunos, eran las frutas en dulce que atraían la atención de todos que por ahí pasaban.

Al cuestionar al vendedor de esos suculentos dulces, don Humberto, dijo que la mayoría de los dulces están hechos a base de panela y azúcar, que con un toque mexicano los hacen ser únicos en el mundo.

Y por su puesto, en mí recorrido también me encontré el tradicional pan de muerto, que para muchos es más atractiva la vista que su propio sabor.

Ya casi finalizando, me cuestioné el por qué más de 25 mil comitecos acuden al este mercado en busca de flores, frutas, dulces y más.

La creencia es que en casa, se elabora un altar con la fotografía del familiar que ha muerto, al frente, en una mesa, se colocan todas estas coloridas cosas como “ofrendas” y para que por la noche del sábado, los muertos puedan degustar también de estas deliciosas tradiciones.

Y platicando con personas adultas, aseguran que estas tradiciones han ido desapareciendo muy rápido, y parte de eso han sido las creencias que otros países han inculcado a los niños que creen que estas fechas han sido elegidas para espantar ó creen en cosas malas.

Lejos de eso, México y Chiapas aún más, se distinguen por llenar los panteones de colores únicos, que sin la necesidad de utilizar objetos artificiales, la naturaleza por si sola da un color especial a los muertos.


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