sábado, septiembre 13, 2008

Damnificados de Stan cada vez más pobres

Carlos Herrera

Nuevo Siltepec, Chis; 12 de septiembre-Lleva viviendo más de un año en el poblado Nuevo Siltepec, en la Frontera de Chiapas, pero doña Reina Robledo aún no se acostumbra a su nueva vida, a cada rato le llegan los recuerdos de lo que fue su vivienda en el municipio de Siltepec, misma que arrasó el huracán Stan en octubre de 2005.


Un grupo de 22 familias de un total de 93 familias originarias del ejido Pablo Galeana, municipio de Siltepec, vive desde abril del año 2007 en Nuevo Siltepec, municipio de Frontera Comalapa. Con la nueva vida que llevan, sus gastos se han incrementando; su alimentación y sus costumbres son diferentes.


Los habitantes de Nuevo Siltepec han pasado de la pobreza a la pobreza extrema. Antes una familia tenía más oportunidades para subsistir, además podían sembrar hortalizas y árboles frutales.

Ahora, las 22 familias se ven en la necesidad de ir a buscar trabajo a la cabecera municipal de Frontera Comalapa, ubicada a unos 10 minutos de Nuevo Siltepec, para emplearse en el comercio informal, en el ramo de la construcción (peón de albañil) o “de lo que sea”, según narra José García.


La vida cambió para ellos, y hay cosas que ahora tienen que comprar como la leña que ocupan en la cocina. Según explicaron, “una tarea (un metro de leña que usan por varios días) cuesta entre 120 y 150 pesos”.


Antes del huracán Stan, los campesinos tenían leña de su parcela o terreno ejidal y se abastecían de este combustible sin costo, “solamente era cuestión de ir a buscarla entre el monte”, dijo don José García.
Los pobladores reubicados han cambiado su dieta que antes era rica en proteínas y vitaminas; ahora consumen huevos de granja, comida enlatada o chatarra. Los menores de edad están acostumbrándose a tomar refrescos gaseosos y a comer frituras o galletas, alejándose de una buena alimentación.

Por la situación en la que se encuentran y por falta de proyectos de desarrollo, varios niños se han convertido en limpiadores de calzado, un oficio que aprendieron ellos mismos. Como pudieron hicieron una caja de madera, consiguieron tintas y cremas, y trabajan en las calles de Comalapa.


Si antes no tenían tanta necesidad de salir de su comunidad, los reubicados de Nuevo Siltepec se ven obligados a usar transporte colectivo para salir a conseguir sus productos básicos a la cabecera de Comalapa, pero tienen que pagar 10 pesos de pasaje; un gasto que anteriormente no hacían.


Varias mujeres utilizan estufas, pero significa un gasto elevado porque compran gas, lo que antes no ocurría.


Pero el abandono y el hecho de que aún no tengan un trabajo estable y bien remunerado, podrá causar más desastres de lo que provocó Stan: “ahorita estamos bien porque no ha llegado el recibo del consumo de luz, pero cuando llegue no sé cómo le haremos porque nosotros estamos al día y yo creo que si viene muy caro el recibo no lo vamos a poder pagar y nos vamos a quedar sin luz de nuevo”.


El gobierno federal y demás autoridades deberán entender que quienes aceptaron ser reubicados por vivir en zonas de alto riesgo les fue difícil dejar su pasado, su historia, sus tierras, y por ello el gobierno tendrá que responder con mayor capacidad para atender esta situación que cada vez es más difícil.


Roberto Carlos Penagos Aguilar dio a conocer la información para realizar este reportaje y es parte de un grupo de la Facultad de Ciencias Sociales dirigido por Héctor Escobar Rosas, que realizó una investigación.


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