jueves, agosto 28, 2008

De todos depende la seguridad

+ Felipe Arizmendi Esquivel
http://www.diocesisancristobal.com.mx

VER
Ante la onda expansiva de violencia, inseguridad, narcotráfico, secuestros y asesinatos que envuelve a varios Estados del país, el Presidente de la República convocó a una reunión de alto nivel, para tomar acuerdos que ayuden a enfrentar el problema. No faltan, sin embargo, quienes desconfían de todo cuanto haga la autoridad, y sólo aprueban lo que ellos piensan. Tienen enfermos los ojos de la mente y del corazón, y todo lo ven oscuro.

Por otra parte, muchos piensan que la solución depende sólo de las autoridades, y esperan que todo lo resuelvan los gobernantes. No advierten que todos, la familia, la educación, los medios informativos y las mismas iglesias, somos responsables de construir un país seguro y próspero.

JUZGAR
Se ha dicho que una de las causas de esta inseguridad es la pobreza y el desempleo. Esto es verdad en algunos. Sin embargo, muchos delincuentes no son de los más pobres. Algunos poseen grandes recursos, pero son insaciables; quieren más y más, a costa de lo que sea. No todo es por culpa del sistema neoliberal. Yo soy hijo de un campesino, y nunca mis padres me enseñaron a robar, a asaltar, a destruir a otros para tener algo. Me enseñaron a trabajar, a respetar los derechos de los demás y a compartir. Pero ahora muchos papás ya no inculcan estos y otros valores; su esfuerzo se reduce a tener y dar bienestar material. El máximo ideal es poseer lo último y lo mejor. Y cuando no se logra esto con un trabajo honrado y paciente, se arrebata. Una familia que no educa, produce violentos, ladrones, secuestradores, asesinos, corruptos.

Analicemos cómo forma la escuela. Se había eliminado la materia de civismo, como si lo que hace valer a una persona es lo tecnológico, las ciencias, lo pragmático, sin valores éticos, que son la base de la convivencia social. Se pone mucho empeño en dar información sexual, pero sin moralidad, sin educar para el control de sí mismo. Así, niños y adolescentes son inducidos a saciar sus apetitos, sin restricciones, como si la felicidad consistiera en gozar de todos los placeres posibles. Con una niñez y una juventud sin freno de ninguna clase, ¿qué se puede esperar? ¿Por qué se espantan de los resultados? ¿Eso es lo que querían: que cada quien sea dueño de su cuerpo y haga lo que le venga en gana, sin respeto a nada ni a nadie?

¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación? Dentro de indudables cosas buenas, muchos programas han propiciado una ola impetuosa de desenfrenos de todo tipo. Nos critican cuando advertimos los excesos, el libertinaje y la banalidad, la falta de respeto a todo, las burlas a lo más sagrado, y no advierten que están minando los cimientos sólidos de una sociedad, que son los principios morales, los mandamientos mínimos de comportamiento social. ¿No caen en la cuenta de que incitan al libertinaje? ¿La libertad de expresión incluye la facultad para promover una sociedad sin moral? Con ello, cavan la fosa de las instituciones y de la convivencia social.

ACTUAR
Padres de familia: Inculquen a sus hijos el temor reverencial a Dios, que no es miedo al castigo divino, sino respeto a un Ser superior. Acérquenlos a Jesucristo, quien les puede guiar con toda seguridad en su vida, y les enseña el método eficaz de ser felices. Sepan exigir, con bondad y cariño, que sean responsables, obedientes y compartidos con los demás, sobre todo con los pobres.

Maestras y maestros: No trabajen sólo por un sueldo; formen personas. Éstas se forman no sólo en la mente, sino también en el corazón, en los sentimientos, en las actitudes, en el respeto a los derechos de los otros y en la generosidad para servir a la comunidad.

Comunicadores: Midan la consecuencias de lo que producen, y no se reduzcan a obtener ganancias monetarias. Pueden construir un pueblo, o destruir sus cimientos.

Agentes de pastoral: procuremos que nuestras catequesis y celebraciones no sean etéreas y sin incidencia en la vida, sino profundamente enraizadas en el misterio de Cristo, y transformadoras de los corazones de los fieles.

Todos asumamos nuestra responsabilidad, y tendremos un México seguro, justo y fraterno.

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