BENEDICTO XVI Y LAS CULTURAS INDIGENAS
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que estamos realizando en Aparecida, Brasil, vamos avanzando en la elaboración de un documento final, que recoja los retos del cambio de época que vivimos y las propuestas para lograr que los bautizados seamos en verdad discípulos y misioneros de Jesucristo y así colaboremos a la vida plena de nuestros pueblos. Sin embargo, lo que más resaltan ciertos medios informativos son las críticas a lo dicho por el Papa Benedicto XVI sobre la evangelización de las culturas indígenas. Por ello, bien vale la pena repasar lo que expresó al respecto.
JUZGAR
Desde su llegada a Brasil, al aterrizar en Sao Paulo, dijo: “No dejaré de insistir en el empeño que se debe dar … defendiendo y promoviendo los valores subyacentes en todos los segmentos de la sociedad, especialmente de los pueblos indígenas”. Y en su mensaje de inauguración de nuestra V Conferencia, terminó con esta oración: “Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad”. Por tanto, el tema indígena estuvo presente al inicio y al término de su visita pastoral.
Fue en este mensaje de apertura donde desarrolló más el tema de la evangelización de las culturas indígenas, afirmando: “La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos. Del encuentro de esa fe con las etnias originarias ha nacido la rica cultura cristiana de este Continente expresada en el arte, la música, la literatura y, sobre todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de sus gentes, unidas por una misma historia y un mismo credo, y formando una gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas. En la actualidad, esa misma fe ha de afrontar serios retos, pues están en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos”. Esto es verdad. Quienes convivimos con indígenas, comprobamos que su profunda religiosidad está impregnada de catolicismo, aunque a veces mezclada con elementos sincréticos, a causa de tantos años que quedaron sin evangelizadores, sin misioneros, sin sacerdotes. Ellos conservaron la fe cristiana y le fueron agregando ritos no siempre compatibles con la liturgia y la fe católica. No desconocemos, sin embargo, que hay etnias, como en el Amazonas, en algunas regiones de Panamá, Venezuela y Bolivia, a las que no llegó el Evangelio y, hasta la fecha, no aparece el cristianismo.
Continúa el Papa: ¿Qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente. Ha significado también haber recibido, con las aguas del bautismo, la vida divina que los hizo hijos de Dios por adopción; haber recibido, además, el Espíritu Santo que ha venido a fecundar sus culturas, purificándolas y desarrollando los numerosos gérmenes y semillas que el Verbo encarnado había puesto en ellas, orientándolas así por los caminos del Evangelio”. Esto es exactamente lo que afirma la Teología India Católica: Que el Verbo encarnado, Cristo, antes de la llegada de los misioneros, ya actuaba en estos pueblos, con numerosos gérmenes y semillas. Como decía Juan Pablo II, Dios no llegó a América hasta que vinieron los españoles y portugueses, sino que ya estaba presente aquí. La evangelización en algunos aspectos fue una ruptura y purificación de tradiciones no compatibles con la fe católica, pero en general fue una fecundación y un desarrollo hacia Cristo, plenitud de la revelación.
La frase que más polémica ha desatado es la siguiente: “El anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña”. ¿Por qué afirma esto? El Papa, teólogo por carisma, no nos ofreció una clase de historia, sino una interpretación teológica de la historia. Por ello, justifica su aseveración de esta manera: “Las auténticas culturas no están cerradas en sí mismas ni petrificadas en un determinado punto de la historia, sino que están abiertas, más aún, buscan el encuentro con otras culturas, esperan alcanzar la universalidad en el encuentro y el diálogo con otras formas de vida y con los elementos que puedan llevar a una nueva síntesis en la que se respete siempre la diversidad de las expresiones y de su realización cultural concreta”. En este sentido, en cuanto que las culturas indígenas estaban y están, de ordinario sin decirlo explícitamente, abiertas a otras culturas, y en particular al Evangelio, se puede afirmar que no hubo imposición de una cultura extraña, pues todo lo bueno que hay en ellas ya es una presencia de Dios.
Lo justifica así: “En última instancia, sólo la verdad unifica y su prueba es el amor. Por eso Cristo, siendo realmente el Logos encarnado, "el amor hasta el extremo", no es ajeno a cultura alguna ni a ninguna persona; por el contrario, la respuesta anhelada en el corazón de las culturas es lo que les da su identidad última, uniendo a la humanidad y respetando a la vez la riqueza de las diversidades, abriendo a todos al crecimiento en la verdadera humanización, en el auténtico progreso. El Verbo de Dios, haciéndose carne en Jesucristo, se hizo también historia y cultura”. Aceptar a Cristo, por ello, no es perder la propia cultura, sino enriquecerla, plenificarla, incluso al purificar aspectos negativos o parciales.
Y concluye: “La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos. Todo ello forma el gran mosaico de la religiosidad popular que es el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina, y que ella debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también purificar”. Esta síntesis entre culturas indígenas y fe cristiana es el gran tesoro que da identidad a nuestros pueblos.
ACTUAR
Por ello, suena lógica la aseveración del Papa: “La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado”. Esto es lo que pretenden algunos que impulsan la Teología India India. Los respetamos como se respeta cualquier religión, pero no es lo que promueve la Teología India Cristiana y Católica, que ve en Cristo al único camino, la verdad más plena, la verdadera Vida para nuestros pueblos.
miércoles, mayo 23, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)




No hay comentarios.:
Publicar un comentario